¡°Ya no se cree ni en nada ni en nadie¡±
El prestigioso actor italiano Toni Servillo es un caballero arrebatador Demostr¨® en la oscarizada 'La gran belleza' que no hay edad para la elegancia y el conocimiento Es un referente del estilo en la veteran¨ªa y reflexiona sobre la deriva de Italia y la 'dolce vita'
La entrevista tiene lugar en el patio de butacas del teatro Metastasio de Prato, una localidad de la Toscana vecina a Florencia donde Toni Servillo y su compa?¨ªa ¨Cel Teatri ?Uniti¨C han interpretado hasta la tarde anterior Le voci di dentro, una obra de Eduardo de Filippo (que del 15 al 17 de mayo se representar¨¢ en los madrile?os Teatros del Canal) en la que el protagonista confunde un sue?o con la realidad y acusa de asesinato a sus vecinos, la familia Cimmaruta. Servillo (Afragola, N¨¢poles, 1959) arrastra al p¨²blico de la risa desbocada a un silencio de tragedia con la misma naturalidad aparente con la que pasea por la noche de Roma en La gran belleza, la cinta de Paolo Sorrentino reciente ganadora del Oscar a la mejor pel¨ªcula de habla no inglesa. Aunque m¨¢s conocido por sus interpretaciones cinematogr¨¢ficas ¨CLas consecuencias del amor, Il divo o Gomorra¨C, Toni Servillo es sobre todo un hombre de teatro, un intelectual que observa desde el escenario lo que pasa en el mundo. Su voz y su dicci¨®n se confabulan con la belleza del italiano hasta convertir cualquier conversaci¨®n en una obra de arte.
?Qui¨¦n es Toni Servillo? Yo solo puedo decir lo que soy. Soy un actor, fundamentalmente de teatro, que hago un oficio que va directamente del productor al consumidor, sin intermediarios. Soy un actor que pasa la propia vida creyendo que los autores que interpreta son modelos de referencia porque en su universo dramat¨²rgico nos han regalado un modo para interrogarnos, para orientarnos en la vida. Soy un actor que busca transmitir y sugerir aquellos mundos po¨¦ticos a una asamblea. Porque el teatro es todav¨ªa una asamblea democr¨¢tica, un lugar donde viene exaltada la vida, un lugar que se opone a la muerte. No a la muerte f¨ªsica, a la que no nos podemos oponer, sino a la muerte de las pasiones, de los sentimientos, de la participaci¨®n. Es un acuerdo entre el actor y el p¨²blico para sentirse vivo.
?Y qu¨¦ sucede cuando ese pacto no funciona? Se percibe inmediatamente desde el escenario. Se siente el juicio del p¨²blico, como una guillotina a punto de caer. El teatro es una prueba delante de la cual la vida te pone todas las tardes. Te salva de conceptos corruptores y abstractos como el ¨¦xito, la carrera o el poder, porque te pone constantemente frente a ti mismo y ante la posibilidad de vivir una frustraci¨®n. Mire, cuando una obra de teatro no funciona, el sentido de la frustraci¨®n te golpea directamente en el cuerpo. Es como una teja que te cae en la cabeza. Es una gran lecci¨®n moral que, si se sabe afrontar, conlleva un gran enriquecimiento¡
?Ha conocido el fracaso? He conocido las salas vac¨ªas. Solo ahora, despu¨¦s de 35 a?os de trabajo, veo los teatros llenos. Pero antes, tantas veces, he salido al escenario y he visto que no hab¨ªa nadie o solo la mitad de la sala.
?Y qu¨¦ sucede entonces? Hay quien se rinde, quien decide no seguir. Ah¨ª est¨¢ ese maravilloso filme de los hermanos Coen [A prop¨®sito de Llewyn Davis], que es propiamente el relato de la vida de un artista y su fracaso a pesar del intento continuo de salir adelante. Unos lo consiguen y otros no. Es una lucha. Una selecci¨®n que hace la vida.
