Fechor¨ªa en la carretera
A pesar del video de coche sin conductor, la conciencia de los automovilistas ha mejorado m¨¢s en los ¨²ltimos diez a?os que el estado de las carreteras
La velocidad atrae a a los freakies como la miel a las moscas o las tertulias deportivas de las cadenas marginales a los energ¨²menos. La ¨²ltima agresi¨®n al sentido com¨²n es un video, colgado en YouTube, en el que aparece un joven conduciendo un autom¨®vil desde el asiento del copiloto con el brazo izquierdo y, por lo tanto, sin posibilidad de acceder al freno. La puesta en escena del video (36 segundos) descubre el deseo del protagonista de asombrar a toda costa. En la primera imagen, un joven, con un vago parecido al personaje que interpreta Ryan Gosling en Drive (rubio, rostro longil¨ªneo, gafas de sol) simula que se despierta, mecido por la m¨²sica, en el asiento del acompa?ante de un coche; pide al conductor (fuera de plano) que baje el sonido; la c¨¢mara frontal gira sobre su eje y se ve que el asiento del conductor est¨¢ vac¨ªo. De pronto parece un episodio de En los l¨ªmites de la realidad, como si el conductor fuera un fantasma o el hombre invisible. Para colmo, el falso coche fant¨¢stico adelanta a un cami¨®n. El video ya es historia: el imprudente conductor, un estudiante franc¨¦s, se ha entregado a la polic¨ªa en La Verneda (Barcelona), acusado de un delito contra la seguridad del tr¨¢fico.
Caben varias juicios sobre la fechor¨ªa, pero los dos principales tienen inconvenientes. Puede considerarse como una gamberrada m¨¢s, un presunto delito menor inducido por la avidez de 36 segundos de gloria ante un p¨²blico masivo por una persona irreflexiva que gusta de pavonearse a cualquier precio; pero esta percepci¨®n elude el riesgo (elevado) de contagio por imitaci¨®n impl¨ªcito en las redes sociales. La carretera penaliza las tonter¨ªas con accidentes y da?os personales, a veces irreparables.
Un segundo enfoque es el que conduce a la melancol¨ªa. Por m¨¢s campa?as p¨²blicas con que se bombardee a los conductores, por mucho que se muestren los fatales resultados de la imprudencia al volante, no es posible erradicar a los irresponsables. Este corolario desolador tambi¨¦n es inexacto. Una mayor¨ªa abrumadora de ciudadanos conduce con cuidado y concentraci¨®n, siente un temor saludable a los peligros del tr¨¢fico y condena las barrabasadas. La conciencia de los conductores ha mejorado m¨¢s en los ¨²ltimos diez a?os que el estado de las carreteras.
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