Milagro en Manhattan
Esta es la historia de un sue?o cumplido que trata de otros que nunca se alcanzan En Nueva York Elvira Lindo y el actor Javier C¨¢mara idearon hacer una pel¨ªcula Doce a?os despu¨¦s se estrena 'La vida inesperada' y la escritora evoca c¨®mo naci¨® el proyecto
Si en la vida cada historia tiene una fecha de inicio incierta, en esta sobre la que hoy escribo se podr¨ªa se?alar una noche precisa en el calendario. La noche de oto?o de 2002 en que se estren¨® Hable con ella en Nueva York. Tras el cerrado aplauso que celebr¨® la pel¨ªcula fuimos convocados para saludar a la troupe almodovariana. En una misma habitaci¨®n respiraban Kathleen Turner, Lou Reed, Toni Morrison, John Waters, Paul Auster, entre otros, y nosotros que, dado nuestro aspecto indudablemente espa?ol, ¨¦ramos como los parientes manchegos del cineasta. Rodeado de celebridades estaba Javier C¨¢mara, que aun siendo ya popular y admirado por su papel en Torrente y en 7 vidas, no hab¨ªa alcanzado a¨²n la consideraci¨®n que hoy disfruta y que se debe, en buena parte, a aquella pel¨ªcula de Almod¨®var. El c¨®mico se dejaba querer por aquel p¨²blico exquisito y compensaba con besos, sonrisas y payasadas su entonces pobre manejo del ingl¨¦s. Nuestra mirada se cruz¨® en un momento dado y, aunque no nos hab¨ªamos encontrado hasta aquella noche, nos reconocimos de inmediato. No por nuestra faceta p¨²blica, sino por algo m¨¢s primario que le define a uno desde los tiempos de la escuela en que empieza a socializar con otros ni?os: el esp¨ªritu de la comedia.
Yo deslic¨¦ un n¨²mero de tel¨¦fono en su mano cuando me dijo que quer¨ªa quedarse en Manhattan por tres meses. Le dije, esta ciudad te sube al cielo pero tambi¨¦n te puede hacer sentir un desgraciado. Y debi¨® de ser en uno de esos momentos de baj¨®n que experimenta cualquiera que viene aqu¨ª con la idea de comerse el mundo cuando me llam¨® y quedamos, y hasta hoy. Nueva York nos hizo conocernos de esa manera inmediata e intensa que provoca la distancia de la patria com¨²n y aquel fue el principio de muchos paseos que comenzaban por la ma?ana y terminaban por la noche, con los pies entumecidos y la mente desquiciada de tantas emociones visuales. En una de aquellas caminatas sin fin, al atardecer, bajo esa luz en que se despiertan todos los sue?os, Javier y yo comenzamos a imaginarnos que alg¨²n d¨ªa har¨ªamos una pel¨ªcula, c¨®mica, rom¨¢ntica, de re¨ªr, de llorar, capaz de levantar el ¨¢nimo a la manera en que lo consegu¨ªan los viejos musicales. Todo iba a ser muy f¨¢cil, aventur¨¢bamos, con su nombre y mi guion nadie podr¨ªa detenernos. Y nos contagi¨¢bamos el uno al otro un optimismo insensato en el que participaba la ciudad como escenario. Cada esquina, cada ¨¢ngulo parec¨ªa contener ya una escena futura de ese guion que estaba por escribir.
La ciudad est¨¢ plagada de personas que un d¨ªa experimentan el cansancio del final de la juventud
Insensatos, s¨ª. Porque una vez que el guion estuvo escrito nos fue muy dif¨ªcil encontrar una productora valiente que se animara a rodar en una ciudad tan dif¨ªcil como es esta. La historia era: Juanito, un t¨ªo de La Rioja (como Javier), actor (como Javier), decide emigrar a Nueva York para probar suerte en el teatro. Han pasado diez a?os desde que se atrevi¨® a emprender aquella aventura y, aunque ha conseguido sobrevivir compatibilizando trabajillos de poco fuste, no est¨¢ satisfecho con el resultado. La madurez se le echa encima y no sabe qu¨¦ camino tomar. En esto, llega su primo a pasar un mes con ¨¦l. Un primo guapo, algo m¨¢s joven, con un buen trabajo y la peculiar capacidad de decir siempre la verdad m¨¢s inconveniente. Esta convivencia les cambiar¨¢ a los dos. Todo ello aderezado con escenas de teatro que le dan profundidad al argumento. Javier y yo nos paseamos con esta historia bajo el brazo, como si fu¨¦ramos vendedores a domicilio, por distintas productoras y fue finalmente Beatriz Bodegas quien tom¨® las riendas del asunto y decidi¨® arriesgarse. Porque mientras el tiempo iba pasando en el proceso de b¨²squeda de fondos para financiar el proyecto, Estados Unidos entraba en recesi¨®n, Europa se ve¨ªa contagiada por la crisis y Espa?a se sum¨ªa en la situaci¨®n que todav¨ªa padecemos. Es posible que en nuestro pa¨ªs se hicieran en los noventa demasiadas pel¨ªculas, que existiera tambi¨¦n de alguna manera una burbuja cinematogr¨¢fica que en alg¨²n momento ten¨ªa que explotar, pero el correctivo ha sido injusto, desproporcionado. Entre la crisis econ¨®mica, el IVA, la pirater¨ªa y los pecados de la propia industria, hacer una pel¨ªcula en Espa?a se ha convertido en un prop¨®sito imposible. Tal vez por eso, este proyecto ha precisado de grandes dosis de ilusi¨®n, voluntad y tozudez.
