En ruta con Lagerfeld
Karl Lagerfeld es el ¨²ltimo de una especie, la de los grandes emperadores de la moda. El prestigioso editor Godfrey Deeny ha viajado con ¨¦l recientemente de Par¨ªs a Dallas.?Sus conversaciones desvelan la personalidad m¨¢s cercana del creador
Es uno de los mayores conversadores de Europa occidental desde Oscar Wilde. Habla cuatro idiomas con fluidez. Es un icono reconocible al instante. Un repu?tado fot¨®grafo y el mejor creador de moda vivo. ?Oh!, y adem¨¢s, dise?a para tres conocidas firmas, principalmente para Chanel, la marca m¨¢s famosa y cl¨¢sica del mundo. Me estoy refiriendo a Karl Lagerfeld, alguien con quien tengo el placer de coincidir no menos de diez ocasiones cada a?o. En un desfile. En las presentaciones de alguna de las seis colecciones que dise?a para Chanel en Par¨ªs. O en las dos que hace para Fendi en Mil¨¢n. Otras veces en el Grand Palais, como me sucedi¨® hace algo m¨¢s de un mes en Par¨ªs cuando present¨® sus dise?os en la gran cumbre de la moda parisiense, la Semana de la Alta Costura. Tambi¨¦n le encontr¨¦ en una fiesta en la Embajada de Estados Unidos que organiz¨® Anna Wintour para Richard Baker, el nuevo propietario de los grandes almacenes estadounidenses Saks Fifth Avenue, en la que rivalizaron un plantel de dise?adores y el doble de presidentes ejecutivos para ver de cerca al nuevo empresario. Creadores como Alber Elbaz y dise?adores como Pier Paolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri de Valentino. El dise?ador de Balmain, Olivier Rousteing. Giambattista Valli y el joven y prometedor modista irland¨¦s J. W. Anderson, envuelto de arriba abajo en oro y brocado, que acaba de entrar en el grupo LVMH. Pero Lagerfeld eclips¨® a todos ellos. As¨ª que no dud¨® en codearse, al tiempo que beb¨ªa sorbitos de champ¨¢n, con el magnate del lujo franc¨¦s Fran?ois Henri-Pinault; con el presidente ejecutivo de Dior, Sidney Toledano; con el fundador de Diesel, Renzo Rosso, y con Andrea della Valle, propietario de Tod¡¯s y Hogan, que precisamente acababa de lanzar el d¨ªa anterior la marca Schiaparelli.
Muchos dise?adores han olvidado que su trabajo consiste nada m¨¢s que en hacer vestidos
¡°No me hab¨ªa dado cuenta de que era taaaan alto¡±, brome¨® Karl Lagerfeld refiri¨¦ndose a los dos metros de altura de Marco Zanini, que hab¨ªa debutado el lunes con Schiaparelli, la legendaria rival de Coco Chanel.
Aquella reuni¨®n tuvo lugar despu¨¦s de la presentaci¨®n de su ¨²ltimo y verdaderamente sorprendente desfile de moda. Las sesenta y cinco modelos llevaban zapatillas de deporte. La mayor¨ªa bajaba bailando las escaleras del Grand Palais, rebautizado esta temporada como ¡°Club Cambon¡± en referencia a la calle del distrito de Par¨ªs en la que Coco Chanel abri¨® su primera tienda, decorado como el t¨ªpico club nocturno de Hollywood con ambiente futurista y tecnol¨®gico.
¡°Hoy d¨ªa, las mujeres se ponen este tipo de calzado a todas horas¡±, afirma Lagerfeld refiri¨¦ndose a las zapatillas deportivas. Las suyas llevan la doble C en las suelas y las hace Massaro, el artesano zapatero de Chanel, con materiales cuidadosamente elegidos como encaje o tul bordado. ¡°Parecen tartas de crema, ?verdad?¡±, dice el dise?ador ri¨¦ndose.
Una serie de conjuntos deportivos dejaban ver las cinturas perfectamente definidas gracias a unos cors¨¦s el¨¢sticos, consiguiendo con ello siluetas femeninas m¨¢s frescas y atl¨¦ticas, con partes de arriba estructuradas y faldas ligeramente acampanadas. Las rodilleras y las coderas de tejido acolchado ofrec¨ªan la imagen de una mujer entre deportista y motorista de motocross. Pero, eso s¨ª, todas derrochando elegancia.
