Piedras contra Google
El poder adquisitivo de Silicon Valley ha disparado un 100% los alquileres de San Francisco, provocando movilizaciones. Es el ¨²ltimo episodio del encarecimiento de las metr¨®polis elitistas estadounidenses
San Francisco est¨¢ en pie de guerra. El enemigo es Silicon Valley. Sus empleados, inform¨¢ticos e ingenieros, j¨®venes, sin familia y de sueldos elevados, han disparado los alquileres de la ciudad. Un 100% en un a?o. Durante todo el d¨ªa los recogen autocares camuflados que, en una hora, los llevan a sus puestos de trabajo y los devuelven a sus casas tras la jornada laboral. Con t¨¢cticas de guerrilla, grupos de activistas est¨¢n denunciando esas redes de transportes privados que utilizan casi gratis las paradas p¨²blicas y que facilitan la invasi¨®n silenciosa. Ya se han producido varios altercados. Una piedra que rompe una ventanilla; un experto en telecomunicaciones que recibe una r¨¢faga de empujones; la progresiva conciencia de que existen dos categor¨ªas de ciudadanos. Y dos modelos de ciudad. La San Francisco de las libertades civiles, los hippies, el yoga, la contracultura, pies descalzos, tabla de surf bajo el brazo y nudismo urbano. Y la de los geeks,el individuo aislado, los locales de dise?o, la paradoja insalvable: trabajan en red, dise?an complejos sistemas de cooperaci¨®n virtual, pero viven al margen de los tejidos de la comunidad.
¡°No tuvieron adolescencia¡±, me cuenta Noem¨ª Garc¨ªa Pasmanick, estudiante universitaria, ¡°se pasaron los a?os del college estudiando y ahora descubren las discotecas y el alcohol y se comportan como ni?os¡±. Me confiesa que para ella es ¡°muy frustrante y triste¡± ser consciente de que jam¨¢s podr¨¢ pagar un alquiler en la ciudad en que creci¨®. Como si fuera la ¨²nica empresa de alta tecnolog¨ªa responsable de lo que est¨¢ pasando, no habla del Valle del Silicio, sino de Google: ¡°Est¨¢ transformando todo el ¨¢rea, en el Barrio de Castro ya solo hay gais con dinero y en La Misi¨®n cada vez hay menos inmigrantes latinos y artistas; pero es que para los techies, la gentrificaci¨®n, el aburguesamiento de los barrios, es un fen¨®meno positivo¡±.
Pas¨¦ el invierno m¨¢s duro de mi vida en la ciudad de Chicago. Tengo claro que, del vasto territorio estadounidense, solo escoger¨ªa para vivir San Francisco y Nueva York. Por eso me extra?a que el encarecimiento de las grandes metr¨®polis de ambas costas sea un fen¨®meno relativamente reciente. Es conocido el prohibitivo precio del metro cuadrado en Manhattan, pero ahora tambi¨¦n el resto de distritos est¨¢ siendo objeto de furiosa especulaci¨®n. En febrero, Spike Lee dispar¨® sus palabras contra los hipsters blancos que han expulsado de Brooklyn a afroamericanos y latinos: sus siete minutos de ira fueron reproducidos hasta el hartazgo, discutidos, elogiados y tambi¨¦n vilipendiados.
Wall Street, Hollywood y Silicon Valley son los tres v¨¦rtices simb¨®licos del tri¨¢ngulo que impulsa la econom¨ªa y la mitolog¨ªa estadounidenses. Un Tri¨¢ngulo de las Bermudas sobrecargado de energ¨ªa, que hace desaparecer de los radares a quienes no participan en sus mercados de futuros. Como son abstracciones ingobernables, enemigos l¨ªquidos, si no vaporosos, en el imaginario colectivo el otro radical lo ha pasado a encarnar la figura del techie y la del hipster. Las tribus urbanas de los adictos a la tecnolog¨ªa y de los modernos son los nuevos b¨¢rbaros, aunque no sean ellos, sino los propietarios locales, los constructores y los banqueros quienes multipliquen exponencialmente el precio del suelo. Tan antiguo como el Antiguo Testamento es el concepto de ¡°chivo expiatorio¡±. Y tan nuevo como el Nuevo Testamento, su ant¨ªdoto: ¡°Quien est¨¦ libre de pecado, que tire la primera piedra¡±.
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