La productora contrat¨® a Jorge Torregrossa para capitanear el proyecto. Jorge hab¨ªa estudiado en New York University y vivido en la ciudad siete a?os, tantos como para que lo que se cuenta en el guion le sonara muy familiar: esos sue?os juveniles por todo lo alto que chocan con realidades mucho m¨¢s pedestres. El tono de la pel¨ªcula, todos est¨¢bamos de acuerdo, era dif¨ªcil, o al menos, no es de los m¨¢s frecuentes ahora mismo en el cine espa?ol. En estos momentos, las televisiones apuestan por el cine espect¨¢culo de gran presupuesto o bien por comedias de risa. De risa, claro est¨¢, de principio a fin. De tal forma que para ¡°vender¡± este proyecto parec¨ªa que hab¨ªa que ocultar que la historia ten¨ªa un fondo melanc¨®lico al que ninguno est¨¢bamos dispuestos a renunciar. ?Por Dios, la historia del cine est¨¢ llena de comedias rom¨¢nticas, sentimentales, agridulces! ?Hasta qu¨¦ punto hemos llegado que resulta tan dif¨ªcil explicar esto?
Por fortuna, el guion no sufri¨® demasiados ajustes, dejando a un lado los habituales por recortes de presupuesto, pero s¨ª que hubo que adaptarlo a los tiempos, porque no pod¨ªamos hacer una pel¨ªcula sobre un inmigrante que se fue de Espa?a a principios del XXI sin tener en cuenta que la posibilidad de regresar a su pa¨ªs, hundido econ¨®micamente, le resulta impensable. La crisis se col¨® en la historia como si hubiera formado parte siempre de ella. Torregrossa y yo estuvimos de acuerdo en que no se pod¨ªa mostrar un Nueva York de postales, que la m¨²sica estar¨ªa muy presente, que las escenas teatrales vertebrar¨ªan la pel¨ªcula y que no se trataba de la historia de un mal actor que se enfrenta a su propia incapacidad profesional, sino la de un buen actor al que no se le presentan buenas oportunidades, al que no le sonr¨ªe la suerte. Es decir, una historia com¨²n en ¡°la ciudad de los sue?os rotos¡±, como la bautiz¨® John Cheever en uno de sus cuentos m¨¢s c¨¦lebres. No hay sitio para todos en una isla a la que se viene a triunfar y a¨²n menos para actores que tienen que pelear con su acento y con un hecho objetivo: esto est¨¢ plagado de actores prodigiosos. No cabe uno m¨¢s.
La calidez del equipo espa?ol contrastaba con la actitud distante de los americanos. Cuando trabajan son as¨ª
El equipo espa?ol aterriz¨® en Manhattan una semana antes del rodaje, que comenz¨® a mediados de abril. Esper¨¢bamos una pel¨ªcula primaveral, pero el pu?etero e impredecible tiempo neoyorquino convirti¨® la pel¨ªcula en invernal. La primera escena, con Ra¨²l Ar¨¦valo y Sara Sokolovic paseando por West Broadway, se rodaron bajo la nieve, aunque en la pel¨ªcula no se aprecia el fr¨ªo que pasaron los actores, que estuvieron sometidos a algo que amarga el ¨¢nimo de los neoyorquinos a diario: la crueldad del tiempo, los cambios irritantes que se producen en un mismo d¨ªa, la primavera que casi siempre pasa sin hacerse sentir. Los actores se enfrentaron a los primeros papeles en ingl¨¦s de su vida, a hablar de sentimientos en otro idioma, a mantener conversaciones, a amar en ingl¨¦s. Las dos actrices que dan la r¨¦plica, Tammy Blanchard y Sara Sokolovic, fueron acostumbr¨¢ndose poco a poco a la calidez del equipo espa?ol, que contrastaba con la actitud distante de los americanos. Yo le recordaba a diario a Javier, ¡°no es nada personal, cuando trabajan son as¨ª: no se dan besos, como nosotros, no se abrazan, no se tocan, no acortan inmediatamente las distancias, no se convierten en amigos al tercer d¨ªa de conocerse, y a menudo les desconcierta lo contrario, nuestra vehemente cercan¨ªa mediterr¨¢nea¡±.