Dos d¨ªas antes hab¨ªa asistido por la noche a una presentaci¨®n en el estudio de Karl en Chanel. Un privilegio que solamente se concede a los cr¨ªticos de moda de los principales diarios y a algunas editoras de Vogue. ¡°Miss Choupette me despert¨® casi de madrugada. Estaba hambrienta. As¨ª que no me pude volver a dormir. Sin embargo, admito que me encanta que duerma conmigo en la cama¡±, me explic¨® Lagerfeld acerca de su gata.
A los dise?adores les encantan las mascotas. Tom Ford ten¨ªa un scottish terrier. La de Donatella Versace era una cosita salvaje que se llamaba Audrey. Mientras que Yves Saint Laurent ten¨ªa cuatro bulldogs a los que siempre les pon¨ªa el mismo nombre: Moujik. Adem¨¢s, eran malos y gru?ones.
¡°Esta gata es una superestrella. Los estudios Disney quieren hacer unos dibujos animados con Choupette como protagonista¡±, revela Amanda Harlech, alter ego del dise?ador en Chanel. ¡°Choupette representa un cambio inesperado en mi vida. Y no hay nada que me guste m¨¢s que las cosas inesperadas. Para m¨ª son vitales porque soy dise?ador¡±.
Todos estos detalles no tendr¨ªan ninguna importancia si Karl Lagerfeld no fuera el gran creador que es. Incluso cuando est¨¢ a punto de cumplir 80 a?os, a¨²n puede presumir de muchas cosas buenas. Las mejores. Una prueba de ello ha sido el sorprendente espect¨¢culo nocturno que ofreci¨® Chanel durante la alta costura, amenizado por una orquesta de cuerdas y percusi¨®n dirigida por Sebastien Tellier.
Este ha sido el cuarto acto de Chanel al que he asistido en los ¨²ltimos meses. En octubre pasado, y de nuevo en el Grand Palais, el dise?ador transform¨® el gran sal¨®n de finales del siglo XIX en la galer¨ªa de arte m¨¢s grande del mundo, con una presentaci¨®n de moda muy cuidada y brillante de acuerdo con las pretensiones art¨ªsticas de este gran modisto. Cre¨® 75 ¡°obras de arte¡±. Desde enormes frascos de perfume de m¨¢rmol falso de nombre Insumergible hasta gigantes l¨¢pices de labios rojos de tres metros de altura con la doble C incrustada y titulados Encrucijada de Logos, que asemejaban los trabajos art¨ªsticos de Jeff Koons.
¡°Es el aaarte de Chanel¡±, afirmaba Lagerfeld ri¨¦ndose entre dientes despu¨¦s del desfile. ¡°Antiguamente, los dise?adores sent¨ªan que la sociedad les despreciaba porque eran considerados meros sastres. Ahora, todos quieren ser reconocidos como artistas. Sin embargo, muchos de ellos han olvidado que su trabajo consiste nada m¨¢s que en hacer vestidos. ?O no es verdad?¡±.
Un mes despu¨¦s aterrizamos en S?o Paulo. En el mundo de la moda, acompa?ar a Karl Lagerfeld es igual que seguir el recorrido de una familia real o la gira de un artista de rock. Conlleva rodearse de multitud de seguidores y fot¨®grafos, sobrellevar grandes dosis de glamour y prestar diaria y constante atenci¨®n a, literalmente, miles de personas. Su visita a Brasil ha marcado la pen¨²ltima secuencia de la exposici¨®n fotogr¨¢fica sobre una prenda de vestir, La peque?a chaqueta negra, que se ha convertido en todo un fen¨®meno. Lagerfeld present¨® primeramente sus trabajos en la sala de exposiciones de un edificio dise?ado por Oscar Niemeyer emplazado en el Parque Ibirapuera, popularmente conocido como OCA y famoso por su c¨²pula en la que destacan las aberturas con forma de escotilla.
Poco antes de su llegada, Vogue hab¨ªa ilustrado la portada de su revista de octubre con La peque?a chaqueta negra. ¡°La chaqueta m¨¢s famosa de la historia por fin ha llegado a Brasil¡±, rezaba el titular.
¡°No he venido aqu¨ª para hacer turismo. Es un viaje de trabajo¡±, afirm¨® el modista mientras almorz¨¢bamos, atento a uno de sus siguientes proyectos y contestando emails a Par¨ªs con bocetos de la colecci¨®n M¨¦tiers d¡¯Art que presentar¨ªa en Dallas a principios de diciembre.
