El whisky de ayer
En 'Adi¨®s, mu?eca' (1940), el detective Philip Marlowe se bebe un promedio de dos copas por p¨¢gina
En esta ¨¦poca de puritanismo atroz y alegre simploner¨ªa, en la que el ciudadano com¨²n transita del caf¨¦ sin cafe¨ªna a la cerveza sin alcohol, y se divierte trotando por la acera o fumando vapor de agua, no viene mal asomarse a las historias sucias de Raymond Chandler, para que no se nos olvide c¨®mo era el mundo de ayer. Veamos: el detective Philip Marlowe se encuentra en casa de una mujer que tiene s¨®lidas ligas con el caso que debe resolver, y ha pasado todo el cap¨ªtulo 19 de la novela desarrollando una actividad mental desmesurada, a saber: obtiene informaci¨®n de la mujer, que es muy atractiva, a la vez que va atando cabos con los datos que tiene en la cabeza y, simult¨¢neamente, se contiene para no caer en el juego de seducci¨®n que la chica despliega a su alrededor. El detective ejecuta este desmesurado esfuerzo mental bebiendo una serie heroica de whiskys.
En una cuenta gruesa que le he hecho conclu¨ª que en este libro, Adi¨®s, mu?eca (1940), el detective se bebe un promedio de dos whiskys por p¨¢gina. Despu¨¦s de esa cantidad oce¨¢nica que acaba de beberse, sale de la casa por su propio pie, con una envidiable verticalidad y razonando con una potencia mental digna de un fil¨®sofo, o de un estafador, y desde aquel mundo paradis¨ªaco, en el que los controles de alcoholemia eran cosa de cu¨¢queros, y el whisky era un placer y no un oscuro suicidio en ralent¨ª, nos cuenta: ¡°Sub¨ª a mi coche y mir¨¦ el reloj antes de arrancar. Eran casi las cinco. El whisky, como sucede cuando es lo bastante bueno, me hizo compa?¨ªa durante todo el camino de vuelta hasta Hollywood, y acept¨¦ los sem¨¢foros en rojo sin rechistar¡±.
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