Anne Pingeot, la mujer que vivi¨® en la sombra de Mitterrand
Un libro cuenta el secreto 'affaire' que el expresidente franc¨¦s mantuvo durante m¨¢s de 30 a?os De esa relaci¨®n naci¨® su hija Mazarine
¡°?Qu¨¦ ten¨ªa aquella mujer para que Mitterrand no pudiese renunciar a ella?¡±. Aquella mujer es Anne Pingeot, la que comparti¨® en la sombra la vida del primer presidente socialista de la V Rep¨²blica francesa durante m¨¢s de tres d¨¦cadas, y madre de su hija Mazarine. La pregunta se la hace el periodista David Le Bailly, quien intenta resolver el enigma que casi 20 a?os despu¨¦s de la muerte de Mitterrand sigue rond¨¢ndola. Lo hace en el libro reci¨¦n publicado La captive de Mitterrand (La cautiva de Mitterrand, ediciones Stock). ¡°?Qu¨¦ le aportaba ella para que llegara a aceptar una hija fruto del adulterio, que le supon¨ªa jugarse al p¨®ker su sue?o pol¨ªtico de ser presidente?¡±.
La imagen m¨¢s conocida de Pingeot fue la de su aparici¨®n junto a su hija en los funerales del exmandatario en enero de 1996. Con el rostro cubierto por un sombrero con velo negro, abrazada a su hija, el mundo la descubr¨ªa a escasa distancia de la esposa oficial, Danielle Mitterrand. A?o y medio antes, la revista Paris Match revelaba la existencia de esta hija. Desde entonces, Mazarine ha crecido, tiene tres hijos, es escritora y participa en varios programas de televisi¨®n y de radio. Pero el hermetismo sigue acompa?ando a la figura de Anne, el gran amor de Mitterrand.
La labor de De Bailly no ha sido f¨¢cil. El c¨ªrculo cercano de la protagonista se cerr¨® en banda cuando trat¨® de contactarlos; algunos le colgaron el tel¨¦fono, otros respondieron con generalidades sobre su discreci¨®n y su dulzura. La propia Anne Pingeot dio orden de no hablar y amenaz¨® al periodista con acciones legales. Pese a todo, este logr¨® reunir un centenar de testimonios, que, unidos a un trabajo de investigaci¨®n, se acercan a la definici¨®n de esta mujer que, a sus 70 a?os, pasea por Par¨ªs en bicicleta.
La pareja se conoci¨® en Hossegor, en el suroeste de Francia, donde la familia Mitterrand y la de los Pingeot, industriales de componentes de autom¨®viles primos de los Michelin, sol¨ªan veranear. Sus casas se hallaban apenas a unos metros y el entonces ministro, amigo del padre de Anne, Pierre Pingeot, era un invitado habitual. Pero la relaci¨®n entre los dos no se concret¨® hasta tiempo despu¨¦s, cuando Anne decidi¨® dejar Cl¨¦rmont-Ferrant y emigrar a Par¨ªs. En 1961, ingres¨® en la antigua Escuela de Profesiones de Arte, hoy sede del Museo Picasso. Mitterrand, al que la t¨ªa de la joven hab¨ªa pedido que cuidara, le permiti¨® descubrir un mundo de literatura y arte, tomaban el t¨¦ en casa, daban paseos por los jardines... compart¨ªan el gusto por el silencio y la naturaleza. Poco a poco la relaci¨®n se estrech¨®, hasta el punto que no pasaba un d¨ªa sin que ¨¦l la llamase.
Ella lo apod¨® Cechino, diminutivo italiano de Fran?ois. ?l, celoso, le prohibi¨® que saliera con chicos de su edad. La joven, de quien los compa?eros dec¨ªan que ¡°vest¨ªa como una monja¡±, era poco aficionada a la vida nocturna. Fue el inicio de una vida de romance secreto, del que solo estaban al tanto algunos amigos. Pese a todo, Anne acud¨ªa a sus m¨ªtines y cuando la pareja se cruzaba a alg¨²n conocido, Mitterrand no dudaba en presentarla, sin revelar nunca su relaci¨®n con ella. Pocos se fijaban en aquella chica callada, siempre en segundo plano. No se parec¨ªa a las numerosas mujeres con las que se acostumbraba a ver al pol¨ªtico. Pero los rumores circulaban y, cuando Anne logr¨® el t¨ªtulo de conservadora en el Museo del Louvre, por los pasillos se murmur¨®: ¡°Es la amante de Mitterrand¡±. Herida en su orgullo, Anne se construy¨® un caparaz¨®n y su car¨¢cter se hizo m¨¢s seco y duro.
Danielle, la esposa leg¨ªtima, sab¨ªa lo que pasaba. Corr¨ªa el a?o 1965 cuando se enfrent¨® a su marido con un ultim¨¢tum: ¡°O ella o yo¡±. El pol¨ªtico se lo pens¨®. Se habl¨® de divorcio, pero, finalmente, todo qued¨® en nada. Una d¨¦cada despu¨¦s, fue Danielle quien se enamor¨® de un joven profesor de deportes. Entonces, Mitterrand preparaba su segundo y exitoso asalto al El¨ªseo, por lo que descart¨® la separaci¨®n. El matrimonio lleg¨® as¨ª al compromiso de mantener las apariencias y vivir libremente su vida sentimental.
La noche del 10 de mayo de 1981, tras las elecciones, cuando desde su casa de la rue Jacob sentada frente al televisor con la peque?a Mazarine de seis a?os en las rodillas, vio aparecer el rostro del nuevo presidente, Anne no pudo evitar echarse a llorar. ¡°Fue el peor d¨ªa de mi vida¡±, relat¨® m¨¢s tarde a su amiga ?lisabeth Normand. Las im¨¢genes mostraron a la pareja oficial, aclamada por la multitud, en su basti¨®n de Ch?teau-Chinon, en la Borgo?a. Pero a las dos de la ma?ana, cuando lleg¨® a Par¨ªs, Mitterrand mand¨® un coche a recoger a Anne para llev¨¢rsela a la sede del partido socialista. Aturdida, ella lo felicit¨®, pero volvi¨® r¨¢pidamente a casa. El presidente organiz¨® la aut¨¦ntica celebraci¨®n al d¨ªa siguiente con sus ¨ªntimos en la rue Jacob. Y dos a?os m¨¢s tarde decidi¨® mudarse con Anne y Mazarine a unas dependencias oficiales. El secreto se mantuvo intacto a¨²n una d¨¦cada m¨¢s.
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