Su almuerzo aquel d¨ªa en el restaurante Fasano consisti¨® en dos platos de carpaccio de vieiras, pescado a la plancha y una coca-cola light. ¡°No soy un gran admirador de la cocina francesa ni de sus vinos. Esa tentaci¨®n no me atrae. Pero no espero que otros me imiten¡±, afirm¨® sonriendo el dise?ador abstemio.
Con todo, Karl sabe ser a veces muy mordaz. Hace ya varios a?os se pele¨® con Emmanuelle Alt, directora de Vogue Francia, y desde entonces le encanta hablar mal de esa revista. Frecuentemente se comenta que en una ocasi¨®n alguien le pregunt¨® por Vogue y ¨¦l solt¨®: ¡°Pens¨¦ que ya exist¨ªa la versi¨®n portuguesa de Marie Claire¡±.
A la fiesta asistieron personajes famosos del entorno de Karl como la actriz Diane Krugger, la estilista y editora de moda Carine Roit??feld, Alex Dellal, rockero y asiduo de la alta sociedad, y la musa francesa Caroline de Maigret. A pesar de poseer grandes habilidades para conversar, a Karl le gusta, no obstante, recluirse en compa?¨ªa de alguno de sus m¨¢s de 300.000 libros.
¡°Los libros y el papel son algunas de las cosas con las que m¨¢s disfruto. Tambi¨¦n con los dise?os, porque siempre se empieza a partir de un boceto. As¨ª es como supe que pod¨ªa ganarme la vida con la moda. A pesar de que al principio quer¨ªa ser pintor de retratos o dibujante. As¨ª que, para m¨ª, los libros y el papel son algo m¨¢gico. Cuando era peque?o siempre me daba miedo quedarme sin papel de dibujo. Recuerdo que un d¨ªa le ped¨ª a mi padre que me comprara y ¨¦l me contest¨®: ¡®Si est¨¢s dibujando sobre una cara del papel, tambi¨¦n puedes hacerlo sobre la otra¡¯. Le dije a mi padre que nunca en mi vida har¨ªa un boceto en el reverso de una hoja¡±, me cont¨® Karl al tiempo que olisqueaba el libro La peque?a chaqueta negra y alardeaba del n¨²mero de ejemplares, 140.000, que se hab¨ªan vendido. ¡°Probablemente es el mejor libro de fotograf¨ªas de todos los tiempos¡±.
Su obsesi¨®n a¨²n contin¨²a. En cierta ocasi¨®n, despu¨¦s de mostrarle un ejemplar de una revista sobre moda y f¨²tbol que hab¨ªa publicado ¨Cha prestado su colaboraci¨®n con unos maravillosos dibujos de estrellas como Totti, Rooney, Thierry Henry y Ronaldo¨C, su reacci¨®n inmediata no fue leerla. ?Lo primero que hizo fue olerla!
Seis semanas despu¨¦s nos trasladamos a Dallas para la presentaci¨®n de M¨¦tiers d¡¯Art. El desfile permiti¨® descubrir la exquisitez con la que combin¨® la tradici¨®n de Texas con la elegancia de la firma. All¨ª tambi¨¦n descubr¨ª que la ciudad hab¨ªa encontrado en Karl Lagerfeld al sustituto del mundialmente conocido y recordado J. R. Ewing, protagonista de la serie Dallas. ¡°Esto representa una fantas¨ªa texana m¨¢s rom¨¢ntica y sofisticada que la ¨¦poca de los colonizadores¡±, afirm¨® el dise?ador. La colecci¨®n M¨¦tiers d¡¯Art, que ha sido concebida para rendir homenaje a los talleres artesanos que colaboran con la casa Chanel desde hace 15 a?os, recala anualmente y desde hace una d¨¦cada en un destino internacional diferente para presentar las creaciones de la firma.
Las modelos desfilaban con plumas en la cabeza, algunas con tocados como los de los jefes indios ¨Cen ocasiones con destellos color rosa y una doble ¡°C¡± estampada¨C, y luc¨ªan vaporosas blusas blancas. Todo ello inspirado en la indumentaria del Lejano Oeste y los vestidos de la pradera.
La actriz y modelo Dree Hemingway hizo acto de presencia en dos ocasiones. La primera como ¡°una encantadora debutante de Texas¡±, vestida con una falda de volantes de gasa y un corpi?o con escote asim¨¦trico cubierto de plumas rojas de gallo. Y la segunda enfundada en un abrigo de lana de cuadros ajustado a la cintura con un cintur¨®n para cartuchos y las mangas rematadas con piel de forro, lo que Lagerfeld caracteriz¨® como ¡°chaparreras de brazos¡±.
