Galgos e hidalgos
Cada a?o, terminada la temporada de caza, se abandonan o sacrifican miles de perros de esta raza en Espa?a. Las asociaciones en su defensa se han movilizado para reclamar una ley que lo castigue
Mientras redacto estas l¨ªneas, miles de galgos han muerto ya tiroteados, ahorcados, arrojados en pozos, arrastrados por coches, atropellados en alguna carretera secundaria o desfallecidos por el hambre y la sed, como cada a?o por estos d¨ªas cuando termina la temporada de caza. Puede apreciarse en el documental Febrero, el miedo de los galgos (Waggingtale Films), proyectado en el Congreso de los Diputados el pasado 12 de marzo por la Asociaci¨®n Parlamentaria en Defensa de los Animales (APDDA).
Cada vez que llega febrero, miles de galgos mayores de tres a?os son masacrados o abandonados en Espa?a; buena parte de esa cantidad corresponde exclusivamente a Andaluc¨ªa. La caza con galgo es una antigua tradici¨®n espa?ola que aparece documentada en el primer p¨¢rrafo de El Quijote, pues Alonso Quijano era ¡°hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, roc¨ªn flaco y galgo corredor¡±. Sin embargo, del Siglo de Oro a nuestros d¨ªas la caza con galgo ha degenerado en carnicer¨ªa, y por eso la APDDA considera que ha llegado el momento de legislar creando reglamentos, controles, seguros y penas que acaben con la impunidad de los maltratadores.
No se trata de prohibir la caza, sino de erradicar la crueldad. Solo en 2005, la Guardia Civil proces¨® 540 denuncias, divididas en 13 por tiroteos, 15 por ahorcamientos, 10 por palizas con resultado de muerte, 115 por desnutrici¨®n, 159 por abandono y 228 por otras faltas, aunque la Federaci¨®n de Asociaciones de Protecci¨®n Animal (FAPA) calcul¨® en 150.000 el n¨²mero de galgos ahorcados, quemados vivos, descoyuntados a golpes o inyectados con lej¨ªa durante el mismo 2005. Hay comunidades como Catalu?a que persiguen el maltrato animal y otras como Andaluc¨ªa donde la Junta consiente que se entrenen galgos encaden¨¢ndolos a coches en marcha, con atroces resultados de quemaduras, patas quebradas y muerte por estrangulamiento.
Aunque los galgos de caza registrados suman 500.000, se calcula que el n¨²mero real es m¨¢s bien el doble. Y como no es f¨¢cil saber si los que matan y torturan son cazadores, galgueros, ladrones o los tres indistintamente, las ONG exigen que se endurezcan los controles y se penalicen los abusos.
Al Congreso de los Diputados acudieron ONG como SOS Galgos, Galgos sin Fronteras y Baas Galgo, quienes demostraron el boicoteo internacional contra productos espa?oles a causa del maltrato animal. Para corroborarlo asistieron la Fundaci¨®n Franz Weber (Suiza), el CREL (Francia) y la Global Animal Rescue (EE UU), cuyas denuncias proporcionan una imagen m¨¢s bien sangrienta de la ¡°marca Espa?a¡±.
Por eso mismo, algunas de las ONG defensoras de los galgos son dirigidas o patrocinadas por mecenas extranjeros como la alemana Gisella Mehnert, que me recibe en el refugio que ha construido en Alcal¨¢ de Guada¨ªra (Sevilla). La Fundaci¨®n Benjam¨ªn Mehnert ha invertido m¨¢s de dos millones de euros en sus dotaciones: UCI, quir¨®fanos, farmacia, laboratorio y residencia para que los interesados en adoptar convivan unos d¨ªas con los perros. Mientras sus veterinarias examinan el cad¨¢ver abalaeado de un galgo, Gisella me dice: ¡°Quienes son inhumanos con los animales, no son mejores con los seres humanos¡±.
Ches¨²s Yuste, portavoz de la APDDA, reconoce que ¡°ser¨ªa una quimera prohibir la caza como en el resto de Europa, pero podemos conseguir penas de c¨¢rcel para los torturadores¡±. Todav¨ªa quedan hidalgos en Espa?a, quienes cabalgan de nuevo como quijotes en defensa de los galgos corredores.
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