Keira Knightley, sangre de actriz
A los 3 a?os pidi¨® un agente de representaci¨®n A los 15 protagoniz¨® su primera pel¨ªcula en el cine A los 20 fue candidata al Oscar y a los 22 ya era la segunda int¨¦rprete mejor pagada del mundo Este es un encuentro con uno de los rostros m¨¢s conocidos y codiciados del celuloide
Keira Knightley tiene un punto macarra que rompe con la te¨®rica elegancia del lugar y el ambiente elegido para la entrevista. La luz plateada de un d¨ªa encapotado en Par¨ªs se filtra a trav¨¦s de los ventanales de un edificio de techos infinitos y suelos de parqu¨¦ pulido, ubicado en uno de los costados de la Place de Vend?me, donde se concentran las joyer¨ªas m¨¢s exclusivas de la ciudad, y le golpea a la actriz sutilmente en las pupilas casta?as. Lleva en los p¨¢rpados una pincelada violeta. Se incorpora y tuerce el morro y muestra unos colmillos bastante afilados y levanta el dedo ¨ªndice de su mano derecha y grita: ¡°?Fuck off!¡±. En este momento de su narraci¨®n, el realizador Joe Wright le acaba de dar el papel de Elizabeth Bennet en Orgullo y prejuicio (2005), la pel¨ªcula que, probablemente, echando la vista atr¨¢s, cambi¨® el rumbo de su carrera. Hasta entonces, para lo bueno y lo malo, Knightley era el rostro juvenil de Piratas del Caribe; sin¨®nimo de taquillazo comercial para los productores de la industria cinematogr¨¢fica (la pel¨ªcula hab¨ªa recaudado casi quinientos millones de euros en todo el mundo) y motivo por el cual Wright, entre otros directores, se resist¨ªa a trabajar con ella. Pero quienes manejan el dinero le obligaron a quedar con ella.
La primera cita tuvo lugar en Montreal (Canad¨¢). Keira Knightley se encontraba all¨ª rodando y ten¨ªa que madrugar al d¨ªa siguiente. Sab¨ªa que el cineasta no la quer¨ªa para el papel. ?l lleg¨® en un vuelo con cuatro horas de retraso, de malas pulgas, a rega?adientes. Tal y como lo recuerda Knightley: ¡°Nos sentamos el uno delante del otro; fuimos bordes y desagradables. Los dos nos marchamos de all¨ª diciendo: no me gusta¡±. Los productores insistieron, y tambi¨¦n los agentes de la actriz. Wright y Knightley accedieron a verse de nuevo al cabo de unas semanas en Londres. ¡°En esta segunda cita yo fui un desastre y ¨¦l se dio cuenta de que realmente era as¨ª, desastrosa, y no la t¨ªpica remilgada. Pens¨®: puedo trabajar con ella. Y recuerdo que cuando ya me iba, me grit¨®: ¡®?S¨²bete esos pantalones!¡¯. Los llevaba ca¨ªdos, a la moda. Me gir¨¦ y le dije: ¡®?Que te jodan!¡±.
Y as¨ª es como Knightley, vestida ahora de pies a cabeza de Chanel, con un sobrio cuello vuelto, una falda de tweed y botas con tac¨®n ligero, cuenta c¨®mo su carrera se at¨® a la de Wright, un t¨¢ndem creativo que ha dado otras dos pel¨ªculas (Expiaci¨®n y Anna Karenina) y que se encuentra entre los motivos de la entrevista: Wright ha dirigido el nuevo spot publicitario del perfume Coco Mademoiselle, protagonizado por la actriz, y cuyo lanzamiento en Internet est¨¢ previsto para el 21 de marzo. Knightley es rostro de esta fragancia desde 2007, y Wright ha filmado los tres anuncios que desde entonces ha protagonizado para la casa, una trilog¨ªa en la que la actriz siempre parece estar escapando. Con aquel ¡°?fuck off!¡± que resuena a¨²n en las oficinas de la marca en Par¨ªs, ?Knightley logr¨® sacudirse el polvo de los Piratas y convertirse en una de las int¨¦rpretes m¨¢s j¨®venes en pelear por un Oscar. Ten¨ªa 20 a?os.
