?Por qu¨¦ no respetamos nuestra opini¨®n?
- C¨®mo soy yo y c¨®mo son los que me rodean: el tipo de persona que soy y las personas que est¨¢n a mi alrededor tambi¨¦n tiene un impacto en el hecho de ceder o no. Diferentes investigaciones, entre ellas las del psic¨®logo norteamericano Bernard Mausner, concluyen que las personas que tienen una autoestima baja tienden a plegarse al grupo mucho m¨¢s que aquellos que tienen una opini¨®n elevada de s¨ª mismos. Es m¨¢s, nuestra autoestima y seguridad para decir lo que creemos, puede variar en funci¨®n de la situaci¨®n en la que nos encontremos. Si hacemos algo de manera correcta y nuestro ¨¦xito es reconocido, consideraremos que somos buenos en ello y pondremos m¨¢s resistencia para ceder ante los juicios que vayan en otra direcci¨®n. Pero si creemos que no tenemos aptitudes para llevar a cabo una tarea, nos conformaremos mucho m¨¢s con la opini¨®n del grupo.
Hagamos el experimento. F¨ªjate en las dos tarjetas de la figura. ?Qu¨¦ l¨ªnea de la tarjeta B te parece que se aproxima a la de la tarjeta A? Si no hay problemas de vista, probablemente elegir¨¢s la n¨²mero 3. Y si estuvieras dentro de un grupo y todos los dem¨¢s escogieran la l¨ªnea 2, ?mantendr¨ªas tu respuesta? El 80 por ciento de los j¨®venes cambiar¨ªan de opini¨®n. Es el resultado de un experimento realizado por el psic¨®logo social Solomon Asch con estudiantes universitarios estadounidenses. Se ped¨ªa a un estudiante que saliera de clase con cualquier excusa y, mientras, el resto se confabulaba con el profesor para escoger la l¨ªnea 2 como respuesta correcta. Cuando volv¨ªa, solo el 20 por ciento de los alumnos manten¨ªan su opini¨®n. El experimento se realiz¨® en Jap¨®n y Alemania, y arroj¨® cifras igualmente escandalosas. Motivo: la presi¨®n del grupo, las inseguridades individuales y el temor que subyace de fondo, el miedo al rechazo y al error. Por cierto, el efecto Asch, que as¨ª se denomina, tambi¨¦n afecta a las empresas, de hecho, en un taller de liderazgo hice la prueba con una persona que hab¨ªa salido un momento. Cuando regres¨®, pregunt¨¦ en grupo cu¨¢l era la l¨ªnea y todos contestaron que la 1, excepto ¨¦l. Cuando le mir¨¦, dijo inmediatamente: ¡°Bueno, quiz¨¢ no he entendido bien la pregunta¡±. Puede que no sea tan evidente como en el ejercicio de las l¨ªneas de tarjetas, pero ?cu¨¢ntas veces hemos cambiado nuestro punto de vista cuando el resto mantiene opiniones contrarias? Si te ha ocurrido, ya sabes, has sido v¨ªctima del efecto Asch.
A todos nos gusta creer que tenemos una personalidad firme y que no nos dejamos influir de manera sencilla. Queremos sentir que tenemos el control de lo que pensamos y decidimos. Sin embargo, las investigaciones demuestran que cambiar nuestra forma de comportarnos o nuestras opiniones no es nada dif¨ªcil si sentimos la presi¨®n de los que nos rodean; o lo que es lo mismo, todos acabamos cediendo alguna vez. Y ?por qu¨¦ nos ocurre? A continuaci¨®n veremos los factores que seg¨²n las investigaciones, influyen en el hecho de renunciar a nuestra opini¨®n para asumir la de la mayor¨ªa:
- Opini¨®n mayoritaria, ?un¨¢nime o no?: si en el grupo del que formamos parte hay una persona que se desmarca de la mayor¨ªa, la tendencia a ceder (o a conformarnos, como dice Asch) no ser¨¢ tan fuerte, aunque nuestra opini¨®n sea diferente a la de esta persona. Tener un compa?ero de disenso nos libera de la presi¨®n del grupo, de ah¨ª que busquemos aliados para llevar la contraria.
- Si me comprometo, cedo menos: no es igual dar nuestra opini¨®n antes de escuchar a la mayor¨ªa que hacerlo despu¨¦s, tal y como suced¨ªa en el experimento de Asch. Morton Deutsch y Harold Gerard, de la Universidad de Columbia y California, respectivamente, replicaron el experimento de Asch e introdujeron algunas modificaciones. Lo que encontraron fue que cuando no hab¨ªa compromiso previo y las personas emit¨ªan su juicio despu¨¦s de escuchar a los dem¨¢s, el 24,7% de las respuestas se dejaban influir por la respuesta incorrecta. Pero cuando las personas respond¨ªan p¨²blicamente antes de escuchar a los dem¨¢s, tan solo el 5,7% se plegaban a la mayor¨ªa cuando volv¨ªan a ser preguntadas.
- Opini¨®n mayoritaria, ?un¨¢nime o no?: si en el grupo del que formamos parte hay una persona que se desmarca de la mayor¨ªa, la tendencia a ceder (o a conformarnos, como dice Asch) no ser¨¢ tan fuerte, aunque nuestra opini¨®n sea diferente a la de esta persona. Tener un compa?ero de disenso nos libera de la presi¨®n del grupo, de ah¨ª que busquemos aliados para llevar la contraria.
- El conformismo tambi¨¦n es una cuesti¨®n cultural: hay sociedades que se caracterizan por ser m¨¢s individualistas que otras, y esto tambi¨¦n influye en el hecho de conformarnos m¨¢s o menos. Rob Bond y Peter Smith, de la Universidad de Sussex, analizaron 133 experimentos realizados con el procedimiento de Asch en 17 pa¨ªses diferentes y descubrieron que el conformismo se daba m¨¢s en sociedades colectivistas como Noruega y China, que en las individualistas como Estados Unidos y Francia.
En definitiva, nuestra opini¨®n puede ser vulnerable ante la presi¨®n social y la necesidad que muchas veces tenemos de encajar en el grupo y no romper la armon¨ªa. Como dijo Hans Selye, m¨¦dico y precursor del estudio del estr¨¦s:
¡°Tanto como anhelamos la aprobaci¨®n, tememos la condena¡±.
Si tenemos en cuenta el efecto que ejerce sobre nosotros la mayor¨ªa, tendremos m¨¢s herramientas para poder marcar la diferencia y respetar nuestras propias ideas.
Referencias
Asch, S., ¡°Studies of independence and conformity: I.A minority of one against a unanimous majority¡±, Psychological Monographs: General and Applied, 1956
Bernard, M., ¡°The effect of one partner's success in a relevant task on the interaction of observer pairs¡±, The Journal of Abnormal and Social Psychology, 1954.
Bond, R. & Smith, P., ¡°Culture and Conformity: A Meta-Analysis of Studies Using Asch's
(1952b, 1956) Line Judgment Task¡±, Psychological Bulletin, 1996.
Deutsch, M. & Gerard, H., ¡°A study of normative and informational social influences upon individual judgment¡±, The Journal of Abnormal and Social Psychology, 1955.
Imagen: Jose Castillo
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