El despertar de Sarajevo
Dos decenios despu¨¦s de la guerra, la capital reabre el edificio de la antigua Biblioteca Nacional La Vije?nica es un tesoro cultural s¨ªmbolo de un pa¨ªs multi¨¦tnico Ahora recupera parte de su esplendor, con menos libros, perdidos en su mayor¨ªa por las llamas Es la met¨¢fora de un enclave desunido que sufre el paro y la corrupci¨®n Tambi¨¦n un lugar pero que se rebela por un porvenir mejor

Mukadesa ?agolj interrumpe suavemente a su marido, Mirko ?agolj, exdirector del peri¨®dico Oslobo?enje, el diario que se hizo famoso por ser el ¨²nico que sali¨® a la calle cada d¨ªa durante el asedio a Sarajevo. Le abraza por detr¨¢s, por el cuello, con ternura, en el sal¨®n de su casa, en el barrio de Marijin Dvor, en la capital de Bosnia-Herzegovina. Ella musulmana. ?l cat¨®lico. Ninguno practicante. Un matrimonio mixto. Como era normal en la ex-Yugoslavia antes de las guerras de los a?os noventa, fruto de una rica historia de mezcla cultural y de cierto desapego religioso durante el socialismo. ¡°Yo era bibliotecaria en la Vije?nica. ?El d¨ªa que se quem¨® todo el mundo lloraba! El fuego se extendi¨® sin remedio. Hab¨ªa m¨¢s de 800.000 t¨ªtulos (otras fuentes hablan de entre 1,5 y 2 millones de vol¨²menes) del periodo austroh¨²ngaro y del otomano. Apenas se salvaron unas cajas que hab¨ªa sin catalogar en el s¨®tano. Nadie pens¨® que alguien quisiera atacar la Vije?nica. Solo una gente muy primitiva hace algo as¨ª¡±, lamenta la mujer.
Las fuerzas serbobosnias, lideradas por su presidente Radovan Karad?i? y por el general Ratko Mladi? (encarcelados en La Haya desde 2008 y 2011, respectivamente), masacraron la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia-Herzegovina el 25 de agosto de 1992 por la noche. Las bombas de f¨®sforo aniquilaron el tesoro cultural s¨ªmbolo de la Bosnia multi¨¦tnica. El edificio, que fue construido como Ayuntamiento entre 1892 y 1896 y reconvertido en biblioteca en 1949, qued¨® devastado. Solo se mantuvieron en pie sus muros de piedra. ¡°?ramos unos 40 bomberos¡±, relata Elvir Tur?ilo. ¡°Intentamos salvarlo, pero era muy dif¨ªcil y peligroso. No paraban de tirarnos morteros y hab¨ªa que tener cuidado con los francotiradores¡±.
La reconstrucci¨®n de la Vije?nica es positiva y estoy agradecido. Pero antes hubiera preferido que los extranjeros rehicieran el Acuerdo de Dayton¡±
Fueron 1.425 d¨ªas de asedio en Sarajevo. De bombas. De balas. En los meses m¨¢s duros cayeron hasta 5.000 proyectiles diarios que destrozaron la ciudad, llena a¨²n hoy, dos decenios despu¨¦s, de cicatrices. Murieron 11.541 personas. Fue una ratonera con un ¨²nico y fr¨¢gil hilo al exterior, el aeropuerto, controlado por Naciones Unidas, y bajo el cual los musulmanes bosnios construyeron un t¨²nel (hoy destino tur¨ªstico) por el que la mantuvieron viva. El sitio, uno de los m¨¢s duraderos de la historia, fue el primero en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, m¨¢s largo que el m¨¢s largo de aquel conflicto, el de Leningrado (hoy San Petersburgo, Rusia), que dur¨® dos a?os y medio (872 d¨ªas).
