Violencia inadmisible
Nadie que reivindique derechos sociales puede sostener el derecho al vandalismo
El enorme despliegue policial anunciado el s¨¢bado en Madrid se vio desbordado por cientos de personas que, organizadas con t¨¢cticas de guerrilla urbana y bien provistas de objetos contundentes, atacaron a grupos de polic¨ªas y causaron graves heridas a algunos de ellos. Hay que condenar la violencia sin paliativos, sea independentista, de extrema izquierda o de extrema derecha. No se puede confundir el derecho de manifestaci¨®n ejercido en las marchas del 22-M, que discurrieron de forma pac¨ªfica ¡ªsalvo incidentes aislados¡ª con los ataques contra la polic¨ªa tras el final de los actos.
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Varias de las reivindicaciones expresadas en las marchas son muy discutibles, como oponerse al pago de la deuda o afirmar que el r¨¦gimen surgido de la Constituci¨®n naci¨® ¡°en contra del pueblo¡±. En todo caso, los que as¨ª piensan tienen derecho a sostenerlo pac¨ªficamente. A las manifestaciones se sumaron muchas personas que, sin compartir el radicalismo impl¨ªcito en esa fraseolog¨ªa, quisieron protestar contra las injusticias o el recorte del Estado del bienestar.
Lo que no puede aceptarse es que esas reivindicaciones sean compatibles con la guerrilla urbana. El resultado fue desastroso: 101 heridos (67 polic¨ªas y 34 manifestantes) y 24 detenidos, uno de ellos enviado a la c¨¢rcel de inmediato por el juez. Los organizadores de este tipo de protestas har¨ªan bien en separarse n¨ªtidamente de la violencia. Nadie que reivindique derechos sociales puede sostener el derecho al vandalismo, ni menos aceptar que los violentos revienten el uso pac¨ªfico del derecho de manifestaci¨®n y pongan en peligro a los ciudadanos que hacen uso del mismo.
La violencia es inadmisible en la sociedad democr¨¢tica, y los que la ejercen no tienen nada de dem¨®cratas. El cord¨®n sanitario sobre el vandalismo tiene que ser preciso y expl¨ªcito. Dejemos las cosas claras antes de que la situaci¨®n degenere.
Tambi¨¦n es importante que el Gobierno explique el porqu¨¦ del desbordamiento policial. Esto no fue una emboscada en un lugar inesperado, sino que sucedi¨® en la zona prevista para el final de la concentraci¨®n de las mencionadas marchas y cuando se sab¨ªa de las pretensiones de grupos violentos. Tambi¨¦n hay que aclarar si la polic¨ªa intervino en la plaza de Col¨®n antes de que terminase el acto legal. Hay, pues, varias razones para esperar del Gobierno una explicaci¨®n.
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