Pero se podr¨ªa decir que Knightley naci¨® actriz. A menudo se ha contado que a la temprana edad de tres a?os reclam¨® a sus padres un representante. Se ha contado menos que su madre, Sharman McDonald, una int¨¦rprete de origen escoc¨¦s, con miedo insuperable al escenario y ambici¨®n de escritora, hizo a principios de los ochenta un pacto con su marido, el tambi¨¦n actor Will Knightley: si ella consegu¨ªa vender su primera obra de teatro, podr¨ªan permitirse tener otro beb¨¦. Escribi¨® una tragicomedia sobre el reencuentro durante unas vacaciones de una madre con su hija. La envi¨® con seud¨®nimo al teatro Bush de Londres, donde la ley¨® un tipo llamado Alan Rickman, encargado en esa ¨¦poca de cribar entre el mont¨®n de originales de autores desconocidos. Entusiasmado, recomend¨® a los responsables del teatro que la representaran. La obra, titulada Cuando era una ni?a sol¨ªa chillar y gritar, se estren¨® en 1984. Un a?o despu¨¦s naci¨® Keira Knightley, segundo v¨¢stago del matrimonio. Y McDonald, que no suele hablar con la prensa, y menos a¨²n a ra¨ªz de la fama de su hija, reflexionaba en 2005 sobre su debut como autora teatral en una entrevista publicada en el diario londinense The Guardian: ¡°Me dio una carrera, me dio una casa, y sobre todo me dio a mi hija. Nos permiti¨® vivir¡±.
Pueden amarte u odiarte. Pero no hay nada que puedas hacer. Es parte del juego. Tienes que fiarte de tu instinto y de los directores que respetan tu trabajo
En su primer recuerdo, Keira Knightley ve a su madre lavando la ropa en la ba?era de la peque?a vivienda brit¨¢nica en la que naci¨®. La luz penetra por la ventana. El suelo es de corcho. Dice que parece una fotograf¨ªa. Otro recuerdo grabado en la memoria de su infancia es el aroma del teatro. ¡°Un olor muy espec¨ªfico; es curioso, siempre es el mismo. Por la profesi¨®n de mis padres crec¨ª entre bastidores¡±. La llevaron por primera vez a una representaci¨®n cuando ten¨ªa ¡°dos o tres a?os¡±. Y en casa, seg¨²n recuerda, las discusiones siempre giraban en torno a ¡°libros, pel¨ªcu?las, m¨²sica, teatro¡±. Obviamente le gustaba: ¡°Si no, me hubiera rebelado. Creo que hay algo incre¨ªblemente poderoso cuando ves a la gente crear. Y mi madre y mi padre eran personas muy comprometidas. Estaban metidos en teatro pol¨ªtico. As¨ª que no solo se trataba del poder de la creaci¨®n. Ten¨ªan la convicci¨®n, ellos y sus amigos, de que pod¨ªan cambiar el mundo. Y eso tambi¨¦n es muy poderoso. Coloca el drama, el teatro y las pel¨ªculas en un pedestal bastante elevado. Yo a¨²n creo en ello. La cultura es importante. Aunque puede ser solo entretenimiento. Pero, en la historia, los artistas han estado en la vanguardia del cambio social y del inconformismo¡±.
En ese entorno, no resulta extra?o que Knightley viera a los ocho a?os Mucho ruido y pocas nueces, la adaptaci¨®n de Kenneth Branagh de la comedia de William Shakespeare, con Emma Thompson de protagonista, y que se obsesionara con ambas, con Thompson y con la pel¨ªcula. Gast¨® la cinta de VHS de tanto verla. Y la reputada actriz brit¨¢nica, que era amiga de su madre, se convirti¨® en el espejo que sol¨ªan usar en casa para que la peque?a, con problemas de dislexia, se esforzara y superase sus dificultades de lectura y escritura. A?os m¨¢s tarde, Emma Thompson acabar¨ªa interpretando El invitado de invierno, un drama cinematogr¨¢fico escrito por Sharman McDonald; y poco despu¨¦s, Knightley, convertida en una superestrella, prestar¨ªa su rostro para una campa?a de la Asociaci¨®n Brit¨¢nica de Dislexia.
