La gloria
En el combate creativo entre el est¨®mago y la fabulaci¨®n, un cocinero siempre vencer¨¢ al escritor
Si te apellidas simplemente Garc¨ªa, tu pasaporte es colombiano, viajas en primera clase con ocho maletas y aterrizas en Los ?ngeles sin m¨¢s aditamentos que tu propio bigote, est¨¢s condenado a pasar a un cuartucho del aeropuerto para que un polic¨ªa te ponga boca abajo y si nadie descubre que has escrito Cien a?os de soledad date por beneficiado si no te hacen un tacto rectal con todo lujo de detalles. No ser¨ªa esa la ¨²nica afrenta que sufrir¨ªa aquel d¨ªa Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Reci¨¦n llegado de Los ?ngeles, adonde fue a tratarse el c¨¢ncer y lo tomaron por narcotraficante, esa misma noche durante la cena en la franquicia que Juan Mari Arzak tiene en Polanco de M¨¦xico, DF, el cocinero y el escritor estaban sentados a una mesa de tertulia con algunos amigos. Garc¨ªa M¨¢rquez parec¨ªa venirse abajo al comprobar que nadie se acercaba a saludarlo y en cambio todos los elogios y abrazos eran para el cocinero cuando ante sus propias narices los clientes abandonaban el restaurante. ¡°Juan Mari, me has hecho feliz con esos cogollitos caramelados¡±, le dijo un comensal. ¡°Gracias por el inmenso placer que nos ha proporcionado esa brandada de guachinango. A sus pies, maestro Arzak¡±, exclam¨® una pareja muy repolluda con varias reverencias. Felices tiempos aquellos en que un escritor publicaba una novela de gran ¨¦xito y pod¨ªa vivir tranquilamente porque nadie conoc¨ªa su cara. Hoy la figura p¨²blica del escritor es una pieza imprescindible en el lanzamiento de su trabajo; de hecho, se ha convertido en un producto m¨¢s en la cadena editorial. Su rostro unido a la fama ha penetrado en el mundo del circo, hasta el punto que algunos autores de renombre, adondequiera que vayan, mandan previamente a un mono que toque el tambor. Todas las pompas son f¨²nebres, dijo G¨®mez de la Serna. Todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antes, afirma Borges. En el futuro todos los ciudadanos del mundo ser¨¢n famosos durante un cuarto de hora, dijo Warhol o al rev¨¦s, dentro de un cuarto de hora toda la humanidad alcanzar¨¢ la gloria, digo yo, pero en el combate creativo entre el est¨®mago y la fabulaci¨®n, un cocinero siempre vencer¨¢ al escritor. En efecto, ante mis propios ojos Cien a?os de soledad fueron derrotados por unos simples cogollos.
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