¡°Recuerdo muy bien que la Vije?nica estuvo ardiendo dos d¨ªas. Hab¨ªa restos de papel quemado por toda la ciudad. Yo ten¨ªa 16 a?os. Fue triste, pero no m¨¢s que cualquier otro d¨ªa que pas¨¦ en Sarajevo durante la agresi¨®n¡±, subraya Ned?ad Mulaomerovi?, uno de los arquitectos que ha recuperado el inmueble, que se reinaugura el pr¨®ximo viernes 9 de mayo, despu¨¦s de 18 a?os de trabajos. ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil fue estabilizar el edificio¡±, dice, tambaleante tras el incendio, ¡°pero sobre todo tras cuatro inviernos de guerra y nieve¡± en los que estuvo abandonado. La rehabilitaci¨®n ha sido lenta y dependiente de la ayuda exterior. Bosnia-Herzegovina sigue necesitando ayuda, casi un protectorado internacional. Distintos pa¨ªses europeos ¨Centre ellos Espa?a, que ha aportado un mill¨®n de euros¨C han colaborado en la reconstrucci¨®n de esta joya de finales del siglo XIX, perteneciente a la breve ¨¦poca en que Sarajevo y Bosnia formaron parte del Imperio austroh¨²ngaro.

¡°La Uni¨®n Europea nos ha ayudado con la Vije?nica, pero solo es una enorme y preciosa caja de bombones vac¨ªa¡±, opina Nihad Kre??evl?jakovi?, historiador, director del Teatro de la Guerra de Sarajevo e hijo del que fuera alcalde de la ciudad durante parte del asedio, Muhamed Kre?evljakovi?. Porque los libros, perdidos en su mayor¨ªa para siempre, volver¨¢n en menor medida a un edificio que ser¨¢ sobre todo utilizado como Ayuntamiento. Pol¨¦mica servida: muchos hubieran preferido que volviera a ser exclusivamente biblioteca. Kre?evljakovi? hace adem¨¢s una segunda lectura: ¡°La reconstrucci¨®n es positiva y estoy agradecido. Pero creo que antes hubiera preferido que los extranjeros rehicieran Dayton. No quiero que se me malinterprete, porque el acuerdo de paz par¨® la guerra y eso fue muy bueno. Pero tambi¨¦n nos dej¨® un Estado Frankenstein, un pa¨ªs que no tiene ninguna opci¨®n de unirse a la Uni¨®n Europea¡±.
La historia de Bosnia es la de siglos de cruce de culturas y eso se nota en las calles de Sarajevo, especialmente en la Ba??ar?ija, la zona antigua, donde se ubica la Vije?nica. Los Imperios romano, bizantino y otomano controlaron este territorio. Los ¨²ltimos, durante cuatro siglos, hasta su derrota frente al Imperio ruso en 1878. A partir de entonces, y fruto de una serie de acontecimientos hist¨®ricos, mientras que Serbia, Montenegro y Ruman¨ªa consiguieron su independencia, Bosnia-Herzegovina pas¨® a ser invadida por el Imperio austroh¨²ngaro durante cuarenta a?os. Fue en ese periodo cuando Viena quiso dejar su huella arquitect¨®nica en Sarajevo, aunque curiosamente se fijara en un estilo muy distinto al suyo para la joya de la corona. Nadie sabe por qu¨¦, pero la Vije?nica ¨Cesta palabra viene de vije?e, que significa consejo, por lo que Vije?nica ser¨ªa algo as¨ª como el consejo municipal o Ayuntamiento¨C fue levantada inspir¨¢ndose en el estilo morisco espa?ol (hay quien dice que miraron a la Alhambra de Granada) y en tres mezquitas de El Cairo (Sultan Hasan, Sultan Kait-Bey y Al Azhar).
El edificio, que era orgullo de los nuevos gobernantes, fue visitado el 28 de junio de 1914 por el archiduque austroh¨²ngaro Francisco Fernando y su esposa, asesinados minutos despu¨¦s a 400 metros de all¨ª, junto al puente latino y el r¨ªo Miljacka. El destino del mundo cambiar¨ªa al producirse una reacci¨®n en cadena que desembocar¨ªa en la Primera Guerra Mundial, una contienda que para Bosnia ser¨ªa el principio de su historia como parte de Yugoslavia, primero como Reino y m¨¢s tarde, tras la Segunda Guerra Mundial, como Estado socialista.
