Rusia y Alemania, una historia de amor y odio
Los pol¨ªticos y los mercados confirman que Putin es un aut¨®crata nada fiable
Alemania es el pa¨ªs que desde el inicio del conflicto se opuso a que se impusieran sanciones a Rusia por haber anexionado Crimea. Al mismo tiempo, Angela Merkel es la jefe de Estado que m¨¢s veces y m¨¢s seriamente convers¨® con Putin sobre lo ocurrido y las posibles consecuencias. ?Es una contradicci¨®n?
La relaci¨®n entre Rusia y Alemania siempre ha sido bastante cercana o muy tensa. En su magn¨ªfica e injustamente olvidada novela Obl¨®mov, el cl¨¢sico ruso decimon¨®nico Goncharov contrapone a dos tipos humanos como s¨ªmbolos de lo europeo y lo ruso: el alem¨¢n Stolz, un hombre pragm¨¢tico y activo, y el flem¨¢tico Obl¨®mov; mientras el alem¨¢n triunfa en todo lo que toca, el perezoso ruso es un perdedor nato.
Catalina la Grande, la gran europeizadora de Rusia, era de origen alem¨¢n: la zarina invit¨® a alemanes de distintos gremios, que hu¨ªan de las guerras religiosas en la Europa Central, para que se instalaran en Rusia. El pa¨ªs lleg¨® a tener una densa poblaci¨®n alemana; en el censo de 1914 el n¨²mero de alemanes en Rusia se elevaba a casi dos millones y medio. Alemania fue uno de los destinos predilectos de los arist¨®cratas rusos. Dostoievski, visitante asiduo de los balnearios alemanes, resumi¨® sus impresiones lamentando que ¡°los rusos en Europa parecemos unos t¨¢rtaros¡±, queriendo decir que los rusos se comportaban en el mundo civilizado como unos provincianos salvajes.
Ya en el siglo XX, castigadas por el Tratado de Versalles tras la I Guerra Mundial, Rusia y Alemania mantuvieron buenas relaciones comerciales, selladas por varios pactos, entre ellos el Molotov-Ribbentrop sobre la no intervenci¨®n b¨¦lica, que Hitler acab¨® incumpliendo. Fue Rusia quien, en la batalla de Stalingrado de 1942, dio el primer golpe de gracia definitivo a las tropas de la Alemania nazi.
Durante la guerra fr¨ªa, el canciller alem¨¢n socialdem¨®crata Willy Brandt fue el primero en poner en marcha la Ostpolitik, pol¨ªtica de acercamiento a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Alemania del Este. Tras la ca¨ªda del comunismo, el canciller Gerhard Schr?der insisti¨® en unas estrechas relaciones comerciales con la Rusia entonces ya de Putin e hizo que entre ambos pa¨ªses se construyera el gasoducto Nord Stream por donde llega a Alemania el gas ruso, aumentando la dependencia entre ambos pa¨ªses.
En la actualidad, la canciller Angela Merkel contempla en su despacho el retrato de Catalina la Grande, la zarina que convirti¨® a Rusia en un imperio. Nacida en Alemania del Este, donde fue disidente del totalitarismo comunista, Merkel entiende perfectamente qu¨¦ puede esperar de un exempleado de la KGB como Vlad¨ªmir Putin. Pero a pesar de todas las diferencias, Merkel y Putin se llevan correctamente: se tutean y ambos hablan el idioma del otro (generalmente se comunican en alem¨¢n, que Putin aprendi¨® como enviado de la KGB a la DDR, con algunas frases en ruso). Durante los sucesos en Crimea, en varias conversaciones telef¨®nicas Merkel intent¨® quebrantar la voluntad de su colega ruso sobre la anexi¨®n de la pen¨ªnsula, pero sin resultado. ¡°?Putin vive en otro mundo!¡± exclam¨® entonces la canciller.
Los rusos desean arreglar su pa¨ªs a la
manera civilizada y europea, pero aplauden los actos b¨¢rbaros de su presidente.
Seg¨²n unas encuestas del BBC World Service de 2013 sobre la relaci¨®n alemano-rusa, solo un 20% de alemanes tiene una visi¨®n positiva de Rusia, mientras que un 61% de alemanes expres¨® una opini¨®n negativa. Los rusos, en cambio, ven de forma mucho m¨¢s positiva a Alemania: un 55% consideran positiva la influencia alemana y solo un 10% negativa. Al igual que en la citada novela de Goncharov el ruso Obl¨®mov admiraba al alem¨¢n Stolz pero fue incapaz de seguirle, en la actualidad los rusos desean lo que llaman evroremont, o sea arreglar su pa¨ªs a la manera civilizada y europea, y en cambio aplauden los actos b¨¢rbaros de su presidente.
De varias de las encuestas publicadas recientemente por el prestigioso peri¨®dico ruso Kommersant se desprende que los rusos se sienten satisfechos de que su pa¨ªs haya anexionado Crimea donde, adem¨¢s de otras utilidades, ¡°planean ir de veraneo¡±, seg¨²n declaran, y por todo eso asumen sin protestar que, tras la implantaci¨®n de las sanciones por parte de la comunidad internacional, pueden llegar a ser bastante m¨¢s pobres que ahora. Adem¨¢s, tambi¨¦n seg¨²n recientes encuestas, los rusos conf¨ªan en que su pa¨ªs se convierta otra vez en una superpotencia. Y, como ya demostraron durante la guerra fr¨ªa, la conciencia de ser importantes para la mayor¨ªa de los rusos cuenta m¨¢s que la democracia y el bienestar.
Aunque mayoritariamente respaldado por su pueblo en sus actos que violan las leyes internacionales, Putin est¨¢ perdiendo la partida: la UE ya ha firmado su pacto de aproximaci¨®n con Ucrania y est¨¢ a punto de firmarlo con Moldavia y Georgia. Por m¨¢s que lo anhele, Rusia no podr¨¢ construir su imperio. Por un lado hoy posee menos territorio, recursos naturales y poblaci¨®n que cuando era la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y por otro, los pa¨ªses que codicia ya se han unido a China o a la UE. Y tanto los pol¨ªticos mundiales ¡ªlos alemanes entre ellos¡ª como los mercados financieros se han reafirmado en lo sabido: que Putin es un aut¨®crata nada fiable. As¨ª pues, Rusia se est¨¢ quedando sola. Pero si alguien puede servir de puente entre Occidente y Rusia, ser¨¢ Alemania.
Monika Zgustova es escritora; su ¨²ltima novela es La noche de Valia (Destino).
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