La receta de ¡®MasterChef¡¯
Doscientas personas, lideradas por mujeres, han convertido este programa culinario en uno de los de m¨¢s ¨¦xito de la parrilla televisiva con 33 millones de espectadores en su primera temporada. Entramos en las tripas de un gran circo gastron¨®mico que regresa por tierra, mar y aire
Macarena Rey, una ejecutiva estilosa de 44 a?os, guapa, de vivaces ojos casta?os, no es precisamente una experta cocinera. Sin embargo, hace un par de a?os, dio con una de las recetas del ¨¦xito. Por supuesto, no se la invent¨®. Fundamentalmente copi¨® e interpret¨® a la espa?ola una f¨®rmula que una d¨¦cada antes hab¨ªan probado y popularizado los ingleses y que ya han consumido, en sus correspondientes versiones, 200 millones de personas en 46 pa¨ªses. Se llama MasterChef.
Ingredientes b¨¢sicos: 200 personas divididas en dos equipos, 7 c¨¢maras en exteriores y 9 en plat¨® que graban todo el tiempo simult¨¢neamente, unas 70 horas de cintas por programa, 700 metros cuadrados de plat¨® (elaborado con 300 metros cuadrados de madera y 40.000 clavos), 7 kil¨®metros de cable para mantener las comunicaciones inal¨¢mbricas de oreja a oreja, y m¨¢s de 230 proyectores de luz.
Modo de hacerlo: mediante un proceso de digitalizaci¨®n de dos d¨ªas (con sus noches), se reserva el registro de todo ese trabajo conjunto y se mantiene -cerrado bajo llave, ventilado y a la temperatura adecuada (21 grados)- en una enorme memoria electr¨®nica llamada ISIS con una capacidad de 40 teras, unos 40.000 gigas. Ah¨ª reposa al menos durante un mes, que es el tiempo aproximado necesario para tener un programa a punto de emisi¨®n. Durante esos 30 d¨ªas, y con las orientaciones de la producci¨®n ejecutiva, un equipo de redactores va separando el grano de la paja. Selecciona las partes m¨¢s sabrosas hasta crear lo que, en este particular lenguaje culinario, se llama ¡°el churro¡±. A continuaci¨®n, con un minucioso proceso de montaje, se va reduciendo poco a poco hasta lograr una mezcla perfectamente empastada de dos horas. El programa estar¨¢ listo cuando parezca que, pese a los diversos manoseos de la masa, solo lo ha hecho una persona.
Los concursantes viven encapsulados en un chal¨¦ sin televisi¨®n ni Internet, pero con libros de cocina. Comen separados del resto del equipo y tienen 10 minutos a la semana para hablar con sus familias
Como toda buena receta que se precie, la de Macarena Rey tambi¨¦n guarda un secreto hasta el momento indescifrable: su coste. Sin embargo, hay otros que pueden descubrirse casi a simple vista en su cocina .
La cocinera de MasterChef Espa?a se sienta en una silla de pl¨¢stico al sol en un lateral del gran patio del hospital de Tavera (Toledo), convertido en set de rodaje por un d¨ªa. Posa elegantemente la bandeja sobre sus rodillas y come en 15 minutos -con sus correspondientes interrupciones telef¨®nicas- un plato de alcachofas rehogadas y una ensalada de arroz que ha cogido -al igual que el resto de las m¨¢s de 50 personas de su equipo de exteriores- de las enormes bandejas met¨¢licas del servicio de catering. Previamente, ataviada con camisa y vaqueros y subida al tac¨®n de unos botines de ante, ha tra¨ªdo de su mano a una retah¨ªla de 19 distinguidos invitados -conocidos y reconocidos comisarios de arte y galeristas- y los ha sentado a la mesa de un gran sal¨®n, entre tapices y cuadros de El Greco que decoran ese palacio renacentista. Macarena, al mando de la productora art¨ªfice de este programa (Shine Ib¨¦rica), no descuida ni un detalle. Del mismo modo que le ha vendido a la televisi¨®n p¨²blica espa?ola su receta de ¨¦xito, ha convertido uno de los plat¨®s de los Estudios Bu?uel -de los m¨¢s grandes de Europa- en su gigantesca cocina. Y ahora se suma con una oportuna comida de concurso a la promoci¨®n y celebraci¨®n del cuarto centenario de la muerte del pintor griego que vivi¨® y muri¨® en la capital manchega. De paso, monta su macrococina en un palacio del siglo XVI. Lista es un rato.