Muchos cambiar¨ªan la democracia y la libertad por la seguridad. Echan de menos la ¨¦poca socialista¡±
La tumba de Gavrilo Princip, el pistolero que acab¨® con el poder austroh¨²ngaro en Sarajevo, se encuentra en un peque?o cementerio del barrio de Park, junto a un mercado que aprovecha los bajos de un puente a medio construir ¨Cnos cuentan que nunca se acab¨® porque justo empez¨® la guerra en 1992¨C y junto a unas torres todav¨ªa se?aladas por las balas y las bombas. En una de ellas vive Zdravko Grebo, profesor de la Universidad de Sarajevo e intelectual conocido por su liderazgo durante las protestas estudiantiles de Mayo del 68 en Yugoslavia. Acudimos a ¨¦l para cuestionarle por otras manifestaciones, las que el pasado febrero colocaron a Bosnia-Herzegovina en los noticiarios, cuando primero en Tuzla y m¨¢s tarde en otras ciudades del pa¨ªs, entre ellas Sarajevo, trabajadores, pensionistas y j¨®venes se unieron contra los pol¨ªticos. Con un 44% de paro y un 58% de desempleo juvenil, con unos jubilados que en su mayor¨ªa cobran unos 150 euros al mes y necesitan de sus hijos para subsistir, y con una corrupci¨®n pol¨ªtica galopante, la gente dijo basta. Varios edificios gubernamentales fueron quemados ¨Cen Sarajevo todav¨ªa era visible el rastro hace unas semanas¨C y cuatro Gobiernos cantonales cayeron. Una primavera bosnia que dur¨® una semana y que meti¨® el miedo en el cuerpo a los pol¨ªticos.
¡°Apoyo las protestas. Es el primer signo de que algo se est¨¢ despertando en la conciencia social de la gente. Sin embargo, no fueron masivas y eso me da pena¡±, dice Grebo, que detecta un desapego de la ciudadan¨ªa con la pol¨ªtica: ¡°Muchos cambiar¨ªan la democracia y la libertad por la seguridad. Echan de menos la ¨¦poca socialista¡±. Una nostalgia que tambi¨¦n nos menciona Sad?ida Tuli?, abogada que trabaja para el Consejo de Europa y una de las l¨ªderes (aunque a ella no le guste esa palabra) de los plenums o asambleas originadas tras las protestas, un poco al estilo 15-M en Espa?a: ¡°Mis padres recuerdan los setenta. La gente viv¨ªa bien, iba de vacaciones, viajaba. La educaci¨®n era buena e igualitaria. La libertad estaba en peligro, pero hab¨ªa un Estado de bienestar¡±. Tuli? explica tambi¨¦n su propia visi¨®n, la de su generaci¨®n, que no vivi¨® el socialismo: ¡°Los j¨®venes lo ¨²nico que recordamos es la guerra y sus consecuencias. Yo ten¨ªa seis a?os. Mi infancia y adolescencia fueron aniquiladas. Viv¨ªamos metidos en un s¨®tano. Compr¨¢bamos la comida con cupones. Y despu¨¦s la posguerra, que fue muy dura. A los j¨®venes bosnios nunca nos han dejado desarrollar nuestro verdadero potencial¡±.

