?Me imprimes el postre?
Foodini es una impresora 3D de comida que solo se fabrica bajo pedido. Y ya tienen casi 500 A finales de 2014 llegar¨¢ a las cocinas de restaurantes y particulares
Metan esta secuencia en su cabeza: tengo hambre, miro la hora en el smartphone y me bajo, con mi sistema Android, una receta de mi comunidad virtual de gastr¨®nomos. Estoy llegando a casa y mi impresora 3D ya est¨¢ dispuesta. Dos de sus cinco c¨¢psulas de acero de 120 gramos est¨¢n cargadas de masa para pizzas y salsa de tomate ecol¨®gica. Mientras voy subiendo en el ascensor, los cartuchos se accionan a la hora programada y distribuyen la base en c¨ªrculos perfectos. Luego sale el tomate, que orbita con la misma precisi¨®n. Llego y echo el queso. Mientras horneo mi Margarita en un dispositivo convencional, imprimo una estrella de chocolate para el postre a base de superposiciones perfectas, pura sedimentaci¨®n gastron¨®mica 2.0. Calculo las calor¨ªas sobre la marcha. He tardado exactamente siete minutos.
Esta escena podr¨ªa ser real dentro de un a?o. O no. Pero lo que es seguro es que las primeras Foodini (he aqu¨ª el nombre de esta novedosa impresora 3D perge?ada en Barcelona y enfocada exclusivamente a la comida) estar¨¢n listas para llegar hasta su casa a final de a?o si usted es de los que decidieron hacer su pedido durante el pasado marzo. El encargo ten¨ªa que registrarse a trav¨¦s de la web estadounidense de crowdfunding Kickstarter y solo si dispon¨ªa, claro, de unos mil euros en su bolsillo. La forma de poner un granito de arena para lo que Chris Anderson, el gur¨² de la revista Wired, ha calificado en su obra Makers como ¡°la tercera revoluci¨®n industrial¡±. Seg¨²n el periodista, la nueva etapa se producir¨¢ por la combinaci¨®n de la manufactura digital y la humana. Algo as¨ª como la industrializaci¨®n del Do it yourself o Hazlo t¨² mismo.
Hay quien quiere hacer ¡®snacks¡¯ y quien ve el negocio en que la gente imprima su propia cara en una galleta. Nosotros estaremos donde est¨¦n los inversores, probablemente en Holanda o EE UU
?A¨²n no saliva? Vayamos por partes. Estamos en el edificio de Barcelona Activa, situado al este de la capital catalana, una incubadora municipal con fondos europeos que acoge, desde hace 25 a?os, a j¨®venes empresas a punto de salir del huevo. En el tercer piso hay un cub¨ªculo de 50 metros de hormig¨®n donde nueve jovenc¨ªsimos ingenieros y una experta en tecnolog¨ªa alimentaria perfeccionan algo parecido a un microondas con tableta. Un lugar donde, quien no tenga barba o gafas de pasta, que levante la mano. La empresa se llama Natural Machines y Foodini es su gallina de los huevos de oro.
Aparte de la recua de ingenieros en ciernes de la Polit¨¦cnica de Barcelona y la Universidad de Vic est¨¢n los fundadores de la empresa. Una es Rosa Avellaneda, due?a del obrador Lujuria Vegana, pionero de la reposter¨ªa para ese colectivo. Ella se plante¨® la manera de satisfacer la demanda internacional de sus productos sin necesidad de congelarlos. Con los ingenieros Alex Moreu y Emilio Sep¨²lveda le dieron vueltas ¡°y surgi¨® la idea de crear una impresora 3D aplicada no solo a la pasteler¨ªa, sino a la comida en general¡±, cuenta Lynette Kucsma, la cuarta socia, una estadounidense encargada del marketing de Natural Machines y con la experiencia de haber trabajado para un gigante como Microsoft. ¡°Me encanta cocinar, no tengo tiempo y esta es la soluci¨®n para comer comida fresca¡±, incide.
