Memoria en ruinas de los Panero
Cuando llegu¨¦ a la finca de la familia Panero me di cuenta de por qu¨¦ no la hab¨ªa visto: no exist¨ªa
En marzo de 2012, en un viaje en coche de Madrid a A Coru?a, se me ocurri¨® buscar la finca de la familia Panero, situada, seg¨²n mi escasa informaci¨®n, en Castrillo de las Piedras, pueblo cercano a Astorga. La casa hab¨ªa tomado presencia en la pel¨ªcula El desencanto, de Jaime Ch¨¢varri (1976), y en 1994 aparecer¨ªa en otra cinta no menos imprescindible, Despu¨¦s de tantos a?os, de Ricardo Franco. En la primera, Felicidad Blanc, viuda ya del poeta Leopoldo Panero, pasea por el bosque anexo y las dependencias de la casa para evocar el deseo nunca cumplido de vivir all¨ª, acompa?ada de su marido, la vejez. En la segunda pel¨ªcula, Ricardo Franco propicia el reencuentro de dos de los hijos, Michi y el reci¨¦n fallecido Leopoldo Mar¨ªa, quienes tras a?os sin verse recorren una construcci¨®n abandonada, pero en pie. Las palabras de Michi en tanto la c¨¢mara nos ense?a el palomar semiderruido no dejan lugar a dudas del zeitgeist familiar: ¡°Lo que es un error es vivir, reci¨¦n nacido deber¨ªas de suicidarte¡±.
Con estas im¨¢genes en mente, pero sin dato real alguno, me desvi¨¦ de la autov¨ªa A-6 y pregunt¨¦ en varias estaciones de servicio; nadie supo decirme. Sin smartphone, consult¨¦ mapas f¨ªsicos; ni rastro. Fue indagando aqu¨ª y all¨¢ como, pasado el mediod¨ªa, llegu¨¦ al letrero que anunciaba el pueblo. Un llano arbolado de encinas, al fondo un grumo de apenas 50 casas, que atraves¨¦ sin detectar la de los Panero ni nadie que me saliera al paso. A punto ya de desistir, una mujer que apareci¨® tras una ventana me inform¨® de que la casa de los Panero ya la hab¨ªa pasado, que estaba al principio del pueblo.
Cuando siguiendo sus indicaciones llegu¨¦ al lugar me di cuenta de por qu¨¦ no la hab¨ªa visto: no exist¨ªa. Tan solo una gran explanada de tierra, y a ras de suelo el vestigio perfectamente visible de lo que hab¨ªan sido los muros de la casa y del palomar. Pareciera que las edificaciones hubieran sido cortadas con una sierra radial, o directamente segadas. Algo equivalente a observar un mapa a escala real de lo que fuera la finca, o una imagen radiogr¨¢fica salida a la superficie. Recorr¨ª el terreno, atardec¨ªa ¨Cregistr¨¦ en v¨ªdeo todo¨C, encontr¨¦ peque?as piezas de lo que parec¨ªa haber sido un lavabo, quiz¨¢ un v¨¢ter; no soy fetichista, pero me guard¨¦ en el bolsillo uno de esos trozos. Vi que alguien hab¨ªa clavado all¨ª dos bancos de hormig¨®n, recientes, de esos que acostumbran a poblar jardines p¨²blicos y paseos mar¨ªtimos, y una papelera de pl¨¢stico verde, a la que, naturalmente, me asom¨¦: tan solo un paquete de tabaco, que exhib¨ªa en su lomo la fotograf¨ªa de un feto humano. Imposible no pensar en las palabras de Michi: ¡°Lo que es un error es vivir, reci¨¦n nacido deber¨ªas de suicidarte¡±. Lo que hasta entonces hab¨ªa sido una sucesi¨®n de fantasm¨¢ticas im¨¢genes cobr¨® un car¨¢cter de predicci¨®n absurdamente cumplida, cuando la l¨ªnea de flotaci¨®n de lo real se sit¨²a sobre la ficci¨®n.
Despu¨¦s, La 2 Noticias, me invit¨® a su plat¨® y les suger¨ª una indagaci¨®n de todo aquello, que qued¨® reflejada en su emisi¨®n del 4 de mayo de 2012. Supe que el Ayuntamiento quer¨ªa dotar de wifi gratuita a aquella explanada y a aquellos dos bancos, y tambi¨¦n ¡°de una farola similar a la est¨¦tica que se empleaba cuando el poeta vivi¨® aqu¨ª. El objetivo de aunar todos los esfuerzos es resucitar el alma de Leopoldo Panero¡±, declar¨® el alcalde al Diario de Le¨®n. Una consulta a Google Maps revela que hoy todo sigue pr¨¢cticamente igual.
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