Vencedores y vencidos
Se acercan elecciones y los partidos pol¨ªticos tienden a considerar que el fin de ganarlas justifica los medios
No es dif¨ªcil pronosticar que las pr¨®ximas semanas ser¨¢n de alta tensi¨®n en la cuesti¨®n catalana. Por las europeas, y por la estrategia de los partidos soberanistas de marcar el calendario con un momento decisivo (9 de noviembre). Se acercan elecciones y, cuando esto ocurre, los partidos pol¨ªticos tienden a considerar que el fin de ganarlas justifica los medios. El PP est¨¢ desgastado por las pol¨ªticas de austeridad expansiva que han dado excelentes resultados a las empresas que no han perecido por el camino, pero que han convertido a Espa?a en campeona europea de la desigualdad por la v¨ªa truculenta de una demoledora devaluaci¨®n salarial. Tiene ciertamente un salvavidas en un PSOE encallado entre la incapacidad de renovaci¨®n y este miedo p¨¢nico de la socialdemocracia a cuestionar el statu quo.
Rajoy cree que solo ganar¨¢ las europeas si la ciudadan¨ªa ve al PP como el ¨²nico capaz de garantizar la unidad de Espa?a contra las veleidades separatistas
Pero Rajoy parece convencido de que solo puede ganar las europeas si la ciudadan¨ªa cree que el PP es el ¨²nico capaz de garantizar la unidad de Espa?a contra las veleidades separatistas. Doble apuesta: la escalada verbal, con Margallo como estrella, y la criminalizaci¨®n de los movimientos sociales independentistas. Esta din¨¢mica no es mal vista en los partidos soberanistas porque les favorece en el objetivo de que las elecciones europeas confirmen sus pretensiones, con una participaci¨®n m¨¢s alta que la media espa?ola en Catalu?a y con buenos resultados para ellos. Alg¨²n d¨ªa se comprender¨¢ en Madrid ¡ªy ser¨ªa un paso para poder entenderse¡ª los efectos reactivos que tienen entre los catalanes, tanto el discurso paternalista de Rajoy (¡°no quiero una Catalu?a empobrecida ni fuera de la Uni¨®n Europea¡±) como el listado de prohibiciones y cat¨¢strofes que con tanto desparpajo despliega el ministro de Asuntos Exteriores. El PP quiere ganar este conflicto por la v¨ªa de generar miedo para explotar las pulsiones conservadoras de las clases medias catalanas, sin embargo, lo que consigue es generar resentimiento. ?Cu¨¢ntas veces habr¨¢ que repetir que el problema de Catalu?a es en gran parte de reconocimiento? Y reconocimiento quiere decir tratar al otro de igual a igual.
Desde los sectores m¨¢s pactistas se habla de alguna propuesta despu¨¦s de las europeas. Y de buscar un punto de encuentro en que todos puedan cantar victoria. Nadie, sin embargo, es capaz de concretarlo. ?Por qu¨¦? Porque estamos lejos del tiempo de los arreglos al modo pujolista.
Una propuesta que realmente pudiera ser asumida por una parte importante del soberanismo y sometida con posibilidades de ¨¦xito al voto ciudadano, deber¨ªa cumplir dos requisitos: una profunda redistribuci¨®n del poder (que la descentralizaci¨®n del gasto vaya acompa?ada de una real descentralizaci¨®n de la decisi¨®n) y la definici¨®n de unos mecanismos constitucionales que den a Catalu?a la opci¨®n de decidir un d¨ªa su futuro. Es decir, asumir que Catalu?a es una naci¨®n y Espa?a un Estado plurinacional. Si para las instituciones espa?olas estos dos requisitos forman parte de lo impensable, habr¨¢ imposici¨®n o ruptura, pero dif¨ªcilmente se puede pensar en un pacto sin vencedores ni vencidos.
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