?De qu¨¦ depende? Tiene mucho que ver con la fortuna, pero tambi¨¦n depende de la determinaci¨®n, de no darse por vencido, de saber que este es un oficio que, como tantos otros, requiere una disciplina, renuncias, sacrificios¡ Yo insisto en esto. Para hacer este trabajo es necesario entregarse. Desprenderse de muchas cosas, incluidas la vida privada y otras hip¨®tesis de la existencia. Yo se lo digo a los j¨®venes. Muchos creen que el oficio del artista es un oficio ligado de manera gen¨¦rica al ¨¦xito, que puede suceder de un momento a otro, a partir exclusivamente del talento. El talento es necesario, fundamental, pero no se puede separar de la disciplina, de la renuncia. Esta es una palabra muy importante. Y la renuncia comporta otro motor importante, que es la obsesi¨®n. Ingmar Bergman dec¨ªa en su biograf¨ªa una cosa que me impresion¨®. La clave no est¨¢ en la ambici¨®n, sino en la obsesi¨®n, en el pensamiento fijo, constante. Obviamente la obsesi¨®n es un modo de entregarse que produce heridas y, en consecuencia, impone renuncias.
De heridas y renuncias trata tambi¨¦n La gran belleza. Hay muchas interpretaciones sobre lo que representa la pe?l¨ªcula de Paolo Sorrentino¡ Yo le digo mi opini¨®n personal. Me he enamorado de Jep Gambardella porque creo que es un c¨ªnico sentimental desilusionado. Y los c¨ªnicos sentimentales desilusionados terminan por ser tambi¨¦n grandes moralistas. Y es con esa actitud con la que ¨¦l se mueve por el vac¨ªo de esas fiestas que no representan nada, de una mundanidad cansada, contando ¨Ccreo que de una forma muy eficaz desde el punto de vista metaf¨®rico¨C un argumento que no tiene que ver solo con Italia. Naturalmente emociona porque la pel¨ªcula est¨¢ ambientada en Roma.
Esos paseos nocturnos, la manera en que su personaje mira la ciudad y la ciudad lo mira a ¨¦l valen de por s¨ª toda la pel¨ªcula¡ Son los paseos de este c¨ªnico sentimental desilusionado que opone su propio vac¨ªo al de este mundo que gira sobre s¨ª mismo, desperdiciando el propio talento y dejando a su paso la marca de las ocasiones perdidas. Esto es po¨¦tico y por eso interesa, es universal. F¨ªjese que en Holanda la han visto m¨¢s de 200.000 espectadores. ?En Holanda! En San Petersburgo estaba siendo proyectada en tres salas. En Estados Unidos ha sido uno de los ingresos mayores del cine italiano en los ¨²ltimos a?os. Ha ganado el Globo de Oro, el Oscar¡ Desde el punto de vista tem¨¢tico, cuenta esta deriva de Occidente, pero visto desde Italia.
?Desde la italianidad? La italianidad es una capacidad imaginativa, intuitiva, enmarcada por una sonrisa. Esa es la cosa m¨¢s bella de los italianos. Una sonrisa que en otros pa¨ªses es m¨¢s dif¨ªcil de sentir. No s¨¦ c¨®mo explicarlo, pero cuando este pa¨ªs logra expresar sus aspectos mejores ¨Cvinculados a una genialidad, a una intuici¨®n, a una riqueza imaginativa¨C, siempre los relaciona con una sonrisa, ya sea en el campo de las artes, de las ciencias, incluso de la pol¨ªtica. Aunque tambi¨¦n hay que decir que cuando se le da vuelta a la moneda, uno se encuentra de frente otra sonrisa, ya no alegre, sino c¨ªnica. Los grandes autores italianos del teatro han contado estas dos partes de la moneda. Esta sonrisa que se alza, sublime, ligera, y esa otra sonrisa c¨ªnica, incapaz de creer ya en nada. Tal vez esta es una de las razones por las que este pa¨ªs es un pa¨ªs de grandes representaciones. Hay quien consigue ser muy aut¨¦ntico en su propia ficci¨®n.