Silencio. Se graba el s¨¦ptimo programa de los 15 de la segunda temporada de este talent show culinario. Tras arrasar las parrillas televisivas el a?o pasado con 33 millones de espectadores, volver¨¢ a emitirse en la primera cadena de Televisi¨®n Espa?ola a partir del mi¨¦rcoles de esta semana. A los fogones, 9 de los 15 aspirantes a chef que comenzaron esta edici¨®n. Cinco ya han sido eliminados y uno tiene un corte en el dedo. Hoy les tocar¨¢ cocinar carne de caza, una sopa de ajo, una fritada -¡°una especie de pisto¡±- y un postre de manzana. As¨ª lo explica el chef y jurado del programa Pepe Rodr¨ªguez (del restaurante El Bohio, con una estrella Michelin en Toledo), que ultima los platos sobre las cocinas m¨®viles montadas en ese patio palaciego a primera hora de la ma?ana.
Ingredientes b¨¢sicos: 200 personas, 7 c¨¢maras en exteriores y 9 en plat¨®, 70 horas de grabaci¨®n por programa, 700 metros cuadrados de plat¨®, 7 kil¨®metros de cable y 230 proyectores
¡°Deben estar perfectos, estos son los modelos que los chavales van a seguir en la prueba¡±, advierte el cocinero, que se ha ganado la fama de espont¨¢neo de Illescas (su pueblo) por algo: ¡°Yo no querr¨ªa morir en la cocina; si me toca la loter¨ªa, le prendo fuego al restaurante y me voy a una isla llena de t¨ªas guapas. Pero si me meto en harina, quiero ser el mejor¡±, suelta este hombre de maneras campechanas cultivadas durante a?os detr¨¢s de una barra. ?l, con rapidez e ingenio de bar, se ha convertido en la levadura que hace crecer la masa del programa.
Ya est¨¢n todos los platos listos para present¨¢rselos a los concursantes. Tendr¨¢n unos minutos para verlos con detenimiento y recibir¨¢n unas instrucciones b¨¢sicas antes de o¨ªr esa cuenta atr¨¢s: ¡°... Y el tiempo comienza en cuatro, tres, dos, uno¡±. No hay recetas que valgan. Se cocina casi a ojo.
Finalmente, los aspirantes al t¨ªtulo de MasterChef entran al set. Viven encapsulados en un chal¨¦ de Madrid, sin televisi¨®n ni Internet y rodeados de libros de cocina. Siempre comen separados por biombos del resto del equipo. Y tienen 10 minutos de tel¨¦fono (intervenido) a la semana para hablar con sus familias. ¡°No pueden saber nada, no saben ni ad¨®nde van cada vez que se suben al autob¨²s, son completamente ajenos a lo que se les viene encima en cada ocasi¨®n¡±, cuenta Jos¨¦ Luis Mata, de profesi¨®n conseguidor, o jefe de producci¨®n de exteriores. ?l es quien har¨¢ posible que este a?o se realicen pruebas en un buque portaaviones de la Armada, en un Airbus 330 o en el pico de una monta?a nevada.
Cuando se cocina, dentro o fuera del plat¨®, no se interrumpe ni se repite nada. Lo que sale, sale, en el tiempo que se estipule
La sorpresa es otro de los principales ingredientes de esta f¨®rmula televisiva, que, aunque est¨¦ grabada de antemano, se rellena con momentos vivos. Cuando se empieza a cocinar, dentro o fuera del plat¨®, no se interrumpe ni se repite nada. Lo que sale, sale, en el tiempo que se estipule, para fortuna o desgracia de los comensales invitados. Eso s¨ª, lo que no se graba, no existe.
¡°Es m¨¢s complejo que otros programas, hay que tenerlo todo previsto por si falla cualquier cosa; toda la parte de la cocci¨®n es como un directo, pero no se va de una c¨¢mara a otra como habitualmente, sino que son nueve grabando simult¨¢neamente, nueve v¨¢lidos¡±, resume Alfredo Montalvillo, que lleva 28 de sus 54 a?os trabajando como director de fotograf¨ªa en Televisi¨®n Espa?ola.
