Las mujeres quieren decidir
El Plan de Acci¨®n de El Cairo fue el primer documento en establecer la ¡°salud sexual y reproductiva¡± como derecho humano a proteger A pesar de importantes avances, veinte a?os despu¨¦s de ese Plan de acci¨®n firmado por 179 pa¨ªses, incluido Espa?a, a¨²n hay mucho por hacer
Para Beatriz, Bel¨¦n o la ni?a de 14 a?os violada y embazada en Argentina o la de 10 a?os tambi¨¦n violada y en estado en Senegal las decisiones que se est¨¢n tomando en los pasillos y salas de reuniones de Naciones Unidas en la 47? sesi¨®n especial de la Comisi¨®n de Poblaci¨®n y Desarrollo que est¨¢ teniendo lugar en Nueva York no es una cuesti¨®n balad¨ª. Para ellas supone la diferencia entre la vida y la muerte, o tener la posibilidad de continuar con su vida, disfrutar de su infancia y desarrollarse como persona. , ya que los acuerdos que se alcancen marcar¨¢n la agenda internacional sobre salud y derechos sexuales y reproductivos en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Para miles de mujeres en todo el mundo, la decisi¨®n no es f¨¢cil de tomar y en demasiadas ocasiones las legislaciones de los estados penalizan a las mujeres y j¨®venes que quieren decidir y no pueden. Beatriz y Bel¨¦n pelearon con las leyes de su pa¨ªs, e incluso apelaron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y sus casos saltaron a una opini¨®n p¨²blica que comenz¨® a reflexionar sobre este tema por primera vez en d¨¦cadas. Pero ?Qu¨¦ pasa con las miles de beatrices y belenes que cada a?o tienen un embarazo no planificado? La alternativa que millones de mujeres han tomado a lo largo de la historia es recurrir a un aborto clandestino, y por tanto inseguro, aunque pueda costarles la vida.
En 1994, el Plan de Acci¨®n de El Cairo fue el primer documento internacional que estableci¨® expl¨ªcitamente la ¡°salud sexual y reproductiva¡± y los ¡°derechos reproductivos¡± como derechos humanos a proteger. A pesar de importantes avances, veinte a?os despu¨¦s de ese Plan de acci¨®n firmado por 179 pa¨ªses, incluido Espa?a, a¨²n hay mucho por hacer. Para 800 mujeres al d¨ªa estar embarazada supone morir por causas relacionadas con el embarazo o el parto, m¨¢s de 220 millones de mujeres en los pa¨ªses en desarrollo quieren prevenir un embarazo, pero no tienen acceso a m¨¦todos anticonceptivos eficaces y s¨®lo el 34% de las mujeres embarazadas reciben una atenci¨®n prenatal adecuada en los pa¨ªses de ingresos bajos.
Desde la antig¨¹edad, Estados y gobiernos siempre han buscado controlar el cuerpo de las mujeres, priv¨¢ndolas de los m¨¢s humanos de todos los derechos, aquellos que se encuentran en su esfera m¨¢s ¨ªntima y privada. Todav¨ªa hoy los derechos sexuales y reproductivos son objeto de vivas controversias ideol¨®gicas y son cuestionados en nombre de la cultura, la religi¨®n o la moral.
Durante esta semana, ideolog¨ªas y fundamentalismos han buscado evitar cualquier avance, en nombre del consenso, que suponga conquistar nuevos hitos de autonom¨ªa sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres En nombre del consenso, ?Estar¨¢ la comunidad internacional a la altura de los desaf¨ªos planteados? ?O pactar¨¢n un acuerdo de m¨ªnimos para evitar el bloqueo pol¨ªtico de parte de los gobiernos conservadores, que no quieren reconocer que los derechos humanos se extienden a la autonom¨ªa y capacidad de decisi¨®n sobre el propio cuerpo?
El proceso de revisi¨®n de estos acuerdos internacionales que se ha llevado a cabo esta semana, llega en un momento clave, en plena construcci¨®n de la agenda que marcar¨¢ el camino del desarrollo los pr¨®ximos a?os; a tan s¨®lo un a?o de que venza el plazo que se dio la comunidad internacional para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Mileno, cuyo objetivo n¨²mero 5 sobre la mejora de la salud materna es el que m¨¢s lejos de alcanzarse.