Mientras hacen una demostraci¨®n en directo, Sep¨²lveda cuenta que acaba de llegar de Estados Unidos, donde est¨¢n patentando uno a uno los componentes de Foodini, incluso las c¨¢psulas de acero donde se pondr¨¢n los ingredientes. Tambi¨¦n lo han hecho en China, el pa¨ªs elegido para la fabricaci¨®n. El trabajo, seg¨²n ellos, ser¨¢ bajo pedido. Ya tienen cerca de quinientos, sobre todo de Estados Unidos, norte de Europa y China. ¡°Es un producto que funciona muy bien en ciertos lugares. Por ejemplo la cultura de Estados Unidos est¨¢ muy centrada en comer sano y contar las calor¨ªas¡±. Aparte de particulares, ya hay restaurantes que se han puesto en contacto con ellos: ¡°Hay quien quiere hacer snacks, y quien ve el negocio en que la gente imprima su propia cara en una galleta. Hay empresas alimentarias que nos ofrecen hacer el relleno de las c¨¢psulas¡¡±. De lo ¨²nico que est¨¢ seguro Sep¨²lveda es de que la empresa emigrar¨¢ de Espa?a. ¡°Estaremos donde est¨¦n los inversores, en Estados Unidos o en Holanda, seguramente. Ya hemos puesto unos 50.000 euros de nuestro bolsillo y necesitamos tres millones. El otro d¨ªa en una reuni¨®n con la Generalitat nos dieron la raz¨®n. La ¨²nica manera de quedarnos en Espa?a es que nos pudi¨¦ramos financiar con clientes y no necesit¨¢semos ning¨²n inversor externo. Otra opci¨®n es que el dinero venga de la Uni¨®n Europea, pero las subvenciones son lentas. Aqu¨ª se est¨¢ diciendo mucho que el Gobierno est¨¢ con los emprendedores. Pero luego no es real¡±.
¨C?Os han llamado de la NASA?
¨CHay colectivos como los enfermos de alzh¨¦imer o los astronautas para los que la comida se convierte en un momento del d¨ªa muy importante relacionado con su estado an¨ªmico. Se han puesto en contacto con nosotros personas que trabajan con esos colectivos. Una de las l¨ªneas de futuro que estamos viendo es que la impresora se modifique para trabajar en diferentes ambientes, como en el espacio. Dese cuenta de que el chorro de la comida cae hacia abajo. Uno de los problemas que tienen en las estaciones espaciales es que se pierde mucha comida y el coste de llevarla es car¨ªsimo. La ventaja de la impresora es que lo que no se use se almacena sin problema. Y muchas veces no hace falta ni refrigerarlo.
13.00. Hotel ME de Barcelona. El prototipo de la impresora Foodini sale por primera vez del laboratorio, en taxi, y llega hasta el piso 24 del Hotel ME. All¨ª se encuentra el restaurante Dos Cielos, laureado con una estrella Michelin. Los propietarios, los hermanos (gemelos) Javier y Sergio Torres, son los primeros cocineros que pidieron una impresora. Tienen experiencia. Explican que la m¨¢quina Gastrobar la inventaron ellos en colaboraci¨®n con el departamento de tecnolog¨ªa de los alimentos de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia y ya est¨¢ presente en 140 pa¨ªses. ¡°Ser¨¢ lo mismo que una Thermomix, una salamandra¡ tambi¨¦n tenemos un iPad y vamos fotografiando cada plato, los fogones est¨¢n llenos de tecnolog¨ªa. Lo importante es que no te reste y te diferencie¡±, dicen. El equipo de los hermanos Torres observa con entusiasmo la m¨¢quina varada en una encimera: ¡°La idea es que tenga m¨¢s precisi¨®n que la mano humana¡±. Anticipan que ya est¨¢n preparando los postres que cocinar¨¢ Foodini en Dos Cielos. Los clientes ordenar¨¢n el men¨² y, mientras comen los primeros platos, podr¨¢n ver c¨®mo se imprime el postre.
El fin del turno de comidas termina. Son las 15.30. A pocos metros del hotel hay una gran copister¨ªa, a trav¨¦s del cristal se pueden ver las impresoras en pleno funcionamiento.
Aunque tenga hambre, no salivar¨¢. Quiz¨¢, en breve, s¨ª lo haga.
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