¡°Ense?amos a los ni?os a pintar flores pero ellos pintan armas¡±
En la escuela con los ni?os sirios refugiados en los campos de Turqu¨ªa Un 83% de los menores de los campos est¨¢n escolarizados. En Siria, solo un 6% estudia Los profesores tratan de normalizar su educaci¨®n Agresividad y falta de concentraci¨®n son las secuelas m¨¢s evidentes de la guerra
Ir al colegio no es tarea f¨¢cil. Hay que madrugar, atender durante horas a un profesor, esforzarse por comprender las materias y, por si fuera poco, hacer deberes en casa. Esto, para un ni?o corriente y moliente. Si eres un ni?o sirio que ha huido de su pa¨ªs, en guerra desde marzo de 2011, la cosa se complica m¨¢s: falta de concentraci¨®n, s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico y comportamientos agresivos contra familiares y profesores son algunas de las secuelas que presentan los que retoman el colegio en los campos de refugiados. ¡°A veces no quieren venir a clase, tienen problemas para hacerse amigos de otros ni?os¡ No desconectan. Tienen la mente en Siria y no se concentran en el trabajo escolar¡±, explica Mehmet, psic¨®logo y coordinador de Educaci¨®n Primaria en la escuela de ?nc¨¹pinar, en Turqu¨ªa.
El campo de refugiados de ?nc¨¹pinar, construido en julio de 2011, es aquel en el que cualquiera querr¨ªa vivir si no le quedase m¨¢s remedio que refugiarse en uno. Es como un peque?o pueblo bien organizado, con sus calles asfaltadas, plazas y edificios sociales: una oficina de correos, varias tiendas de comestibles, una mezquita, una escuela, parques infantiles y otras instalaciones rompen la simetr¨ªa de las interminables calles de barracones. Porque aqu¨ª no hay que vivir en una tienda de campa?a, aqu¨ª se vive en contenedores de dos dormitorios que cuentan con electricidad 24 horas, fog¨®n, ducha y retrete. Algunas familias incluso tienen televisi¨®n. La fea alambrada y las fuertes medidas de seguridad son, casi, los ¨²nicos elementos del paisaje que hacen volver a la realidad.
?nc¨¹pinar es uno de los 22 campos de refugiados construidos en Turqu¨ªa por el Gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, que tambi¨¦n es el organismo que permite o deniega el acceso a los mismos a los solicitantes de asilo, a ONG o periodistas. Decir que son refugiados es, en realidad, err¨®neo ya que el Ejecutivo no reconoce a los sirios esta condici¨®n sino la de ¡°invitados especiales¡± o ¡°visitantes¡±. Es un matiz importante porque una persona no reconocida oficialmente como refugiada no goza del amparo de la legislaci¨®n internacional humanitaria y pierde una serie de derechos, como el de no volver al pa¨ªs del que huye si no quiere.
Hasta la fecha, el Ejecutivo turco ha gastado dos mil millones de d¨®lares en asistir a m¨¢s de 600.000 refugiados ¡ª300.000 en campos¡ª de los cuales el 60% son ni?os, seg¨²n datos de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. El de ?nc¨¹pinar est¨¢ a dos kil¨®metros de Kilis, la ¨²ltima localidad al sureste de Turqu¨ªa que existe antes de llegar a la frontera con Siria. Pegados a la l¨ªnea divisoria entre la paz y la guerra, entre sus muros conviven 13.000 sirios, de los que aproximadamente la mitad son menores de 18 a?os. A su alrededor solo hay tierras des¨¦rticas en las que varios miles de olivares son los absolutos protagonistas del paisaje.
Casi tres millones de ni?os sirios se han visto obligados a abandonar sus estudios desde 2011
Las cifras de escolarizaci¨®n de los ni?os sirios son las peores en toda la historia del pa¨ªs, pues casi tres millones se han visto obligados a abandonar sus estudios desde 2011. La tasa de asistencia antes del estallido del conflicto era de un 97% y ahora, en algunas regiones, se ha reducido hasta un 6%, seg¨²n Unicef. En los campos turcos, la cifra mejora: un 83% entre 6 y 11 a?os acude a clase, pero solo un 14% de los que viven fuera de ellos regresa al colegio, seg¨²n un informe de la Agencia de Desastres y Emergencias del Gobierno de Turqu¨ªa (AFAD). Un informe elaborado por Acnur, y Unicef indica que, fuera de los campos, uno de cada diez menores trabaja en vez de ir al colegio para ayudar econ¨®micamente a sus familias.
Las instalaciones educativas de ?nc¨¹pinar est¨¢n en un edificio de ladrillo que alberga las escuelas de Educaci¨®n Infantil, Primaria y Secundaria. Usama Ajjan observa con curiosidad una de las aulas, desierta porque es festivo. Los pupitres, limpios y ordenados. La pizarra, con algunos garabatos en ¨¢rabe escritos con rotulador rojo. El material y los libros, en sus estantes. Un dibujo de Erdogan, otro que representa el orgullo del pueblo sirio libre y varios recortables de p¨¢jaros, flores y princesas Disney adornan las paredes del pasillo.