De hecho, a veces da la impresi¨®n de que en Italia se vive en un territorio confuso, fronterizo entre la realidad y el sue?o¡ En las ¨²ltimas d¨¦cadas, la pol¨ªtica ha sido arrastrada a un nivel de curiosidad perniciosa hasta el l¨ªmite de la perversi¨®n. Se invade lo ¨ªntimo, lo privado, hasta el punto de relegar a un segundo plano los temas generales, las grandes cuestiones. Y demasiado a menudo la dimensi¨®n de lo privado exhibido en primera p¨¢gina sirve para ocultar lo que se hace tranquilamente entre bastidores. Una multiplicaci¨®n de la escena p¨²blica no entendida como acci¨®n pol¨ªtica, sino como exhibici¨®n. Nuestro gran intelectual Claudio Magris se preguntaba en un art¨ªculo: si estos pol¨ªticos est¨¢n todas las tardes en televisi¨®n, cu¨¢ndo leen las leyes, cu¨¢ndo trabajan¡ Se necesitar¨ªa un poco m¨¢s de dimensi¨®n an¨®nima. Debo decir que tambi¨¦n el periodismo ayuda mucho a multiplicar esta situaci¨®n. F¨ªjese en estas cadenas de noticias 24 horas, qu¨¦ cosa producen sino un espect¨¢culo obsesivo, rid¨ªculo, de la repetici¨®n continua, hasta el punto de que sabemos en cada momento si tal pol¨ªtico est¨¢ yendo de una ciudad a otra. ?Y a qui¨¦n le importa eso? D¨ªgame, ?a qui¨¦n le importa? Es una emotividad exagerada, que nos impide la lucidez del razonamiento, la observaci¨®n anal¨ªtica.
Y, si me lo permite, una cierta p¨¦rdida de la capacidad de di¨¢logo ¨Cde discutir cort¨¦smente sin que llegue la sangre al r¨ªo¨C, que era uno de los mejores valores de Italia. Pero en estos ¨²ltimos a?os se ha multiplicado de manera b¨¢rbara una incapacidad de avergonzarse y de pedir excusas. Yo creo que este es un pa¨ªs de profundo civismo en la mayor parte de las personas. Es un pa¨ªs generoso, inventivo, creativo, con extraordinarios recursos, pero que vive un momento de embotamiento porque ha sido dada la voz a los instintos peores de este pa¨ªs. Hasta la vieja pol¨ªtica, de la que se pod¨ªa estar en contra, ten¨ªa, por ejemplo, un valor que era el de la discreci¨®n. No se convert¨ªa todo, como ahora sucede, en un espect¨¢culo.
?Por qu¨¦ est¨¢ sucediendo esto? Yo no soy un analista pol¨ªtico, pero creo que lo que est¨¢ pasando puede deberse a dos razones. La primera es que ya no existen los partidos que hasta ahora ven¨ªan dando una orientaci¨®n ideol¨®gica, moral, a la acci¨®n pol¨ªtica. La pol¨ªtica era dictada desde los principios, y cuando uno se encontraba en la soledad de una cabina electoral, ejercitaba una elecci¨®n ideol¨®gica. Para m¨ª la ideolog¨ªa no es algo de lo que haya que avergonzarse ni que paralice la libertad de pensamiento. Uno tiene ideas porque se hace una idea del mundo. La otra cuesti¨®n, ligada a la primera, es que tal vez no conseguimos entender las decisiones de la pol¨ªtica porque no es en el mundo de la pol¨ªtica donde se toman las decisiones. Probablemente las decisiones est¨¦n siendo tomadas por potentados que deciden en un determinado momento qui¨¦n tiene que ser sustituido y qui¨¦n tiene que ser colocado en su lugar. Siguiendo l¨®gicas de naturaleza econ¨®mica, dictadas seg¨²n los intereses del tablero econ¨®mico de las multinacionales. Este es verdaderamente el horizonte tr¨¢gico que nos asusta. Si a esto se le a?ade que en los ¨²ltimos 20 a?os hemos estado dirigidos por una pol¨ªtica que ha alejado a Italia de la cultura, de la internacionalizaci¨®n, de las ideas¡
Las dos d¨¦cadas de Silvio Berlusconi en el poder, de las que ni el pa¨ªs ni la pol¨ªtica consiguen reponerse¡ Tenga en cuenta que la mayor parte de la clase dirigente ha seguido a un hombre que estaba preocupado sustancialmente de cuidar sus propios intereses. El problema eterno de la cuesti¨®n moral. No se ha intervenido con una ley seria sobre el conflicto de intereses para impedir que el objetivo com¨²n quedase arrodillado ante los intereses privados. Yo creo que sustancialmente el problema ha sido este: desde el punto de vista moral se ha ensalzado el modelo de hombre vencedor que representa lo peor de la italianidad. Una forma de ser que ha sido contada en el teatro, en el cine, en la literatura, pero que mirada sin un ojo cr¨ªtico se convierte en una manera de actuar arrogante. Y el problema mayor es que, a causa de la falta de ideas, el despecho por la cuesti¨®n moral, las grandes tragedias nacionales que hemos vivido en los ¨²ltimos 20 o 30 a?os ¨CTangent¨®polis, las matanzas, los grandes delitos de mafia, etc¨¦tera¨C no nos han servido para hacer una autocr¨ªtica, para refundar el pa¨ªs. La corrupci¨®n sigue siendo terrible. La cantidad de dinero y de recursos que se pierden por culpa de la corrupci¨®n es impresionante. Pero todo esto que le estoy diciendo no es solo la opini¨®n de Toni Servillo. Interpreto aquello que muchas personas simples que no se ocupan de pol¨ªtica piden con simplicidad a la pol¨ªtica.
