El dorado retiro de Bertone
El que fuera mano derecha de Benedicto XVI contraviene la pol¨ªtica de Francisco con un ¨¢tico de lujo en el Vaticano
Dijo el papa Francisco que la convivencia con el papa em¨¦rito Benedicto XVI no le causaba problema. ¡°Es como tener al abuelo en casa¡±, brome¨® el argentino Bergoglio, que, a pesar de tan juvenil expresi¨®n, se aproxima a los 78 a?os. No se pronunci¨® el Pont¨ªfice sobre las bondades de convivir con aquellos lobos que oscurecieron el papado de Benedicto XVI con intrigas y luchas por el poder. Quiz¨¢ Francisco desconoc¨ªa entonces los planes de la mano derecha de su antecesor, el que fuera todopoderoso secretario de Estado Tarcisio Bertone, un purpurado incapaz, a todas luces, de adaptarse al nuevo mandato del Papa, que desea una Iglesia sencilla para los pobres.
No es el estilo de Bertone. Cardenal extremadamente detestado en el anterior papado por la acumulaci¨®n de poder que consigui¨® en la Santa Sede, le est¨¢n preparando un lujoso ¨¢tico de 700 metros cuadrados dentro del Vaticano, en el palacio San Carlos, pegado justamente al hotel Casa de Santa Marta donde Francisco ocupa una habitaci¨®n de solo 70 metros cuadrados.
La prensa italiana asegura que el Papa est¨¢ enfadado con las obras de este ¨¢tico tan contrario a los nuevos usos vaticanos que pregona. No solo el propio Pont¨ªfice ocupa una estancia diez veces menor, sino que Benedicto XVI vive con menor ostentaci¨®n en el antiguo monasterio de monjas Mater Ecclesiae.
La destituci¨®n de Tarcisio Bertone fue clave para el nuevo papado. De hecho, en las congregaciones generales previas al c¨®nclave tras la renuncia de Benedicto XVI se acord¨® que el nuevo Papa redujera el poder del secretario de Estado. Como ahora demuestra el propio cardenal Bertone, terminar con el lujo de la curia no va a ser tarea tan f¨¢cil.
Tarcisio Bertone tuvo que esperar unos meses en 2006, cuando fue nombrado, para poder ocupar el apartamento que correspond¨ªa a su cargo. Como si de una revancha se tratara, se prepara ahora un retiro dorado en el que van incluidas las atenciones de las tres monjas que siempre le han acompa?ado. El servicio siempre ha sido muy completo en el Vaticano, donde las religiosas cuentan poco y no votan, pero asisten sol¨ªcitas a los miembros de la curia.
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