Mitos, quimeras y agrocombustibles
Si toda la biomasa disponible actualmente en todo el planeta se destinara a producir carburantes tan solo servir¨ªa para cubrir entre un 3% y 6% del consumo mundial de energ¨ªa
La producci¨®n de agrocarburantes y su relaci¨®n con las crisis alimentarias ha centrado unas jornadas celebradas la semana pasada en Madrid. Ha sido un debate enmarcado en un modelo de agricultura fuertemente industrializado y especulativo que cada a?o hace que 900 millones de personas padezcan de hambre. Y los testimonios llegados de pa¨ªses donde se produce soja, jatrofa y otras materias primas destinadas a la fabricaci¨®n de combustible han resultado demoledores. Por un lado ?scar Rivas de Paraguay nos ha explicado los estragos que las plantaciones de soja han causado en su pa¨ªs durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas. La expansi¨®n de soja en el Paraguay, realizada de manera ilegal, solo ha sido posible a base de deforestar la mayor parte del territorio y de expulsar a las poblaciones que conviv¨ªan de manera sostenible en los ecosistemas. Rivas nos habl¨® de personas que tuvieron que huir de lo que llaman "matatodo", es decir, las fumigaciones con biocidas de inmensas plantaciones. Personas que han pasado a vivir en la periferia de las grandes ciudades; en las que el hambre es una realidad cotidiana.
Bubacar Seck, de Senegal, nos explic¨® como la principal demanda de las poblaciones rurales es la soberan¨ªa alimentaria, es decir el acceso seguro a la alimentaci¨®n. Y c¨®mo toda esta gente que vive de lo que obtienen en sus campos,ven una amenaza directa en esos inversores extranjeros que ya poseen cerca del 30% de las tierras para producir materias primas y venderalas en los mercados globales, como el de los agrocarburantes. No se crea empleo de forma significativa, asegur¨® Seck desmontando el mito, puesto que en Senegal se planta y cosecha, pero el procesamiento se realiza fuera.
Son muchos los mitos que rodean este sector. El primero de ellos quiz¨¢s sea el de llamarlos biocombustibles, dando a entender con el prefijo que se trata de una producci¨®n sostenible y en comuni¨®n con la naturaleza. Pero a d¨ªa de hoy la cantidad de carburantes realizados con residuos org¨¢nicos u otras materias no alimentarias, como por ejemplo los aceites usados, es m¨ªnima. Lo dem¨¢s se elabor¨® a partir de materias agr¨ªcolas producidas all¨ª donde podr¨ªa haber plantaciones de alimentos o bosques. Por tanto, se trata de agrocombustibles.
Otra gran leyenda, que la Uni¨®n Europea ha seguido para apoyar el consumo de estos carburantes, es que sus enormes plantaciones de cultivos reducen las emisiones de carbono respecto a los combustibles f¨®siles. No es cierto si se tienen en cuenta las emisiones vinculadas a los cambios indirectos en el uso del suelo (ILUC por sus siglas en ingl¨¦s).
Y una ¨²ltima quimera es la de que los agrocombustibles podr¨ªan ayudar a paliar el gran problema energ¨¦tico que se avecina tras el agotamiento, ya plausible, del petr¨®leo.
Si toda la biomasa disponible actualmente en todo el planeta se destinara a producir carburantes tan solo servir¨ªa para cubrir entre un 3 y 6% del consumo mundial de energ¨ªa. Y todo ello a costa de deforestar los escasos ecosistemas v¨ªrgenes que a¨²n quedan en la Tierra, de abocar al hambre a otros cientos de millones de personas m¨¢s y de acelerar el cambio clim¨¢tico. Tanta destrucci¨®n y sufrimiento humano solo servir¨ªa para volver al mismo punto: es necesario reducir el consumo energ¨¦tico.
Por eso una de las cuestiones principales que surgieron en las jornadas, es por qu¨¦ la Uni¨®n Europea sigue impulsando un modelo socioecon¨®mico basado en unas necesidades de transporte inviables a medio plazo con los recursos disponibles en el planeta. No es aceptable ni ¨¦tico que la Uni¨®n Europea trate de mantener su modelo de transporte a costa de incrementar el hambre en el mundo y continuar acelerando la destrucci¨®n ambiental. Solo una reducci¨®n ambiciosa y comprometida del consumo energ¨¦tico del transporte de la UE puede adaptarnos mejor a la previsible escasez de energ¨ªa de la pr¨®xima d¨¦cada, y hacer que las grandes transformaciones socioecon¨®micas y urbanas que va implicar resulten menos traum¨¢ticas tanto para la poblaci¨®n Europea como para la del resto del Planeta.
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