Jorge Torregrossa manten¨ªa la calma. Su temperamento, de apariencia tranquila y trato siempre amable, lim¨® las diferencias entre dos grupos tan diferentes; tan marcado por las normas el americano, tan flexible el espa?ol. El haber sido neoyorquino durante siete a?os le ayudaba a lidiar con esas peculiaridades. Tuvo una enorme capacidad de resistencia en un rodaje que fue implacablemente duro en todas sus jornadas. Pero hab¨ªa un enorme entusiasmo de fondo. El del director de fotograf¨ªa Kiko de la Rica, por ejemplo, que jam¨¢s hab¨ªa estado en la ciudad y se qued¨® impresionado por su fotogenia. Cada esquina le parec¨ªa cinematogr¨¢fica. Y as¨ª es. Por mucho que se empe?aran en no fotografiar la ciudad tantas veces recorrida por turistas y tantas veces fotografiada, Nueva York se hac¨ªa presente en cada escena, mostrando su car¨¢cter en un tramo de acera por poco representativo que este fuera en principio.
Nuestros personajes se mueven en una ciudad distinta, m¨¢s herida; por desgracia, cada d¨ªa m¨¢s real, la de los supervivientes
El equipo brinc¨® de un lado a otro. La ciudad de Juan, como sucede en el cine, fue construida a trav¨¦s de localizaciones distantes que en pantalla habr¨ªan de encajar como un puzle. El teatro donde trabajan estaba en Staten Island; la tienda de Claudio en Brooklyn, as¨ª como el Deli nocturno; Smalls, el piano-bar en el Village; la terraza en el Lower East Side, y el interior del apartamento de Juanito fue recreado en Valencia gracias a una direcci¨®n de arte sobresaliente. La escena de la terraza fue, sin duda, una de las m¨¢s dif¨ªciles. Planear la secuencia central que sucede a lo largo de todo un d¨ªa a la intemperie fue una insensatez teniendo en cuenta que el tiempo de rodaje estaba contado y no hab¨ªa flexibilidad posible para realizar cambios. Es posible que Tammy Blanchard recuerde toda su vida aquella noche en una terraza del Lower East Side: lo que en la pel¨ªcula parecen temblores de amor, de ilusi¨®n e incertidumbre, eran en realidad de fr¨ªo, de un fr¨ªo que se no calmaba a pesar de los parches de calor con el que forraron su cuerpo. Javier C¨¢mara, que en momentos como esos se crece, se comport¨® como un tit¨¢n, dando calor a una mujer que a punto estuvo de sucumbir azotada por un viento del Norte que cortaba la piel.
Siempre que se habla de la pel¨ªcula aparece el nombre de Woody Allen. Es inevitable. Ha sido y es con todo derecho el gran retratista de Manhattan. Pero nuestros personajes se mueven en una ciudad distinta, m¨¢s herida; por desgracia, cada d¨ªa m¨¢s real, la de los supervivientes, la de los que siempre se encuentran un poco de prestado en esta isla que expulsa a los que no re¨²nen el dinero suficiente para pagarse un apartamento cutre y diminuto. Cuando son j¨®venes este escenario les acoge, pero no por bondad, sino porque estas calles vampirizan la juventud de quienes las recorren, se alimentan de ella, hasta que los deja exhaustos y perdidos al borde de la madurez. Esta es una historia de neoyorquinos de origen espa?ol, que podr¨ªan ser argentinos, venezolanos o colombianos. Incluso podr¨ªan ser americanos de otro Estado que vienen a esta mole urbana a probar suerte. Porque la ciudad est¨¢ plagada de personajes como Juan o como Sandra (la actriz que interpreta Carmen Ruiz). Personas que un d¨ªa experimentan el inesperado cansancio del final de la juventud, ese que presagia por vez primera los otros cansancios que se han de vivir m¨¢s tarde. Entonces comienzan a darle vueltas al lugar al que han llegado y a lo que el futuro promete. Su vida se tropieza de pronto con esa especie de maldici¨®n que E. B. White escribi¨® sobre la experiencia en esta ciudad: ¡°Nadie debe irse a vivir a Nueva York a menos que est¨¦ dispuesto a ser afortunado¡±. Son estos momentos reflexivos y melanc¨®licos los que todos los que hemos formado parte de esta historia reivindicamos, tantos como aquellos que provocan la pura risa.
Ha sido un viaje muy largo. Un peque?o milagro. O grande, teniendo en cuenta c¨®mo est¨¢ el pa¨ªs, el cine, las salas, el p¨²blico, ay. Pero no hay quejas posibles, porque al fin y al cabo este es un sue?o realizado que comenz¨® a forjarse en 2002. Hay veces que la vida somete a temperamentos impacientes como el m¨ªo a verdaderas pruebas de resistencia. Pero la sensaci¨®n ahora es que s¨ª, que a fuerza de trabajo e insistencia nos hemos salido con la nuestra.
'La vida inesperada', dirigida por Jorge Torregrosa y con guion de Elvira Lindo, se estrena el 25 de abril.
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