Viernes por la noche en el Instituto Cultural bosnio. Unas quinientas personas, en su mayor¨ªa j¨®venes, asisten a un concierto de Dado Dzihan, un m¨²sico que hizo parte de la banda sonora de una pel¨ªcula de Angelina Jolie sobre Bosnia y que, como tantos bosnios, vive en el extranjero. ?l en Londres. Despu¨¦s de escuchar durante el d¨ªa tantas historias tristes sobre la guerra y de contemplar sus consecuencias, el ambiente aqu¨ª contrasta, por maravilloso. Descubrimos otra Sarajevo, interesante, divertida, vitalista, esperanzadora. No hay escenario como tal, sino que el cantante, sentado al piano, toca en mitad de la sala, rodeado del p¨²blico y de otros m¨²sicos a los que ha invitado. La gente, entregada, corea canciones y melod¨ªas que, en algunos casos, tambi¨¦n sonaron durante el conflicto.
Sikter, una de las bandas a las que escuchamos, dio decenas de conciertos durante el asedio. Llegaron a ser teloneros de U2 en 1997, en el primer gran espect¨¢culo de un grupo de talla mundial en Sarajevo tras la guerra. Esad Bratovi?, su guitarrista, recuerda las juergas en una ciudad machacada: ¡°No podr¨ªas ni creer c¨®mo actu¨¢bamos. Conciertos sin electricidad, solo con dos generadores de gasolina a los que enchuf¨¢bamos la guitarra. Fiestas enormes, otras peque?as. Fiestas que duraban tres d¨ªas y que no sab¨ªas si ser¨ªan las ¨²ltimas. En la guerra viv¨ª algunos de los peores momentos, pero tambi¨¦n algunos de los mejores de toda mi vida¡±.
Una sensaci¨®n de ¡°volar en libertad¡±, nos hab¨ªa dicho Grebo, que junto a otros profesores continu¨® dando clases en la Facultad de Derecho durante el asedio. ¡°De alguna manera perversa disfrut¨¦. Porque en la guerra, la gente mala se hizo peor, pero la gente buena se volvi¨® mejor. Y valiente. Solo me arrepiento, como sociedad, de no haber compartido todas las personas ciertos valores de igualdad y no identificarnos tan r¨¢pido como bosniacos, croatas o serbios¡±. Grebo fue testigo directo de la desmembraci¨®n de Yugoslavia y parad¨®jicamente ¨¦l, que hab¨ªa sufrido la represi¨®n de la polic¨ªa durante el socialismo, sufri¨® las consecuencias del fin del r¨¦gimen: ¡°Tito controlaba que las diferencias entre las comunidades y las distintas rep¨²blicas yugoslavas se mantuvieran bajo control. Pero aquello se perdi¨® con su muerte¡±.
Durante la guerra viv¨ª algunos de los peores momentos, pero curiosamente tambi¨¦n algunos de los mejores de mi vida¡±
En Dayton (Ohio, Estados Unidos) se alcanz¨® un pacto a finales de 1995 por todas las partes en conflicto en Bosnia (Croacia, Bosnia y lo que quedaba de Yugoslavia) m¨¢s representantes de la Uni¨®n Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Rusia. El pacto configur¨® la nueva Bosnia-Herzegovina y dio entrada a la comunidad internacional en la pol¨ªtica del pa¨ªs. El territorio qued¨® dividido en dos entidades ¨Cla croata-musulmana o Federaci¨®n de Bosnia-Herzegovina, subdividida a su vez en 10 cantones, y la serbia llamada Republika Srpska (Rep¨²blica Serbia)¨C y desde 2000 un distrito independiente ¨CBr?ko, formado mayoritariamente por croatas y musulmanes, y que divide a la Republika Srpska en dos¨C. ¡°Son 13 Gobiernos en total. ?Te das cuenta de lo que significa alimentar esa maquinaria?¡±, denuncia Tuli?. ¡°El 60% de los trabajadores de Bosnia lo hace en empleos relacionados con la Administraci¨®n. No existe la meritocracia, solo los enchufes. Es un sistema rid¨ªculo, con unos pol¨ªticos extremadamente corruptos, que se han llenado los bolsillos con las privatizaciones de las empresas estatales de la ex-Yugoslavia¡±.