Lo primero que ve¨ªan los invitados al entrar en la fiesta que precedi¨® al desfile era una recreaci¨®n de un autocine, con una colecci¨®n de coches descapotables como Buick, Cadillac y, por supuesto, Mustang, desde los que se pod¨ªa presenciar la proyecci¨®n del cortometraje The return, una idea escrita y realizada por el propio Lagerfeld para recordar el regreso de Coco Chanel al mundo de la moda en 1954. Karl comparti¨® su descapotable con Anna Wintour. La pel¨ªcula empieza con una preocupada Coco por las respuestas negativas de los directores de prensa locales. Algunos cr¨ªticos franceses han opinado negativamente sobre este espect¨¢culo. Y finaliza de forma emotiva mostrando los ¨²ltimos d¨ªas de Chanel muriendo sola con la ¨²nica compa?¨ªa de su mayordomo, que interpreta el peluquero de la casa Sam McKnight.
Siempre se empieza a partir de un boceto. Para m¨ª, los libros y el papel son algo m¨¢gico
Despu¨¦s de la proyecci¨®n, los invitados se trasladaron a Fair Park. Aquella semana, una tormenta de nieve golpe¨® Dallas, lo que dificult¨® el acceso a algunos edificios de la ciudad, entre ellos el monumental Museo de Artes Decorativas, m¨¢s grande incluso que la plaza del Trocadero. Ya en el interior tuvo lugar el desfile, al m¨¢s puro estilo vaquero, en un recinto convertido en un rodeo al que asistieron 900 invitados, entre ellos el multimillonario de la alta sociedad Lynn Wyatt y la actriz de la saga Crep¨²sculo Kristen Stewart, que acababa de convertirse en la nueva imagen de la colecci¨®n M¨¦tiers d¡¯Art.
¡°Me sent¨ª un poco importante cuando Karl se fij¨® en m¨ª. Ahora mismo, ¨¦l simboliza los cimientos del mundo de la moda. Es genial formar parte de su equipo y, eso, adem¨¢s, me permite asistir a todos los actos que se celebren¡±, me dijo Kristen Stewart.
En el Museo de Artes Decorativas de Dallas se puede ver una reproducci¨®n de La Pausa, la casa que ten¨ªa Coco Chanel en un acantilado en Roquebrune-Cap Martin, incluidas unas sillas de estilo g¨®tico labradas en piel, un regalo, al parecer, de su amante el duque de Westminster.
¡°No he tenido tiempo para ir a verlo. Porque a los trabajadores no se nos permite asistir a actos culturales¡±, afirm¨® Lagerfeld ri¨¦ndose.
Karl Lagerfeld es, en persona, tremendamente amable. Muy educado, le gusta estar bien informado sobre lo que le rodea. Habla con todo el mundo de igual a igual, sin importarle la clase social. Nunca le he o¨ªdo levantar la voz a ninguna persona de su equipo, y le he visto hablar con Anna Wintour con el mismo timbre de voz con el que habla a la limpiadora de su casa. Es decir, con los modales de un caballero.
A¨²n existe un debate sobre la edad que tiene ¨Ces probable que est¨¦ cerca de los 80¨C, pero tengo que reconocer que de todos los octogenarios que conozco es el que mejor se conserva. Ahora no est¨¢ tan delgado como cuando decidi¨® perder 40 kilos para poder meterse en un traje sastre ajustado de la l¨ªnea hombre de Dior de Hedi Slimane hace ya diez a?os. Pero sigue est¨¢ndolo para ajustarse un pantal¨®n texano. ?ltimamente viste los de su propia marca en tela vaquera negra. Pero sigue siendo fiel a sus famosas gafas y a su cola de caballo. A estas se suman las botas de tac¨®n cubano de Massaro, camisas con ?cuello alto confeccionadas por su sastre favorito, Hilditch & Key, gemelos antiguos y una ?corbata ancha de seda. Acostumbra llevar levitas de Dior, aunque a veces le gusta cambiar esa prenda. En un desfile reciente la sustituy¨® por una cazadora de cuadros de Sacai. Todo un cl¨¢sico, desde luego, pero siempre dispuesto a conocer y vestirse con las ¨²ltimas tendencias de los nuevos dise?adores japoneses.
Traducci¨®n de Virginia Solans
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