Y, como la sal, el condimento sorpresivo se puede a?adir en distintos momentos de la cocci¨®n . Al principio, por ejemplo, con una curiosa manera de presentar los platos que deben realizar los concursantes: ¡°Podemos utilizar cajas misteriosas para ocultarles los ingredientes hasta el ¨²ltimo segundo¡±, explica la directora de arte, Ulia Loureiro. Tambi¨¦n puede sazonarse durante la elaboraci¨®n del men¨², mediante las suspicaces preguntas que se improvisan desde el control, el centro de los ojos que todo lo ven (por las pantallas) y los o¨ªdos que todo lo oyen (por los micr¨®fonos). Intervienen para sacar partido de aquello que est¨¢ ocurriendo en ese momento en la cocina: ¡°Dile que por qu¨¦ est¨¢ haciendo eso as¨ª¡± o ¡°que por qu¨¦ no ha hecho caso a Menganito¡±. Y si a¨²n estuviera soso, siempre se puede coger el salero despu¨¦s, con las afinadas -a veces afiladas- valoraciones que realizan los jueces previas a las pruebas de eliminaci¨®n.
Los cerebros de MasterChef son femeninos y cocinan lo justito o no saben cocinar
Las reacciones -equ¨ªvocos, peleas, gritos, l¨¢grimas- de los concursantes ante esas estudiadas y medidas dosis de sorpresa son las que determinar¨¢n el ¨¦xito de cada programa. Macarena y el resto de su equipo lo saben muy bien, por eso tienen desplegado a un grupo de redactores que observa y anota lo que hace, dice o siente cada uno de los participantes. Son aut¨¦nticos chivatos: ¡°Fulanito se ha confundido y ha puesto sal en vez de az¨²car¡±, ¡°Menganita no se lleva bien con Zutanito¡±, ¡°la crema de Fulano tiene grumos¡±, ¡°¨¦sta siempre tiene problemas con los electrodom¨¦sticos¡±¡ Exprimen las emociones que se filtran mientras elaboran los platos y con ese jugo crean la salsa del programa.
En esta ocasi¨®n, MasterChef regresa con 15 curiosos aspirantes a ostentar el t¨ªtulo; entre ellos, una disc -jockey llena de tatuajes, un empleado de funeraria o una chica vegana. ¡°Unos no pueden ver el fiambre y otros los ven todos los d¨ªas¡±, bromea antes de sentarse frente a las pantallas del control Ana Rivas, pinche de Macarena, su mano derecha. Las dos conforman la producci¨®n ejecutiva del programa. Y aqu¨ª viene otro de los secretos de la exitosa receta. Se trata de un espacio ideado, adaptado, dirigido, guionizado y editado por mujeres. Ninguna es una experta cocinera. De hecho, m¨¢s de una no sabe apenas cocinar.
¡°Yo no he pasado del filete de pollo a la plancha¡±, confiesa Eva Sanz Melones, la directora y la verdadera voz que habla
Las cuatro caras visibles y cada vez m¨¢s famosas del programa, repiten casi al dictado y se mueven como aut¨®matas al son de las palabras de ¡°la Melons¡±
-pinganillo mediante-por la boca de los chefs y jueces Pepe Rodr¨ªguez (Madrid, 1968), Jordi Cruz (de 37 a?os y propietario del restaurante Abac en Barcelona) y Samantha Vallejo-N¨¢jera (Samantha de Espa?a Catering), y de la presentadora -y Miss Espa?a 2003-, Eva Gonz¨¢lez. Todos ellos, las cuatro caras visibles y cada vez m¨¢s famosas del programa, repiten casi al dictado y se mueven como aut¨®matas al son de las palabras de ¡°la Melons¡± -como la conocen detr¨¢s de las c¨¢maras-, que ejerce de segunda de cocina, una mujer de 42 a?os curtida en mil batallas televisivas (incluida Pek¨ªn Express) y que nadie querr¨ªa tener como enemiga pese a su generosa sonrisa.