Pero el elemento corruptivo no est¨¢ solo en la pol¨ªtica¡ No. Pero si viene se?alado desde el poder como el modelo ganador, termina legitimando la corrupci¨®n general. Este es el problema. Se ha legitimado el crimen. El delito se convierte en una cosa normal de todos los d¨ªas. Que forma parte del presupuesto familiar. No me estoy refiriendo al delito criminal de sangre, sino al delito moral. Las consecuencias son terribles. Se alimenta la falta de esperanza y, sobre todo, la falta de confianza. Hemos dejado de creer. Ya no se cree ni en nada ni en nadie. El resultado es que vivimos en esta absoluta incertidumbre.
Esa incertidumbre, ?afecta tambi¨¦n a las familias? ?Es verdad que la sociedad italiana se sustenta en parte sobre el poder de la mujer en la familia? Ha sido una gran verdad. Piense que Leonardo Sciascia dec¨ªa que el origen de la Mafia est¨¢ en el matriarcado siciliano. En el sentido de que hay cualquier cosa en la capacidad extraordinaria de las mujeres de mantener el poder, el clan. En el teatro de Eduardo de Filippo los hombres son neur¨®ticos, encerrados sobre s¨ª mismos, incapaces de decidir. Es uno de los grandes temas del teatro de Eduardo. En cambio, las mujeres son muy fuertes. Muy potentes. Determinadas. Con coraje. Incluso en mi experiencia personal, mi madre era la mujer que viv¨ªa en casa, pero que administraba y que indicaba el camino, respecto a un cierto inmovilismo del hombre. Y as¨ª como Sciascia dec¨ªa que los or¨ªgenes de la Mafia pueden tener relaci¨®n con el matriarcado siciliano, otro de nuestros grandes poetas, Umberto Saba, dec¨ªa que en Italia no hab¨ªa habido nunca una gran revoluci¨®n porque en el car¨¢cter italiano no existe la pulsi¨®n a matar al padre, sino a pedir al padre el permiso para matar al hermano. ?Entiende? F¨ªjese tambi¨¦n en los estudios sobre el mundo de la criminalidad. La mujer tiene un poder enorme porque los clanes son familiares y el silencio se ha construido a partir de esa capacidad.
Toni Servillo
Toni Servillo naci¨® en Afragola (N¨¢poles) en 1959 y desde los a?os sesenta reside en Caserta. All¨ª vive con su mujer, la actriz Manuela Lamanna, y sus dos hijos. Siempre le atrajo el teatro, al que lleg¨® de forma autodidacta. En 1977 fund¨® el Teatro Studio en Caserta, donde dirigi¨® Propaganda (1979), Norma (1982), Billy il bugiardo (1983) y Guernica (1985).
M¨¢s tarde lleg¨® al cine, en 1992, cuando particip¨® en la pel¨ªcula Morte di un matematico napoletano, de Mario Martone, director con el que repetir¨ªa en Teatro de guerra (1998). Y despu¨¦s particip¨®, entre otros filmes, en Il divo (2008), la primera pel¨ªcula en la que estuvo bajo la batuta de Paolo Sorrentino, con quien ha repetido en otros trabajos; entre ellos, el ¨²ltimo y muy sonado La gran belleza (2013).
