Noct¨¢mbulos ante la pantalla
El Gobierno pide a las televisiones adelantar los programas de mayor audiencia, pero no modifica la parrilla de los canales p¨²blicos
El horario espa?ol es tan singular que no hay pr¨¢cticamente ning¨²n pa¨ªs pr¨®ximo que lo iguale. De hecho, ni siquiera dentro de Espa?a hay unanimidad al respecto: basta con entrar en un hospital o en una instituci¨®n educativa para ingresar, como por arte de magia, en el horario europeo, que tambi¨¦n se segu¨ªa en Espa?a hace d¨¦cadas: almuerzo a la una de la tarde y cena temprana.
En Espa?a, para pasmo de algunos for¨¢neos ¡ªy regocijo de otros¡ª se trasnocha, se duerme en general poco y se come (largamente) a la hora de la merienda. A muchos nativos, la costumbre les obliga a redesayunar en la oficina y volver a casa con el tiempo justo para cenar, ver la televisi¨®n (entre las 23.30 y las 24.00 horas hay 18 millones de ciudadanos mirando la televisi¨®n) y dormir (pocas horas).
Adem¨¢s de regirse por un huso horario que no les corresponde (Franco adopt¨® el de Berl¨ªn para congraciarse con Hitler en 1942), los espa?oles han adoptado unas costumbres aparentemente imposibles de modificar a pesar de sus perjuicios para la vida privada y el mercado laboral.
Para los pol¨ªticos, la ruptura del c¨ªrculo vicioso ser¨ªa especialmente eficaz si se adelantaran los programas televisivos de la noche en la franja de m¨¢xima audiencia (prime time). Es una de las medidas que propusieron en septiembre pasado en el Congreso y en lo que esta semana ha insistido Ana Mato, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Pero, como parece l¨®gico, las operadoras se resisten: mientras el cambio no venga de los propios ciudadanos parece muy arriesgado desmarcarse del resto. Si hay tantos millones de espa?oles pendientes de la pantalla hasta altas horas de la noche, es una locura regalar la audiencia a los dem¨¢s.
Ni los ministerios ni las grandes empresas siguieron las recomendaciones del entonces ministro Jordi Sevilla en 2005 de finalizar la jornada laboral a las seis de la tarde. Este nuevo intento con las televisiones llega en mal momento: hay enfado con el Gobierno por el cierre de nueve canales. Choca, adem¨¢s, con cierta incoherencia. Si el Ejecutivo lo tiene claro, ?por qu¨¦ las televisiones p¨²blicas no dan ejemplo?
?Alguien se atreve a dar el primer paso?
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