Vivir en el temporal
Ni los m¨¢s viejos lobos de mar de la Costa da Morte, donde olas de m¨¢s de 20 metros treparon la torre del faro Vilano, recuerdan una invernada semejante
El invierno no esper¨® ni un segundo. El pasado 21 de diciembre comenz¨® a llover con intensidad en Galicia. Dos meses y medio despu¨¦s segu¨ªa lloviendo. En la costa pudo o¨ªrse ese primer d¨ªa el engranaje en marcha de un mar de fondo. En marzo segu¨ªa bramando y embistiendo contra tierra. Aquella noche, una manifestaci¨®n art¨ªstica recorr¨ªa las calles coru?esas en recuerdo del pintor y poeta del surrealismo marino Urbano Lugr¨ªs, un mito capaz de pintar sumergido con escafandra, y que leg¨® una profec¨ªa: ¡°?Deber¨ªamos arrodillarnos ante el mar!¡±. ?l se llev¨® los paraguas de colores. Era la avanzadilla del Dirk, un temporal que no solo arruin¨® las cuentas pesqueras, sino que hizo caer las mism¨ªsimas vigas del cielo. En la Nochebuena, un apocalipsis de agua y fuego destroz¨® la Barca de Mux¨ªa, el m¨¢s venerado de los santuarios marinos.
Enseguida tom¨® el relevo el Erik, que en fin de a?o zarande¨® Galicia hasta las piedras. En 2014 todas las borrascas llevar¨¢n nombre femenino. As¨ª que se llamaba Anne la tempestad que convirti¨® la noche de Reyes en una pesadilla. ¡°No pod¨ªamos creer lo que ve¨ªamos¡±, cuenta Ant¨®n Carracedo, alcalde de Laxe, de estirpe marinera. ¡°Ca¨ªan montes de mar sobre los barcos. Hubo que desamarrarlos para que no se fuesen al fondo. Pasamos toda la noche de Reyes en vilo, capeando, un cuerpo a cuerpo con el temporal¡±.
Siguieron Petra, Ruth¡ Ya en marzo, Cristina. Semana tras semana, mudando de nombre, sin pausa, en metamorfosis de una tempestad incesante. Siempre ha habido temporales, pero ni los m¨¢s viejos lobos de mar de la Costa da Morte, donde olas de m¨¢s de 20 metros treparon la torre del faro Vilano, recuerdan una invernada semejante.
¨C?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo? ?Hay una insurgencia en la atm¨®sfera? ¨Cpregunto al meteor¨®logo Carlos Balseiro, del blog 4gotas.com, que lleva muchos a?os escrutando lo visible y lo invisible en el cielo y el oc¨¦ano.
¨CNo, con los datos que tenemos, no hay un cambio de r¨¦gimen atmosf¨¦rico. Si esta serie de borrascas fuera una consecuencia del cambio clim¨¢tico, estar¨ªamos ante un escenario tremebundo. Lo que est¨¢ ocurriendo es un choque de hostilidades prolongado entre la pujante corriente del chorro [fr¨ªo polar en las altas capas] y la vanguardia del anticicl¨®n.
Galicia y la cornisa cant¨¢brica son ahora un campo de batalla, pero no se consolida una revoluci¨®n atmosf¨¦rica, sino una especie de estado de excepci¨®n que vive su apoteosis medi¨¢tica como el gran espect¨¢culo de una naturaleza virtual. Es el gran boom de los programas meteorol¨®gicos de televisi¨®n. La gente ha encontrado en el nuevo lenguaje una explicaci¨®n convincente: la ciclog¨¦nesis. Con m¨¢s entusiasmo a¨²n: la ciclog¨¦nesis explosiva. Un t¨¦rmino cient¨ªfico convertido en superstici¨®n popular. Porque la ciclog¨¦nesis denomina el origen del cicl¨®n, pero no el efecto. No importa. Como una red social atmosf¨¦rica, los ciclogen¨¦ticos se concentran en los miradores mar¨ªtimos con su panoplia de c¨¢maras. Y abroncan al mar cuando se modera y lo celebran cuando se alza en galerna.
La competencia virtual tambi¨¦n se desarrolla en el campo onom¨¢stico. Los amantes de las borrascas se disputan su nombre. Para denominar a una hay que contactar con el departamento de Meteorolog¨ªa de la Universidad Libre de Berl¨ªn, ponerse a la cola, y abonar 200 euros. Hay quien lo hace como una demostraci¨®n de amor, poniendo al temporal el nombre de la persona a la que ama.
La otra cara de esta historia es la ruina del sector pesquero, que da empleo en Galicia, entre marineros y mariscadores, a m¨¢s de 150.000 personas. Durante todo este tiempo sin poder salir a la mar, no han percibido ning¨²n ingreso ni recibido ninguna paga, ni siquiera la exenci¨®n de la Seguridad Social, medida que se aplic¨® en el pasado. Incluso se han triplicado las tasas portuarias. Xos¨¦ Iglesias, 38 a?os, un ecologista due?o y patr¨®n del Primero Villar, dice que los grandes lobbies quieren acabar con la pesca de bajura que es ¡°la m¨¢s social y menos destructiva¡±. En la ¨²ltima venta, le han pagado 1,50 euros por kilo de merluza, que al poco tiempo se vend¨ªa a 8 euros en un centro comercial.
¡°Son pocos los privilegiados capaces de entender la voz del oc¨¦ano¡±, escribi¨® en la revista Atl¨¢ntida Jos¨¦ Mar¨ªa Castroviejo. En los pueblos marineros de Galicia, antiguamente, los que ten¨ªan ese don de interpretar el lenguaje del mar eran conocidos como escoitas. Los escuchas. Un escucha legendario, Seraf¨ªn Mourelle, 80 a?os, superviviente del Gran Sol, me dice: ¡°Conozco desde que nac¨ª el oc¨¦ano, pero, mira, sigue siendo un desconocido".
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