?C¨®mo reacciona el hombre italiano a esa relaci¨®n? Yo creo que los hombres italianos estamos muy atrasados en lo que respecta a la relaci¨®n con las mujeres. Esto a m¨ª me lo ha ense?ado el teatro. La mujer expresa una inteligencia del coraz¨®n. Y de esto Italia tiene mucha necesidad. Tambi¨¦n desde el punto de vista intelectual creo que las mujeres expresan esta capacidad de poner juntas la inteligencia y los sentimientos.
?Cu¨¢l es la obra de teatro o la pel¨ªcula de la que se siente m¨¢s orgulloso? Uf. Creo que lo mejor que he hecho ha sido formar una compa?¨ªa teatral con la que puedo hacer mi trabajo con plena autonom¨ªa y con total libertad. S¨ª, esta es la cosa m¨¢s importante que he hecho. El resto es la consecuencia de esta conquista. Mire, considere que esta semana voy a Perugia y la pr¨®xima a Bari. Despu¨¦s del espect¨¢culo, saldr¨¦ para Los ?ngeles, me sentar¨¦ con Paolo Sorrentino en la ceremonia de los Oscar [la entrevista tiene lugar antes de la gala] y al d¨ªa siguiente vuelvo y voy a escena en Padua. No debo a?adir nada m¨¢s¡ Alguno puede imaginar que yo en este momento est¨¦ de gira por Am¨¦rica y en cambio estamos aqu¨ª [en el patio de butacas del teatro de Prato] y dentro de dos semanas estar¨¦ otra vez en un teatro italiano con Le voci di dentro. Pero esto lo considero una libertad. El teatro, mi compa?¨ªa, es mi equilibrio, mi gimnasio. Mi ecolog¨ªa mental.
Para no perder el norte¡ Exacto, para no perder la br¨²jula. El teatro te da la oportunidad del conocimiento de los otros, de las ciudades, de los pa¨ªses. Yo me defino a trav¨¦s de mi oficio de actor. Voy por el mundo para dar fe de la belleza del italiano, de nuestra forma de hablar, pero tambi¨¦n para recibir el testimonio concreto de la gente y de la cultura. Igual que hemos hecho aqu¨ª en Prato, paseamos, vamos a los restaurantes, nos mezclamos con la gente, aprendemos y conocemos. As¨ª he conocido cosas que hoy son fundamentales en mi vida.
Por ejemplo¡ Por hablarle de su pa¨ªs, Garc¨ªa Lorca, pero tambi¨¦n Camar¨®n de la Isla. Camar¨®n es una de las cosas bellas de la vida. Lo he conocido yendo a Espa?a. Mi verdadera pasi¨®n es la m¨²sica cl¨¢sica. Y de la misma forma que cuando ten¨ªa 16 o 18 a?os no conceb¨ªa la vida sin Stevie Wonder, hoy no podr¨ªa imaginarla sin Bach o Brahms. Ni imaginar¨ªa la vida sin la m¨²sica de Camar¨®n, sin Tomatito, sin Paco de Luc¨ªa. La potencia. Esa voz sufriente. Aunque para nosotros, los napolitanos, el fado est¨¢ m¨¢s cerca del flamenco. Porque el flamenco contiene una dimensi¨®n tr¨¢gica que los napolitanos no conocen.
?De qu¨¦ forma ha influido su ¨¦xito en el cine con su trabajo en el teatro? Ha mezclado p¨²blicos. De la misma forma que ha sucedido en pa¨ªses de gran tradici¨®n como Reino Unido o Polonia. Le pongo solo un ejemplo: a Andrzej Wajda, un gran director teatral, con el que han colaborado generaciones de grand¨ªsimos actores polacos, lo descubrimos primero en el cine y solo despu¨¦s hemos sabido de su grand¨ªsima tradici¨®n teatral. De ah¨ª que yo quiera que el p¨²blico entienda muy bien que, para m¨ª, mi labor en el teatro no es una antec¨¢mara para el cine. Sino que hay una continuidad desde el punto de vista del lenguaje, del modo en el que se propone, del desaf¨ªo. Quien me viene a ver al cine y luego viene al teatro se confronta con el mismo artista, desde el punto de vista humano, intelectual y moral.
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