La Constituci¨®n del pa¨ªs tambi¨¦n se redact¨® en Dayton. Es el anexo cuarto de ese acuerdo, que oblig¨® a los ciudadanos a definirse en uno de los siguientes tres grupos de personas constituyentes: bosniacos (musulmanes), serbios (ortodoxos) o croatas (cat¨®licos). Un sistema que deja fuera a quienes no se declaran como tal: estos, agrupados en el ep¨ªgrafe otros, no pueden optar a cargos p¨²blicos como por ejemplo el puesto de presidente de Bosnia-Herzegovina. Una discriminaci¨®n afeada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2009, despu¨¦s de que dos ciudadanos bosnios (uno gitano y otro jud¨ªo) acudieran a Estrasburgo. Sin embargo, las elecciones generales de 2010 se llevaron a cabo sin arreglar este asunto, y de momento para las del pr¨®ximo oto?o tampoco hay soluci¨®n al respecto.

¡°La existencia de las categor¨ªas de personas constituyentes es un obst¨¢culo para ser un pa¨ªs normal. Bosnia-Herzegovina es un Estado fallido, como tantos en ?frica. El problema es que no se puede modificar la Constituci¨®n, porque forma parte de un Acuerdo de Paz para el que no existe un mecanismo internacional para cambiarlo¡±, asegura Grebo. ¡°Bosnia empieza donde acaba la l¨®gica¡±, nos dir¨¢ m¨¢s tarde Ervin Toki?, gu¨ªa tur¨ªstico que controla muy bien el humor balc¨¢nico: sarc¨¢stico y trist¨®n, pero divertido.
En Bosnia viven un 48% de bosniacos, un 32% de serbios, un 14% de croatas y un 5% restante, pero la poblaci¨®n vive, hablando en general, bastante separada geogr¨¢ficamente, debido a la limpieza ¨¦tnica y a los desplazamientos provocados por la guerra. As¨ª, en la Republika Srpska, la poblaci¨®n serbia es del 97% ahora, frente al 54% antes del conflicto, mientras que la musulmana o bosniaca es del 73% en la Federaci¨®n, frente al 52% en 1991, seg¨²n Florian Bieber, profesor de la Universidad de Graz (Austria). No hay datos exactos en verdad, pues hasta el a?o pasado no se realiz¨® un censo (el ¨²ltimo databa de 1991) y todav¨ªa no se han publicado todas las conclusiones.
Un galimat¨ªas que se evidencia por ejemplo en la educaci¨®n: en Bosnia existe el concepto de dos colegios bajo un mismo techo. ¡°En un ¨²nico edificio hay dos escuelas separadas, con dos entradas distintas, dos directores¡¡±, explica Esad Bratovi?, el guitarrista de Sikter, que adem¨¢s es psic¨®logo y experto en el ¨¢rea educativa. ¡°Es un pa¨ªs con 13 leyes educativas. Tienes una en la Rep¨²blica Srpska, diez leyes para cada uno de los diez cantones de la Federaci¨®n croata musulmana, una para el distrito independiente de Br?ko y otra a nivel de todo el pa¨ªs. Puedes imaginarte lo que esto supone para un pa¨ªs de 3,8 millones de personas, a nivel de gasto, pero tambi¨¦n de divisi¨®n¡±, lamenta. ¡°En Dayton la educaci¨®n se trat¨® como algo menor, pensando que no era un arma, cuando s¨ª lo es. Al ser tan descentralizada, cada grupo, cada tribu por as¨ª decirlo, gestiona un sistema pensando en sus potenciales votantes, sin importarle tender puentes. Eso genera una juventud a la que no le suelen ense?ar pr¨¢cticas orientadas a la reconciliaci¨®n¡±, denuncia Ferm¨ªn C¨®rdoba, un pamplonica que trabaja para la Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa (OSCE) y que est¨¢ casado con una bosnia, con la que tuvo un hijo en Sarajevo.

