Las hijas del rey de Arabia Saud¨ª denuncian ser prisioneras de su padre
La segunda mujer de Abdal¨¢, madre de cuatro princesas, asegura que llevan 13 a?os cautivas Relatan que no se les permite recibir visitas y que viven bajo un enorme aparato de seguridad
Dicen vivir en una vida miserable, a pesar de que no son bienes materiales lo que les falta, como hijas que son de uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo, el rey Abdal¨¢ de Arabia Saud¨ª. Aunque tienen acceso a Internet y a las redes sociales, aseguran que ellas dos y dos de sus hermanas llevan 13 a?os encerradas en dos villas dentro de los muros del palacio real de Yeda. A pesar de que salen a veces de compras, lo tienen que hacer con permiso previo de algunos de sus familiares varones y van siempre acompa?adas de tal aparato de seguridad que muy pronto se les van las ganas de volver a salir.
Son las princesas Sahar, de 42 a?os, y Jawaher, de 38, dos de las cuatro hijas de la segunda esposa del rey, Alanoud Alfayez, de 57 a?os, que se cas¨® con Abdal¨¢ cuando ella ten¨ªa 15 a?os y ¨¦l era ya un hombre maduro, aunque no rey todav¨ªa. Las tres han contado la historia a trav¨¦s de la periodista libanesa y colaboradora del Sunday Times de Londres, Hala Jaber, con la que contactaron a trav¨¦s de Facebook. En el reportaje aseguran que sus otras dos hermanas, Maha, de 41 a?os, y Hala, de 39, se encuentran en la misma situaci¨®n, en otra villa de palacio.
El extenso reportaje de Hala Jaber relata c¨®mo las restricciones que sufren las cuatro princesas son muy superiores a los ya enormes recortes de libertad personal que padecen en general las mujeres en un pa¨ªs en el que no pueden ni conducir.
La madre, Alanoud, nacida en Jordania en el seno de una prominente familia de origen saud¨ª, es la segunda esposa de un rey que tiene por costumbre mantener cuatro esposas al mismo tiempo y de las que se va divorciando sin previo aviso cuando necesita un cupo vac¨ªo para una nueva. Abdal¨¢, que tiene ahora 89 a?os y se convirti¨® en rey en 2005, tras la muerte de su medio hermano, el rey Fahd, se cas¨® con ella en los primeros a?os 70, cuando ¨¦l era comandante la guardia nacional saud¨ª. Era su segunda esposa y en 1980 le inform¨® de un d¨ªa para otro de que se hab¨ªa divorciado de ella. En 1981, siendo Abdal¨¢ ya el pr¨ªncipe heredero, se volvieron a casar. Pero tres a?os despu¨¦s se volvi¨® a divorciar. Con los a?os, y cada vez con m¨¢s problemas para poder acceder a sus hijas, Alanoud se fue a vivir a Londres. A¨²n regres¨® una vez a vivir en Arabia Saud¨ª, pero acab¨® qued¨¢ndose en Londres, a pesar de los requerimientos del rey de que viviera en Arabia.
Las princesas hab¨ªan vivido una juventud feliz y relativamente occidentalizada: estudiaban y, dos veces al a?o, viajaban para pasar unas vacaciones con su madre. Pero despu¨¦s de un viaje a Italia sin ella, las cosas empezaron a cambiar. Poco a poco se sintieron cada vez recluidas en palacio, con m¨¢s problemas para seguir una vida de estilo occidental, hasta el punto de que una de ellas tuvo que dejar de trabajar en un banco porque el rey pensaba que no era adecuado que uno de sus 38 v¨¢stagos estuviera empleado.
Ahora viven como rehenes, pagando quiz¨¢s la ausencia de la madre. Alanoud escribi¨® a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR), pero no obtuvo respuesta porque la carta no iba firmada por ella, sino por su abogado. Ahora ha vuelto a escribir y le han prometido que le van a contestar.
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