Ajjan lleg¨® hace solo un d¨ªa de Alepo, su ciudad, a 50 kil¨®metros de la frontera turca y la m¨¢s poblada del pa¨ªs. Este profesor de 24 a?os dio clase hasta hace un mes, cuando la intensidad de los bombardeos le hizo comprender que era demasiado peligroso. Y eso que, semanas atr¨¢s, alumnos y maestros se hab¨ªan trasladado a unos almacenes subterr¨¢neos para procurarse unas migajas de seguridad pese a estar en la zona rebelde, la m¨¢s castigada por las tropas gubernamentales. ¡°La escuela ten¨ªa unos 4.000 estudiantes de entre 6 y 18 a?os, pero despu¨¦s de los ¨²ltimos bombardeos, no quedaban ni 400¡±, explica. ¡°A¨²n as¨ª, el 90% de mis alumnos no quer¨ªa dejar de ir, desaf¨ªan a El Asad¡±, dice con orgullo.
Los ni?os siguen el plan de estudios sirio, que incluye las asignaturas de matem¨¢ticas, ciencias, ingl¨¦s y ¨¢rabe. Si suspenden, repiten curso. De su aprendizaje se encargan 165 profesores voluntarios sirios, fundamentales porque conocen la lengua, cultura y el sistema educativo de su pa¨ªs, y otros 23 maestros de lengua turca, que es obligatoria. Lo explica Gonul Celen, la coordinadora de toda la educaci¨®n en el campo. ¡°La mayor¨ªa de estudiantes vino al principio de la revoluci¨®n, as¨ª que ya no experimentan dificultades, y eso se refleja en las notas¡±, a?ade.
Los datos publicados por el Ejecutivo de Erdogan revelan, sin embargo, que la mitad de los refugiados creen que ellos o sus familiares necesitan atenci¨®n psicol¨®gica, y un 25% de los ni?os presenta problemas para dormir. ¡°No hay ayuda psicol¨®gica organizada. Quien necesita algo, se dirige a Mehmet y este le atiende¡±, insiste Celen, en alusi¨®n al psic¨®logo-coordinador del ¨¢rea infantil. Un solo hombre para 13.000 sirios que han escapado de las bombas. Mientras, Unicef ha prestado apoyo psicol¨®gico a 12.000 menores en todo el pa¨ªs solo en los dos primeros meses de 2014 y espera llegar a unos 103.500 en todo el a?o.
Yuksal Shubar, profesora de ¨¢rabe de la escuela secundaria desde hace dos a?os y con 3900 alumnos a su cargo, es m¨¢s ilustrativa. ¡°Los estudiantes han visto bombas, sangre; han visto muertes, a veces de familiares. Algunos perdieron a sus padres, y solo hablan de lo que pasa en Siria. Es dif¨ªcil que se concentren en otra cosa¡±, explica. De hecho, un tercio de los 200.000 refugiados de Turqu¨ªa han perdido al menos a un miembro de su familia, seg¨²n AFAD.
¡°Los ni?os juegan a la guerra. Les ense?amos a pintar flores y pintan armas¡±, asegura Shubar. Pese a ello, el constante trabajo de profesores voluntarios y ONG va dando sus frutos, a juicio de esta maestra. ¡°No se puede hacer que olviden, pero a pesar de ello veo una evoluci¨®n positiva¡±.
En un lado de la valla hablamos de cumplir objetivos del milenio, pero en el otro ni siquiera se respeta el derecho a la vida Emin Y¨¹cekaya, subdirector del campo de ?nc¨¹pinar
La suerte de un ni?o puede cambiar radicalmente en tan solo unos kil¨®metros de diferencia. En ?nc¨¹pinar, voluntarios, gerentes y varias organizaciones sin ¨¢nimo de lucro trabajan para que los menores tengan acceso a una educaci¨®n digna a trav¨¦s de actividades como las que realiza Unicef en los llamados ¡°espacios de especial protecci¨®n¡±. Son lugares seguros y acogedores donde los menores pueden realizar actividades recreativas y educativas como pintura o manualidades que les permiten expresarse libremente. Sin embargo, a solo unos kil¨®metros, la realidad es que en ciudades como Alepo, Raqqa o Homs es casi imposible ir a la escuela pese a los esfuerzos de las ONG que operan en el territorio,?como la turca IHH o M¨¦dicos sin Fronteras, y al empe?o de profesores como Usama, que abren su clase aunque lluevan explosivos.
"Se da una paradoja interesante con los objetivos del milenio de la ONU. En un lado de la valla podemos hablar de cumplirlos, pero en el otro ni siquiera se respeta el derecho a la vida de la infancia", reflexiona Emin Y¨¹cekaya, subdirector del campo de refugiados. "La educaci¨®n es un derecho y un objetivo de las Naciones Unidas, pero es m¨¢s importante el derecho a la vida. Hay muchas maneras de educar, pero la primera condici¨®n que debe darse es que no haya guerra", critica.