Acudimos a una asociaci¨®n juvenil dedicada precisamente a erradicar las conductas del odio, financiada por el Consejo de Europa. Una de sus coordinadoras, Aleksandra Mati?, de tan solo 20 a?os, nos recibe en un bar de un centro comercial de su ciudad, Sarajevo Este, que en realidad es un barrio pegado a Sarajevo, pero dentro del territorio de la Republika Srpska. Una ciudad pol¨ªticamente aparte. Hija de dos ex militares serbobosnios que se conocieron en la guerra, nos explica que su labor es dif¨ªcil, y que debido a sus or¨ªgenes serbios a veces tiene dificultades de entablar relaciones con seg¨²n qu¨¦ personas. Ella persevera: ¡°Un d¨ªa tuve suficiente al escuchar comentarios de unos y otros diciendo ¡®tu gente mat¨® a mi gente¡¯. Cuando alguien me dice ¡®vosotros los serbios asesinasteis a ocho mil personas en Srebenica¡¯ yo siempre digo: ¡®Es cierto, lo admito, eso ocurri¨®. ?Pero por qu¨¦ tienes que acusarme a m¨ª cuando casi ni hab¨ªa nacido yo entonces?¡±.
Las heridas siguen ah¨ª, pero 2014 es una nueva oportunidad para cerrarlas, un a?o importante de efem¨¦rides para Sarajevo, aunque durante nuestra estancia en la ciudad comprobamos que lo que preocupa a la gente es su futuro y no tanto cuestiones como la reapertura de la Vije?nica. En junio se celebrar¨¢ un evento por la paz, con motivo del 100? aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial, bajo el ep¨ªgrafe Prevenci¨®n y abolici¨®n de la guerra para una cultura de la paz, y en febrero se recordaron los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno en Sarajevo, acaecidos hace 30 a?os y de los que los sarajevitas sienten especial orgullo. ¡°Me acuerdo mucho de 1984. Recuerdo el foll¨®n en la ciudad, miles de personas por las calles¡, ?y el miedo de que no hubiera nieve! Cay¨® solo dos d¨ªas antes de que empezaran los Juegos, pero nev¨® tan fuerte que todo el mundo se sinti¨® muy aliviado. Fue maravilloso¡±, rememora Amela ?iber, que hoy trabaja para Sarajevo Navigator, una fundaci¨®n financiada con dinero de Estados Unidos y que se dedica a mejorar la imagen de la ciudad y a atraer el turismo.
En su web se?alan, sin embargo, los riesgos de visitar sin gu¨ªa las monta?as que rodean Sarajevo. Junto a las viejas instalaciones ol¨ªmpicas, hoy destrozadas, el terreno est¨¢ lleno de minas. Quedan a¨²n 120.000 por desactivar, un 2,4% de la superficie del pa¨ªs. Unas trampas muy peligrosas que han matado a m¨¢s de seiscientas personas desde el final de la guerra (cuatro este a?o) y herido a m¨¢s de mil. Vemos las se?ales de peligro en Igman, el monte donde en 1984 se celebraron las pruebas de fondo y los saltos de esqu¨ª, y entendemos que la reapertura de la Vije?nica, aunque muy importante, es solo una peque?a parte de todo lo que este pa¨ªs necesita cambiar. En la monta?a, en este escenario donde se produjeron algunas de las batallas m¨¢s salvajes alrededor de Sarajevo, Mirsad Merd?anovi? recuerda el a?o y medio que all¨ª combati¨® para impedir que la capital de Bosnia-Herzegovina fuera tomada. Solo sonr¨ªe impregnado por el esp¨ªritu de los Juegos: ¡°?ramos 55.000 personas viendo los saltos de esqu¨ª. Hac¨ªamos barbacoas y beb¨ªamos rakija (un licor t¨ªpico de los Balcanes). Porque tambi¨¦n los musulmanes tomamos alcohol en Sarajevo. Todo era muy normal¡±, cuenta junto al antiguo podio ol¨ªmpico anaranjado, ligeramente adecentado para los turista.
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