Keira creci¨® en Eddington (Middlesex), una localidad a las afueras de Londres. Ella y su hermano mayor, Caleb, sol¨ªan pasar muchas tardes en Heatham House, una mansi¨®n de la zona reconvertida en un centro p¨²blico juvenil con m¨²ltiples actividades para chavales. Uno de los voluntarios de la casa dice que a¨²n cuelgan fotos de ella en las paredes. Con 14 a?os, por ejemplo, cuando Knightley ya hab¨ªa aparecido fugazmente en cuatro o cinco series y pel¨ªculas para televisi¨®n, protagoniz¨® una obra del grupo de teatro del centro, After Juliet, escrita por su madre, y seleccionada para una competici¨®n regional de obras juveniles. El montaje se sigue representando de vez en cuando en Reino Unido.
M¨¢s o menos por entonces, y dado su notable parecido con Natalie Portman, fue la elegida para interpretar a una de las sirvientas de la princesa Padme en Star Wars: Episodio I. La amenaza fantasma. Fue su primera incursi¨®n en Hollywood. Poco despu¨¦s protagoniz¨® el telefilme de Disney La princesa de Sherwood. El actor Roger Ashton-Griffiths (Gangs of New York, Juego de tronos) coincidi¨® en aquel rodaje en Ruman¨ªa con ella y con su madre, que sol¨ªa acompa?arla hasta que se hizo mayor de edad. Destaca una cualidad de la actriz: ¡°Ten¨ªa 15 a?os y una incre¨ªble personalidad magn¨¦tica¡±. A la vuelta de aquel viaje, Ashton-Griffiths dirigi¨® un corto experimental titulado Deflation. Keira aparece brevemente en ¨¦l haciendo footing y se encarg¨® de manejar la c¨¢mara. Su hermano Caleb compuso la banda sonora. La madre hizo de ayudante de direcci¨®n. ¡°Eran una familia muy corriente¡±, seg¨²n Ashton-Grif?????fiths. ¡°Disfrutaban con cosas sencillas¡±.
A¨²n no hab¨ªa tocado el cielo de la fama. Pero hab¨ªa comenzado a andar ese camino cuando se present¨® al casting de The hole, una pel¨ªcula brit¨¢nica de terror adolescente. El director del largometraje, Nick Hamm, 15 a?os despu¨¦s de aquello, a¨²n recuerda su aparici¨®n en la sala donde se realiz¨® la prueba: ¡°Atrap¨® la c¨¢mara. Era preciosa. Alguien especial. Iluminaba. Ten¨ªa una presencia extraordinaria¡±. Aunque no era la protagonista, con el estreno de aquella cinta, Knightley se vio por primera vez a s¨ª misma en un cartel promocional en el metro. Hoy dice que ha aprendido a convivir con ello. Sabe que anda por ah¨ª suelta, en todas partes, a menudo decorando la ciudad y las portadas de las revistas, pero hay algo en su cabeza que logra eliminarla del mobiliario urbano. Porque hubo un momento en que todo ¡°explot¨®¡±. Esas son las palabras que emplea. Una progresi¨®n que comenz¨® justo despu¨¦s de The hole, con su papel de futbolista en Quiero ser como Beckham (2002). Y fue escalando pelda?os durante tres a?os, hasta que la situaci¨®n se volvi¨® insostenible.
