La historia contraataca
Con su desaf¨ªo Putin pretende revertir el desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica
Cuando la Guerra Fr¨ªa termin¨® y sobrevino el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los vencedores estaban m¨¢s que satisfechos, ya que estaban convencidos de que su triunfo hab¨ªa sido inevitable desde un principio. Muchos en Occidente supon¨ªan que la victoria del capitalismo liberal sobre el socialismo totalitario necesariamente traer¨ªa aparejado el fin de las guerras y las revoluciones sanguinarias. Hoy, dos l¨ªderes poderosos ¡ªel presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping¡ª est¨¢n demostrando lo inveros¨ªmil de esa concepci¨®n.
La opini¨®n occidental predominante qued¨® ejemplificada en el libro de Francis Fukuyama de 1992 El fin de la historia y el ¨²ltimo hombre, que presum¨ªa que la democracia liberal occidental era el punto final de la evoluci¨®n sociocultural de la humanidad. En otras palabras, la escatolog¨ªa cristiana se transform¨® en un postulado hist¨®rico secular.
Esa transformaci¨®n no era nueva. Ya la hab¨ªan abrazado Hegel y Marx. En 1842, el historiador Thomas Arnold dijo, con una t¨ªpica complacencia victoriana, que el reino de la reina Victoria conten¨ªa ¡°indicios claros de la plenitud del tiempo¡±. Luego result¨® que todos estos profetas hist¨®ricos ¡ªque proclamaban la materializaci¨®n de la Idea Absoluta o la dictadura del proletariado¡ª estaban absolutamente equivocados.
No mucho despu¨¦s de la victoria de Occidente en la Guerra Fr¨ªa, el ascenso del fundamentalismo isl¨¢mico y el retorno del tribalismo nacional, inclusive en el coraz¨®n de la Europa ¡°pos-hist¨®rica¡±, desafiaron el concepto del ¡°fin de la historia¡±. Las guerras de los Balcanes de los a?os noventa, las guerras de Estados Unidos en Afganist¨¢n e Irak, las sangrientas revoluciones ¨¢rabes y la exposici¨®n de los defectos ¨¦ticos y sist¨¦micos del capitalismo occidental en la crisis econ¨®mica global socavaron la idea a¨²n m¨¢s.
Pero quiz¨¢ los recordatorios m¨¢s salientes de que la historia todav¨ªa est¨¢ muy viva provienen de China y Rusia. Despu¨¦s de todo, ni el sistema capitalista estatal de un partido ¨²nico de China ni la econom¨ªa pol¨ªtica plutocr¨¢tica de Rusia son particularmente liberales, y ninguno de los dos pa¨ªses se opone a aseverar sus derechos (autoidentificados) por medios militares.
Al apoyar a Rusia, China cuestiona el orden surgido de la Guerra Fr¨ªa
Para China, esto significa ¡°defender¡± sus reclamos territoriales en el mar de China Oriental y el mar de China Meridional con una pol¨ªtica exterior cada vez m¨¢s agresiva, respaldada visiblemente por un creciente poder¨ªo militar. Este comportamiento est¨¢ profundizando las tensiones regionales que vienen encon¨¢ndose desde hace mucho tiempo, a la vez que alimenta la competencia entre China y la alianza Estados Unidos?/ Jap¨®n ¡ªuna situaci¨®n que recuerda la lucha previa a la I?Guerra Mundial por el predominio mar¨ªtimo entre Reino Unido y Alemania.
Por su parte, Rusia ha luchado despiadadamente por recuperar su imperio continental perdido, ya sea a trav¨¦s de una represi¨®n brutal en Chechenia, la guerra de 2008 en Georgia o el actual ataque a Ucrania. En verdad, las acciones de Rusia en Crimea comparten muchas caracter¨ªsticas perturbadoras con el ataque a los Sudetes, una zona germano-parlante de Checoslovaquia, por parte de Adolf Hitler en 1938, un catalizador importante de la II?Guerra Mundial.
El hecho es que las acciones de Putin no tienen que ver solo con Crimea, ni siquiera con Ucrania. De la misma manera que Hitler estaba motivado por el deseo de revertir los t¨¦rminos humillantes del Tratado de Versalles, que puso fin a la I?Guerra Mundial, Putin est¨¢ decidido a revertir el desmembramiento de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, al que ha llamado ¡°la mayor tragedia geopol¨ªtica del siglo?XX¡±.
