Nacionalismos implosivos

En la segunda mitad del siglo?XVII, el escritor jud¨ªo Isaac Cardoso, exiliado en Italia, coment¨®: ¡°En una naci¨®n como Espa?a, existen muchas naciones¡±. Es verdad. Casi nadie niega la realidad plurinacional de nuestro pa¨ªs. Pero las tensiones centr¨ªfugas y secesionistas de Catalu?a y del Pa¨ªs Vasco en la actualidad no hacen sino a?adir un problema m¨¢s, y esencial, a los que ya tenemos planteados. Muchas veces, o casi siempre, son en la historia de Espa?a las ¨¦lites pol¨ªticas las que alimentan este fuego abrasador de la ruptura de la convivencia espa?ola. El deseo de volver a fragmentar en pedazos min¨²sculos varios espacios pol¨ªticos unificados hace siglos no solo responde a los intereses de esas minor¨ªas, sino que podr¨ªa retrotraernos a la Edad Media con una poliarqu¨ªa de microestados neofeudales enfrentados. Cuando se quiere organizar la convivencia desde postulados forzados artificialmente con calzador, se corre el riesgo de crear unas fisuras irresta?ables.

Espa?a no est¨¢ en su mejor momento econ¨®mico, pol¨ªtico y social, y su estructura pol¨ªtica, siempre susceptible de ser modificada, aguantar¨ªa mal ahora una aventura secesionista con un horizonte tan incierto. Si queremos crear macroespacios pol¨ªticos con solidez, equilibrio y cierta homogeneidad estable, basados en la armon¨ªa del progreso y el bienestar colectivo, el empezar a romper ciegamente los marcos comunes de convivencia puede ser tan peligroso como nefasto.¡ª Agust¨ªn Arroyo Carro.