El f¨²tbol Nike
Cada vez m¨¢s, el p¨²blico espera el paso de baile del figur¨ªn de turno, malabarismo de la foca, pelota sobre la nariz; cada vez se interesa menos por c¨®mo 11 muchachos se ayudan para hacerse uno
Los vi en lugares tan distintos, pero todos hac¨ªan m¨¢s o menos lo mismo. En un descampado en Bogot¨¢, una cancha coqueta en Barcelona, un patio de escuela en Uagadug¨², la vera del lago Lem¨¢n en Ginebra: chicos y una pelota, y en lugar de correrla y patearla, como hac¨ªamos cuando yo era as¨ª de chico, intentaban malabarismos y piruetas.
Una de las cosas que m¨¢s me intrigan en el f¨²tbol es c¨®mo se fue construyendo la idea de belleza que todos aceptamos. No es f¨¢cil, en general, saber por qu¨¦ creemos que tal cosa es bella y que tal otra no ¨Cy lo creemos desde hace tanto tiempo que es casi imposible saber c¨®mo y por qu¨¦ empezamos. En el f¨²tbol, en cambio, todo es tan reciente que quiz¨¢ se podr¨ªa.
Y a veces pienso que valdr¨ªa la pena reconstruir c¨®mo fue, por ejemplo, que hace cien a?os se empez¨® a suponer que pasar la pelota entre las piernas de un contrario era m¨¢s ¡°bello¡± que pasarla por un costado, o que pegarle con la parte de atr¨¢s del pie era m¨¢s que pegarle con el lado de afuera que era m¨¢s que pegarle con el lado de adentro que era m¨¢s que pegarle con la punta. Son ejemplos, para decir que podr¨ªamos haber imaginado cosas muy distintas. De hecho el regate/gambeta/finta/dribbling, la quintaesencia de la belleza futbolera, al principio no exist¨ªa.
Los argentinos, faltaba m¨¢s, claman que lo inventaron. ¡°Aquel f¨²tbol ingl¨¦s muy t¨¦cnico pero mon¨®tono no habr¨ªa logrado ejercer la influencia requerida por el esp¨ªritu de nuestras multitudes ¨Cescribi¨® el maestro Borocot¨®, todav¨ªa en los a?os cuarenta y en El Gr¨¢fico porte?o¨C; tuvimos que adornarlo con el dribbling que encandila las pupilas, que es patrimonio de estas tierras¡±.
El dribbling que encandila las pupilas, sin embargo, ten¨ªa una meta: llegar a la meta. El F¨²tbol Nike no siempre la tiene. El F¨²tbol Nike es esa forma de entender el juego donde la meta es, m¨¢s que nada, filmar propagandas car¨ªsimas llenas de trucos superhollywood para vender alguna cosa. Lo empez¨® Nike, pero ya no hay sponsor global que no se haga su publicidad de millones de d¨®lares con recontrafiguras desplegando taquitos, bicicletas y chilenas. Lo curioso es que, desde los anuncios, el F¨²tbol Nike desbord¨® a los partidos: cada vez m¨¢s, el p¨²blico ¨Cy sobre todo el p¨²blico principal, el de la tele¨C espera el paso de baile del figur¨ªn de turno, malabarismo de la foca, pelota sobre la nariz; cada vez se interesa menos por c¨®mo 11 muchachos se ayudan para hacerse uno.
El F¨²tbol Nike no est¨¢ pensado para armar equipos sino ¨ªdolos vendedores. Para quienes no saben ver f¨²tbol, la chilena a la segunda bandeja es m¨¢s f¨¢cil de mirar, de entender que un diez con la pelota en los pies y un siete que arrastra a la esquina derecha a sus dos marcadores para que pase el cuatro y reciba, en la puerta del ¨¢rea, el pase filtrado mientras el nueve llega, desde atr¨¢s, desmarcado, por la izquierda, listo para empujarla adentro.
Es complicado, no cabe en la pantalla. En cambio el firulete es perfecto para el anuncio de la cola o el resumen del partido: es televisivo, que es lo que es el f¨²tbol contempor¨¢neo. Y all¨ª se cierra el c¨ªrculo: antes del reino de la tele, un chico aprend¨ªa a jugar mirando a sus compa?eros del colegio, a los pataduras de su cuadra; si alguna vez ve¨ªa una rabona era un milagro. Ahora lo primero que hacen es imitar los v¨ªdeos de Neymar; aprenden la bicicleta antes que a dar un pase; aprenden que lo que importa es saber bicicletear, no saber pasarla. Y as¨ª el F¨²tbol Nike se reproduce a s¨ª mismo y un juego de equipo, de colaboraci¨®n, de sudor compartido, se va transformando en pura destreza individual: un n¨²mero de circo.
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