Detr¨¢s de las c¨¢maras, los chefs (y jueces), que gracias a este concurso ya se han habituado a hacer anuncios, ser portada de las revistas y salir cada dos por tres hasta en la prensa del coraz¨®n, se desprenden de esas poses casi hier¨¢ticas que muestran en las grabaciones. A sus 44 a?os, Samantha exhibe su lado m¨¢s alocado y desenfadado: ¡°Me tendr¨ªan que haber dejado vestirme de goyesca como yo quer¨ªa, con lo que a m¨ª me gusta un disfraz¡±. Jordi Cruz trata de ocultar su lado canalla present¨¢ndose (varias veces) como ¡°un cocinero que se toma en serio su trabajo y que se dedica a divulgar la cocina de nuestro pa¨ªs¡±, pero lo cort¨¦s no quita lo valiente. Pepe Rodr¨ªguez no desperdicia la m¨ªnima oportunidad para provocar al personal: ¡°En esta edici¨®n me he propuesto convertir a la chica vegana a la religi¨®n del disfrute total¡±. Y Eva Gonz¨¢lez, la presentadora sevillana de 33 a?os, se baja de los tacones y se arranca con un cante en cuanto ve la ocasi¨®n.
Pero, resumiendo y yendo al grano de la parte trasera de estos gigantescos fogones televisivos, los cerebros de MasterChef son femeninos y cocinan lo justito o no saben cocinar. Junto a Rey, Rivas y Sanz est¨¢ Helena Morales, capaz de improvisar y redactar un nuevo guion, a bol¨ªgrafo y con letra clara en un folio usado, en el rato de la comida. Y para emplatarlo y dejarlo bonito y listo para servir est¨¢ Cristina Aller, una editora de 39 a?os que ve la vida en frames, es decir, a 25 im¨¢genes por segundo: ¡°Si parpadeas, te la pierdes¡±. No se le escapa una. Ella es la que lo empaqueta todo y lo pone para regalo, listo para ser deglutido por los espectadores.
Este es un trabajo que requiere hacer muchas cosas a la vez, y en este sentido siempre he confiado en las mujeres, resuelve Macarena Rey
¡°Este es un trabajo que requiere hacer muchas cosas a la vez, y en este sentido siempre he confiado en las mujeres¡±, resuelve Macarena, que lo mismo est¨¢ en el control que atendiendo a los comensales o a los cocineros invitados, o d¨¢ndole el OK final a un v¨ªdeo en una sala de edici¨®n de los Estudios Bu?uel con otra bandeja de comida cuartelera al lado. En las cocin as de MasterChef se come bastante regular, hay que decirlo.
Una ¨²ltima cosa a tener en cuenta en esta receta. Para que no se corte es necesario mezclar adecuadamente y agitar lo justo a los equipos que la componen. Uno proviene de Shine Ib¨¦rica y otro pertenece a Televisi¨®n Espa?ola. En uno est¨¢n demasiado acostumbrados a las guerras de guerrillas y en el otro se habla de los trienios perdidos. Dos din¨¢micas de trabajo batiendo los huevos de la misma mayonesa. El equilibrio y la potencia de la enorme batidora -se necesitan 600 kilovatios- los pone una vez m¨¢s Macarena Rey, y hasta el momento no se le ha cortado.
¡°Todo es cuesti¨®n de equilibrios¡±, dice el director de plat¨®, Eduardo Escorial. ¡°En ¨²ltima instancia, se trata de cocinar y hay que calcular bien los tiempos para que no haya concursantes que acaben demasiado pronto y otros que no lleguen a terminar los platos, previamente probados y elaborados por el equipo de culinarios¡±. ?l, aficionado a la gastronom¨ªa, es quien dirige esa cronometrada coreograf¨ªa en la cocina, quien decide qui¨¦n entra y sale y para hacer qu¨¦, y es quien se?ala el objetivo final de los ingredientes de esta compleja p¨®cima televisiva: ¡°Estamos poniendo en valor una de las grandes riquezas de nuestro pa¨ªs a trav¨¦s de cocineros amateur llenos de pasi¨®n. Tenemos que conseguir mostrar su evoluci¨®n para que la gente sepa que puede hacer lo mismo en su casa¡±.
As¨ª, en medio de una fiebre cat¨®dico-culinaria en la que proliferan continuamente suced¨¢neos como Top chef, Deja sitio para el postre, Mi madre cocina mejor que la tuya, Cocinados¡ vuelve MasterChef para enfrentarse a un ?m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa!
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