Una tarde de enero, el sol de invierno seca las prendas de ropa tendidas a lo largo de cada barrac¨®n, moldeando largas hileras de colores que desaf¨ªan al as¨¦ptico blanco de pasillos y pasillos llenos de anodinos contenedores. Mohamed y Rasha juegan con otros amigosporque es fiesta y no tienen que ir al colegio.
Mohamed tiene 15 a?os, la mirada traviesa y cursa 7? grado, aunque nadie lo dir¨ªa porque es mucho m¨¢s peque?o de lo que se espera en un chico de su edad. Fue al colegio cinco a?os en Siria y luego falt¨® durante uno entero, hasta que reanud¨® las clases en el campo, al que lleg¨® hace junio de 2012. Rasha tiene 12 y asegura con una sonrisa t¨ªmida que ha olvidado todo lo que pas¨® en Alepo, su ciudad, desde que empez¨® la guerra hasta que se march¨® de all¨ª con su familia, hace un a?o. ¡°Pero Asad es un burro¡±, susurra antes de irse a jugar.
Rabana Shaar, madre de otros dos ni?os de 7 y 8 a?os, asegura que est¨¢ muy satisfecha con la educaci¨®n que reciben sus hijos. ¡°Al principio tuvieron problemas porque ten¨ªan miedo de los aviones y las bombas, que a¨²n ahora se oyen desde aqu¨ª, pero ahora estoy contenta porque traen buenas notas a casa¡±, afirma. Como ella, un 67% de los inquilinos de los campos aseguran estar conformes con la educaci¨®n que reciben sus hijos, seg¨²n AFAD, el ¨²nico organismo que ha hecho una encuesta de este tipo.
No obstante, las demandas siguen estando ah¨ª: ¡°Necesitamos m¨¢s psic¨®logos y m¨¢s material escolar¡±, describe Usama Ajjan en un correo electr¨®nico dos semanas despu¨¦s de haber llegado al campo. Ya ha empezado a trabajar como profesor voluntario y no est¨¢ conforme con la imagen id¨ªlica que ofrece a primera vista: ¡°El principal problema es la escasez de libros y de salarios para los profesores, ya que solo cobramos 50 d¨®lares al mes. Educar aqu¨ª todav¨ªa es un caos¡±.
A tres a?os de la guerra
Si la vida es dif¨ªcil para los m¨¢s de seis millones de desplazados por la guerra, a¨²n peor resulta dentro de un pa¨ªs que esta semana cumple tres a?os de guerra civil. Cien mil muertos en el conflicto, ciudades destrozadas, violencia sin fin, poca posibilidad de educaci¨®n regular o de asistencia siquiera. El sistema sanitario sirio est¨¢ colapsado, avisan las organizaciones. Una de sus consecuencias es que las muertes por enfermedades cr¨®nicas curables asciende a 200.000, el doble que las causadas por el conflicto, seg¨²n un an¨¢lisis de Save the Children publicado esta semana.
El informe de Naciones Unidas sobre los ni?os en Siria, de finales de febrero pasado, refleja con cifras contundentes el estado de los servicios de salud, fundamentales para la protecci¨®n de los ciudadanos m¨¢s vulnerables: "M¨¢s del 60% de los hospitales p¨²blicos han sido afectados, de los cuales un 38% est¨¢ fuera de servicio; el 92% ambulancias del pa¨ªs han sido da?adas, robadas o destruidas; 12 de las 23 cl¨ªnicas para refugiados palestinos han cerrado; en ciudades como Homs, la mitad de los m¨¦dicos han huido y en Alepo, que deber¨ªa contar con 2.500 doctores, solo quedan disponibles 36". La ONU cifra en 10.000 los menores fallecidos desde que estall¨® la guerra, si bien incluye los que han muerto como consecuencia de las deficiencias sanitarias.
"Ni?os con miembros amputados porque las cl¨ªnicas no disponen del equipo necesario para tratarlos; beb¨¦s reci¨¦n nacidos que fallecen en las incubadoras por cortes de electricidad; padres y madres que realizan transfusiones de sangre potencialmente mortales entre dos personas". Son algunas de las secuelas de este conflicto, seg¨²n Save the Children, que denuncia que probablemente, hasta 80.000 menores se han infectado de la forma m¨¢s agresiva de poliomielitis y que podr¨ªan estar propagando la enfermedad.
Unicef, por su parte, presenta este martes un informe sobre la situaci¨®n de los m¨¢s peque?os en el que denuncia las amenazas que sufren cientos de miles de ellos. La agencia internacional est¨¢ potenciando una recogida de firmas para tratar de evitar que se pierda "una generaci¨®n de ni?os sirios". Es algo que suceder¨¢ irremediablemente a no ser que se produzca un giro de la situaci¨®n, no solo por las consecuencias sanitarias antedichas, sino tambi¨¦n por el da?o que sufre el sistema educativo, aquel que da sentido de normalidad a la vida de los m¨¢s peque?os: 3.000 de las 22.000 escuelas del pa¨ªs han sido da?adas o destruidas y 2,26 millones de ni?os no asisten a la escuela o lo hacen de forma irregular, seg¨²n el informe de la ONU.
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