Putin, en consecuencia, est¨¢ desafiando uno de los mayores logros en materia de pol¨ªtica exterior de Estados Unidos: el fin de la divisi¨®n de Europa y el establecimiento de pa¨ªses libres que pudieran ser atra¨ªdos a la esfera de influencia occidental. Y, a diferencia del presidente norteamericano, Barack Obama, en Siria e Ir¨¢n, Putin respeta sus propias l¨ªneas rojas: las exrep¨²blicas sovi¨¦ticas no est¨¢n para que se las apropie Occidente y no se le permitir¨¢ a la OTAN expandirse hacia el este.
Ha sido Europa la que ha estado viviendo en una fantas¨ªa
Es m¨¢s, Putin hizo del nacionalismo ¨¦tnico un elemento definitorio de su pol¨ªtica exterior, utilizando la mayor¨ªa ruso-parlante de Crimea para justificar su aventura all¨ª. De la misma manera, el nacionalismo ¨¦tnico motiv¨® el ataque de Hitler al orden europeo: la zona de los Sudetes era principalmente alemana y la Anschluss austr¨ªaca estaba destinada a fusionar las dos partes vitales de la naci¨®n alemana.
En su pol¨¦mico estudio de 1961 sobre los or¨ªgenes de la II?Guerra Mundial, el historiador A.J.P. Taylor reivindic¨® la decisi¨®n de Hitler de hacerse cargo de los peque?os Estados sucesores que se crearon en Versalles para constatar el poder de Alemania ¡ªuna estrategia de los triunfadores que Taylor llam¨® ¡°una invitaci¨®n abierta para el expansionismo alem¨¢n¡±¡ª. Lo mismo podr¨ªa decirse supuestamente hoy de la atracci¨®n fatal de Rusia a las exrep¨²blicas sovi¨¦ticas.
Por supuesto, nadie quiere una nueva guerra europea. Pero las provocaciones de Putin y el legado de los fracasos en el terreno de la pol¨ªtica exterior de Obama podr¨ªan llevarlo a querer achicar sus p¨¦rdidas pol¨ªticas emprendiendo una acci¨®n inesperada. Despu¨¦s de todo, la agenda de pol¨ªtica exterior de Obama en su totalidad ¡ªun acuerdo nuclear con Ir¨¢n, un acuerdo de paz palestino-israel¨ª, la reconciliaci¨®n con aliados distanciados de Oriente Medio y el pivote estrat¨¦gico de Estados Unidos hacia Asia¡ª ahora depende de su capacidad para domar a Putin.
El papel de China est¨¢ complicando a¨²n m¨¢s la situaci¨®n. Al aprobar las acciones de Rusia en Crimea, Xi se est¨¢ sumando a Putin en el desaf¨ªo del orden mundial que surgi¨® de la victoria de Estados Unidos en la Guerra Fr¨ªa. Al hacerlo, China ha permitido que los c¨¢lculos de poder pesen m¨¢s que sus propios principios que defendi¨® durante tanto tiempo, particularmente la no interferencia en los asuntos internos de otros pa¨ªses ¡ªun cambio que sus l¨ªderes defender¨ªan diciendo que Estados Unidos en repetidas ocasiones demostr¨® que el poder, en definitiva, determina los principios¡ª.
La canciller alemana, Angela Merkel ¡ªcuya educaci¨®n en Alemania del Este deber¨ªa haberle dado una percepci¨®n especialmente aguda de la mentalidad autoritaria de Putin¡ª, describi¨® al l¨ªder ruso como alejado de la realidad, guiado por una Machtpolitik del siglo?XIX. Pero fue Europa la que ha estado viviendo en una fantas¨ªa: un mundo poshist¨®rico donde el poder militar no importa, los subsidios pueden dominar a las fuerzas nacionalistas y los l¨ªderes son caballeros y mujeres educados y respetuosos de la ley.
Los europeos realmente cre¨ªan que el Gran Juego entre Rusia y Occidente se hab¨ªa terminado en 1991. El mensaje de Putin es que los ¨²ltimos 25 a?os fueron apenas un entreacto.
Shlomo Ben Ami, exministro de Relaciones Exteriores israel¨ª, es vicepresidente del Toledo International Centre for Peace y es el autor de Scars of War, Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy.??Project Syndicate, 2014.
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