Los derechos de las m¨¢s j¨®venes, los m¨¢s vulnerados
Para millones de j¨®venes menores de 19 a?os ser mujer puede ser una aut¨¦ntica condena. Todav¨ªa demasiadas adolescentes son v¨ªctima de discriminaci¨®n y violencia - hasta un 50% de las agresiones sexuales se cometen contra ni?as menores de 16 a?os- y a menudo sometidas a matrimonios tempranos y forzosos, que en muchas ocasiones desembocan en embarazos adolescentes que lastran sus oportunidades de estudiar, desarrollarse, trabajar; en definitiva de vivir su vida a su manera. Las cifras, aunque conocidas no pueden dejar indiferente a nadie: m¨¢s de 60 millones de ni?as est¨¢n casadas, 1 de cada 3 contra su voluntad, y diecis¨¦is millones de adolescentes de 15 a 19 a?os dan a luz cada a?o; de ellas 70.000 mueren debido a complicaciones en el embarazo y el parto, especialmente en los pa¨ªses en desarrollo.
Legalizar el aborto salva vidas
Desde 1994, m¨¢s de 25 pa¨ªses han liberalizado sus leyes sobre el aborto lo que ha reducido la mortalidad materna producida por abortos inseguros. Pero la gran mayor¨ªa de los gobiernos sigue oponi¨¦ndose ideol¨®gicamente al derecho a abortos legales y seguros, neg¨¢ndose a considerar los problemas de salud p¨²blica que suponen los abortos clandestinos realizadas en condiciones inadecuadas..
Todo ello a pesar de los informes y recomendaciones de los organismos internacionales que condenan en¨¦rgicamente las leyes que restringen el aborto, especialmente las que lo proh¨ªben y penalizan en todas las circunstancias. El Comit¨¦ para la Eliminaci¨®n de todas las formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer estableci¨® en su ¨²ltima sesi¨®n que el aborto seguro es un derecho y que los Estados deben legalizarlo al menos en los casos de violaci¨®n, incesto, riesgo para la vida y/o salud de la madre o malformaci¨®n fetal grave.
Aunque los muchos Estados prefieren ignorarlas o establecer otras paralelas, las cifras demuestran que restringir y penalizar el aborto, poco influye en el n¨²mero de interrupciones del embarazo; cada a?o, se practican 22 millones de abortos en condiciones peligrosas que suponen la muerte de 47.000 mujeres. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) denuncia que las restricciones legales ¡°llevan a muchas mujeres a procurarse servicios en otros pa¨ªses o con profesionales no capacitados o en condiciones no higi¨¦nicas, exponi¨¦ndose a un riesgo significativo de muerte o discapacidad.¡± Son las mujeres con menos recursos las que sufren las consecuencias, ya que el 98 % de los abortos inseguros se realizan en los pa¨ªses en desarrollo.
Ante estos hechos, es fundamental que el dogma quede fuera de la sala y que los gobiernos adopten un enfoque m¨¢s pragm¨¢tico. En el caso de Espa?a, esto choca frontalmente con el anteproyecto de reforma de ley de interrupci¨®n voluntaria del embarazo, que pone en serio riesgo el cumplimiento de los compromisos adquiridos y entra en contradicci¨®n con la mayor¨ªa de resoluciones internacionales sobre los derechos sexuales y reproductivos [1].
Tras esta decisiva cita, Espa?a debe seguir promoviendo y asegurando el acceso a la salud y el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de todas las mujeres, incluidas las adolescentes y j¨®venes tal y como ha afirmado en numerosas ocasiones en conferencias, encuentros y compromisos a nivel internacional. Hacer lo contrario no s¨®lo ser¨ªa incongruente, sino ignorar el problema y mirar hacia otro lado mientras millones de mujeres se juegan la vida, bajo el yugo de una moral ajena y en nombre de un pu?ado de votos.
Luis Enrique Sanchez Acero es presidente Federacion Planificaci¨®n Familiar Estatal; Ana Alcalde es directora Alianza por la Solidaridad; y Elena Urdaneta es coordinadora de Medicos del Mundo.
[1] Programa de Acci¨®n de El Cairo, la declaraci¨®n del Comit¨¦ para la Eliminaci¨®n de Todas Formas de Discriminaci¨®n Contra la Mujer sobre salud y derechos sexuales y reproductivos del 57? periodo de sesiones[1] y el Informe del relator especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del m¨¢s alto nivel posible de salud f¨ªsica y mental A/66/254, as¨ª como la resoluci¨®n 1607 (2008) del Consejo de Europa).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.