Algunos se niegan a que les atienda una mujer
Hannah es maquilladora. As¨ª que cuando vio la oportunidad de entrar en el departamento de cosm¨¦ticos de unos lujosos grandes almacenes en Riad, no se lo pens¨®. Se present¨® a las pruebas y ya lleva un a?o trabajando cara al p¨²blico. Cara al p¨²blico es un decir, porque como la mayor¨ªa de las saud¨ªes se cubre el rostro con un niqab, el velo que apenas deja una rendija para los ojos. Y sin embargo su presencia tras el mostrador es una revoluci¨®n en Arabia Saud¨ª, donde hasta hace tres a?os las mujeres ten¨ªan prohibido ser dependientas.
En 2011, un decreto orden¨® que sustituyeran a los hombres en las lencer¨ªas. Desde hace dos a?os han empezado a hacerlo en las tiendas de productos de belleza. No sin pol¨¦mica. ¡°Mi familia lo acept¨®, pero en nuestra sociedad todav¨ªa hay gente que ve inmoral que las mujeres trabajen de vendedoras¡±, declara Hannah, de 29 a?os.
Algunos clientes incluso se niegan a que les atienda una mujer. A ella, al igual que a otras compa?eras, le ha pasado. ?Y qu¨¦ hace en esos casos? ¡°Les dejo que hablen con uno de mis compa?eros¡±, responde despreocupada.
Las saud¨ªes que quieren trabajar tienen problemas m¨¢s importantes a los que hacer frente. El primero de ellos es la movilidad, seg¨²n apunta la princesa Reema Bint Bandar al Saud, la mujer que est¨¢ detr¨¢s de Harvey Nichols en Riad, donde trabaja Hannah. Adem¨¢s del anacronismo que les proh¨ªbe conducir, su pa¨ªs carece de transporte p¨²blico.
¡°Nosotros les damos un estipendio mensual para que contraten un ch¨®fer, pero las peque?as empresas no pueden permit¨ªrselo¡±, se?ala Reema. Tambi¨¦n han abierto una guarder¨ªa, a la que todos los empleados pueden llevar a sus hijos.
M¨¢s complicado resulta cumplir la norma que exige que los vendedores de distinto sexo no est¨¦n a menos de 100 metros el uno del otro.
¡°Al principio, el Ministerio de Trabajo quer¨ªa que en el departamento de cosm¨¦ticos sustituy¨¦ramos de golpe a todos los dependientes por dependientas. Logramos negociar para que nos dieran un plazo porque tenemos que formar a las mujeres y no podemos despedir a hombres que llevan una d¨¦cada con nosotros. Pensamos en que los veteranos podr¨ªan ense?ar a las novatas¡±, explica la princesa empresaria.
Pero tal posibilidad choca con las estrictas normas de segregaci¨®n de los sexos que imponen las autoridades religiosas, con el benepl¨¢cito del Gobierno. De ah¨ª lo de los 100 metros, una distancia a la que resulta complicado formar a las nuevas empleadas.
A pesar de que las ventas no requieren una cualificaci¨®n especial, las dependientas saud¨ªes no s¨®lo no han trabajado antes, sino que no tienen ninguna referencia para interactuar con la clientela, especialmente si se trata de hombres.
¡°Tenemos que ense?arles a vender productos que a veces valen cinco veces sus salarios, a unas mujeres con las que no tienen nada en com¨²n¡±, admite Reema. ¡°Hay que empezar de cero. Ni siquiera son conscientes de que tienen derechos¡±.
El entorno no ayuda. Nuha Adhan, la primera jefa de planta de Harvey Nichols en Riad, se ha encontrado con que no todo el mundo acepta que una mujer sea la responsable. ¡°Primero causa sorpresa; luego, hay quienes dudan de que pueda resolverles sus problemas¡±, explica en su peque?o despacho en la trastienda.
Pero ni las actitudes esc¨¦pticas ni el paternalismo hacen mella en esta saud¨ª decidida y, en sus propias palabras, ambiciosa, que hizo sus pinitos en el periodismo, continu¨® en una empresa de marketing y ahora espera hacer carrera en el comercio. Empez¨® como dependienta hace dos a?os y ya est¨¢ al frente del departamento de cosm¨¦ticos y bolsos. Tiene a sus ¨®rdenes un equipo de 65 personas, la mitad mujeres.
¡°Con ellas es dif¨ªcil la puntualidad, porque adem¨¢s de depender de los ch¨®feres, tienen presiones familiares. A veces dejan de venir a trabajar sin avisar¡±, lamenta. Sin embargo, asegura que ¡°no les plantea ning¨²n problema trabajar al lado de los hombres, es la polic¨ªa religiosa la que pone pegas porque no acepta que est¨¦n juntos aunque lo permita la ley¡±.
Para mujeres como Hannah o Kawther, una administrativa que siempre so?¨® con dedicarse a la venta de perfumes, es la oportunidad de sus vidas. El trabajo les permite contribuir a la econom¨ªa familiar a la vez que les abre una ventana al exterior que s¨®lo hace unos a?os era inimaginable. Sin embargo, a¨²n son pocas las que se atreven a dar el paso.
De hecho, el sector se ha encontrado con que no hay suficientes candidatas saud¨ªes para remplazar a los trabajadores extranjeros que empleaba hasta ahora. Tambi¨¦n resultan caras, ya que tienen salarios m¨¢s elevados y trabajan menos horas que aqu¨¦llos, por lo que es necesario contratar dos turnos. Adem¨¢s, las tiendas deben ofrecer salas de descanso y aseos separados. Numerosos negocios han tenido que cerrar.
¡°Al principio tuvimos una descenso en las ventas. Perdimos nueve millones de riales [1,8 millones de euros], pero decid¨ª que era una inversi¨®n en el futuro de las mujeres y del pa¨ªs¡±, asegura Reema. La princesa se muestra optimista al respecto. ¡°Nuestra sociedad est¨¢ cambiado. Cada vez m¨¢s la mujer puede elegir. Hace s¨®lo tres a?os no pod¨ªa contratar dependientas¡±, menciona.
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