Ahora, Ucrania oriental

Tres semanas despu¨¦s de que Vlad¨ªmir Putin anexionara Crimea a Rusia de un plumazo se repiten en tres ciudades de mayor¨ªa rus¨®fona de Ucrania oriental los mismos proleg¨®menos, aunque con participaci¨®n reducida. La coordinaci¨®n y determinaci¨®n con que separatistas prorrusos armados han ocupado edificios gubernamentales en J¨¢rkov, la segunda ciudad del pa¨ªs, Donetsk y Lugansk, pidiendo un refer¨¦ndum al modo de Crimea, sugiere inequ¨ªvocamente la mano de Mosc¨², como apunt¨® ayer el jefe de la diplomacia estadounidense.

Con 40.000 soldados rusos en la frontera, pocos pueden dudar de que los graves acontecimientos encajan con precisi¨®n en la estrategia del Kremlin para desmembrar Ucrania o justificar una eventual intervenci¨®n armada. Las protestas prorrusas abonan la oportunista teor¨ªa del Kremlin de que el d¨ªscolo pa¨ªs vecino debe ser federalizado para que las regiones rus¨®fonas tengan en ¨²ltima instancia la oportunidad de elegir entre Kiev o Mosc¨². No otro fue el c¨ªnico planteamiento de Putin a Obama para encontrar una soluci¨®n diplom¨¢tica al conflicto antes de las elecciones presidenciales del 25 de mayo. La aceptaci¨®n de semejante propuesta bajo el chantaje armado abrir¨ªa el camino a demandas inaceptables en pa¨ªses como Estonia o Letonia.

Para el Gobierno provisional de Ucrania, que debe preservar a toda costa la celebraci¨®n de elecciones en mayo, resulta vital atajar las manifestaciones y la violencia separatista. Pero tan importante es privar a Putin del argumento de que Kiev ha perdido el control de Ucrania oriental como mantener una actitud dialogante con la poblaci¨®n rus¨®fona que desconf¨ªa del Ejecutivo prooccidental.

Estados Unidos y Europa, que vienen empleando contra Mosc¨² un t¨ªmido gradualismo sancionador que Putin identifica con impotencia, afrontan un nuevo desaf¨ªo ante el que huelga la ret¨®rica. Est¨¢ en juego simplemente la estabilidad continental.