Keira era ambiciosa. Quer¨ªa llegar lejos. Y de alguna forma, el accidente de ¡®Los piratas¡¡¯ lo permiti¨®. Pero tambi¨¦n le hizo da?o, seg¨²n John Maybury
En sus palabras: ¡°Beckham fue un gran ¨¦xito, pero solo en Europa. Y de pronto, lleg¨® Piratas del Caribe y fue inmenso. ?Bum! Sucedi¨® de la noche a la ma?ana. Piratas del Caribe, despu¨¦s Love actually y a continuaci¨®n El rey Arturo. Y aquello coincidi¨® con un momento en el que la cultura de la celebridad estall¨®. Las compa?¨ªas se dieron cuenta de todo el dinero que pod¨ªan hacer con fotos de chicas j¨®venes. M¨¢s y m¨¢s personas intentaban llevarse un pedacito del pastel. Y eso se traduc¨ªa en que yo pod¨ªa tener a 20 tipos sigui¨¦ndome todo el rato. Esa foto, si te caes o si la jodes o si te emborrachas, podr¨ªa valer una fortuna¡±. Su familia se repleg¨®. ¡°Se pusieron en modo de protecci¨®n; todo se volvi¨® un poco desquiciado¡±.
En 2007, la locura alcanz¨® su c¨¦nit, cuando la actriz demand¨® al Daily Mail por sugerir, con unas fotos robadas de ella en la playa, que sufr¨ªa anorexia; las im¨¢genes acompa?aban la entrevista a la madre de una adolescente muerta a causa de un trastorno alimenticio. Culpaba a la actriz de ser una mala influencia. En un acuerdo prejudicial, el diario acab¨® reconociendo los perjuicios causados. Cara a cara, Knightley no llama la atenci¨®n por su delgadez. Es flaca como su familia (o al menos eso se deduce de las fotos en que aparecen juntos). Y no demasiado alta (1,70). Da la impresi¨®n de ser alargada, una espiga coronada por un rostro cuadrado y expresivo del que sobresalen dos enormes p¨®mulos. Concluye: ¡°Ahora la situaci¨®n es¡ ?menos desquiciada?¡±.
El director brit¨¢nico John Maybury asegura que todo aquello afect¨® a la carrera de la actriz. ?l mismo reconoce haber ca¨ªdo bajo el influjo del efecto Piratas cuando preparaba el casting de The jacket (2005), un thriller que se rod¨® cuando ella ¡°ten¨ªa 18 a?os y un incre¨ªble ascenso a la fama¡±. Visto en perspectiva, la pel¨ªcula de Maybury fue el primer cambio de registro de Knightley. De ¨¦xito en las salas a pel¨ªcula con aire independiente y destinada a los c¨ªrculos de culto. Aunque no estaba convencido al principio, le acab¨® dando el papel (y de hecho estaba tan entusiasmado que le insisti¨® personalmente a Joe Wright para que contara con la actriz en Orgullo y prejuicio). Maybury resume as¨ª la situaci¨®n: ¡°Keira era ambiciosa. Quer¨ªa llegar lejos. Y de alguna forma, el accidente de Los piratas¡ lo hizo posible. Porque le dio mucho cr¨¦dito, pero a la vez le hizo da?o¡±.
En 2008, Maybury repiti¨® con Knightley de protagomista en el filme En el l¨ªmite del amor, inspirado en la figura del poeta Dylan Thomas, y basado en una obra de teatro de la madre de la actriz. Su compa?era de reparto era Sienna Miller. Ambas se enfrentaban, y a¨²n les pesa, al problema que el realizador denomina ¡°ser mujer guapa, joven y con ¨¦xito¡± y que consiste en que ¡°lo que se percibe de ellas a trav¨¦s de la prensa interfiere en su trabajo: tienen que esforzarse el doble para demostrar lo que valen¡±.
El primer golpe en la mesa lo dio con The ?jacket. Luego lleg¨® Orgullo y prejuicio que le vali¨® el respeto de muchos (adem¨¢s de la ya citada candidatura de la academia estadounidense). Pero no fue un reconocimiento un¨¢nime. ¡°Yo ten¨ªa 20 a?os, y resultaba muy confuso. A esa edad quieres agradar a todos. Si alguien dice que no est¨¢s bien, quieres cambiar. Cuando creces un poco, te das cuenta de que no puedes gustar a todos. Es algo natural. Respondemos ante las personas de forma distinta. Y sigues tu propio instinto. Y s¨¦ que tengo suerte, porque he tenido gente como Joe [Wright] con los que he trabajado en numerosas ocasiones, a quienes les gusta lo que hago, y eso de pronto se convierte en lo m¨¢s importante. Entonces empiezas a no escuchar a nadie m¨¢s. Porque pueden amarte u odiarte, pero no hay nada que puedas hacer. Es parte del juego¡±.
En 2007, Knightley se convirti¨® en la segunda actriz mejor pagada de la industria, seg¨²n la revista Forbes (superada por Cameron Diaz). Ten¨ªa 22 a?os. Factur¨® aquel a?o m¨¢s de 23 millones de euros por su papel en la tercera entrega de Piratas¡, por Expiaci¨®n (le vali¨® una nominaci¨®n a los Globos de Oro) y por su campa?a para el perfume Coco Mademoiselle. Pero entonces, mientras rodaba La duquesa, decidi¨® parar y tomar un respiro.
Le gusta sorprenderse a s¨ª misma. Y al p¨²blico. Eso demuestra un potencial creativo ilimitado: tiene el coraje de cambiar, dice Kenneth Branagh
¡°Lo necesitaba¡±, confiesa. Viaj¨® por Europa. Ley¨® todo lo que pudo. Se reencontr¨® con viejas amistades. ¡°Creo que hacer pel¨ªculas es un modo de vida extremo. Es todo trabajo, y luego nada. No es como ir un d¨ªa normal a la oficina, y luego quedas a cenar y est¨¢s con tu gente. Viajas, te vas lejos tres meses. Tus jornadas son¡ 12 horas como poco, quiz¨¢ 15 o 18. Y si enganchas una pel¨ªcula y otra y otra, por muy maravilloso y excitante que pueda ser, literalmente no tienes nada que te sostenga. No tienes casa, no tienes amigos. Y creo que de pronto despert¨¦ y dije, espera un minuto, necesito sentir qui¨¦n soy, qui¨¦n es mi gente, saber qui¨¦nes son las personas que no tienen nada que ver con el trabajo. Necesito una identidad diferenciada. Si no, te vuelves una criatura extra?a, algo que la gente proyecta sobre ti o que escribe sobre ti, y que probablemente ni siquiera existe porque lo ¨²nico que has hecho es trabajar¡±. Se tom¨® nueve meses. ¡°Y desde entonces todo ha ido m¨¢s¡¡±. Y sopla sugiriendo una brisa suave. Como si su carrera llena de extremos se hubiera equilibrado.
Desde esa vuelta, ha ido combinando papeles de intensidad dram¨¢tica, como el de la paciente hist¨¦rica y sadomasoquista de Un m¨¦todo peligroso, de David Cronenberg, con pel¨ªculas m¨¢s ligeras, tipo Jack Ryan: Operaci¨®n Sombra, un thriller de acci¨®n, dirigido por su admirado Kenneth Branagh. Se estren¨® a finales de enero. El cineasta brit¨¢nico explica en un correo electr¨®nico que la actriz vio el papel como una ¡°oportunidad¡± de interpretar algo distinto y ¡°no un simple salto de g¨¦nero¡±. ¡°Le gusta sorprenderse a s¨ª misma. Y al p¨²blico. Eso demuestra su potencial creativo ilimitado, porque tiene el coraje de cambiar¡±.
Y el de reconocer sus carencias. Knightley dej¨® la escuela a los 16 para entregarse a la interpretaci¨®n. Alguna vez ha comentado que le duele no haber ido a la universidad. Ahora lee a todas horas, quiz¨¢ para recuperar el tiempo perdido. Nunca, por ejemplo, se hab¨ªa enfrentado a Dickens. En Par¨ªs estaba a punto de acabar Historia de dos ciudades y le sacaba de quicio ¡°esa jodida moralidad¡± que refleja la novela. Su madre, seg¨²n cont¨®, le hab¨ªa regalado las obras completas de Dickens en Navidad.
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