Pol¨ªticas distintas para un euro d¨¦bil
La depreciaci¨®n de la moneda no es tarea del BCE, sino de la gesti¨®n econ¨®mica
Hace un a?o me permit¨ª opinar que la econom¨ªa francesa corr¨ªa el riesgo de convertirse en 2013 en la econom¨ªa enferma de Europa, y que su resistencia a transferir a Bruselas m¨¢s soberan¨ªa en materia fiscal ven¨ªa explicada por su aversi¨®n a las reformas. El futuro siempre acude a su cita aunque se demore m¨¢s de lo previsto. A falta de reformas de calado ¡ªla del mercado de trabajo fue timorata¡ª, el Gobierno bifronte de Valls ha lanzado un paquete de ajuste de 50.000 millones que la econom¨ªa gala agradecer¨¢, aunque a ¨¦l le puede costar caro.
El reequilibrio de las finanzas p¨²blicas correr¨¢ a cargo de Sapin, pero tendr¨¢ enfrente al intervencionista y proteccionista Montebourg, ministro de econom¨ªa y recuperaci¨®n productiva que ya se ha apresurado a exigir ¡°un cambio de rumbo¡± a la Comisi¨®n que ayude a Francia a reducir el d¨¦ficit al 3% en 2015 y al BCE que ¡°baje¡± el precio del euro y cambie su mandato por otro similar al de la Reserva Federal.
Montebourg olvida que el art¨ªculo 130 del Tratado de la UE, firmado por su jefe de Estado, establece que el BCE no podr¨¢ ¡°solicitar o aceptar instrucciones [¡]de los Gobiernos de los Estados, que se comprometen a respetar este principio¡±; y, tambi¨¦n, que el eurosistema ¡°apoyar¨¢ las pol¨ªticas econ¨®micas generales en la UE a fin de contribuir a alcanzar los objetivos de la UE establecidos en el art¨ªculo 3 del TUE¡± (ECB 2011), el cual obliga a la Uni¨®n a actuar ¡°en pro del desarrollo sostenible de Europa basado en un crecimiento econ¨®mico equilibrado y en la estabilidad de precios, en una econom¨ªa social de mercado altamente competitiva¡±. La creaci¨®n de empleo que reclama Montebourg forma parte de las competencias de los ministros de trabajo, as¨ª que es f¨¢cil comprender que el BCE no quiera invadirlas.
Si antes fue Espa?a y el FMI, ahora es Francia quien presiona al BCE para que intervenga en los mercados y debilite el euro. La pol¨ªtica monetaria, sin embargo, tiene dos vertientes indisociables, la interna y la del tipo de cambio, e intervenir en una condiciona la otra. Esto explica que el BCE prefiera que el mercado determine el precio del euro. La batalla no es nueva, y el BCE la libr¨® cuando algunos Estados quer¨ªan que el Consejo Europeo retuviese competencias para intervenir (?entrometerse?) el precio del euro. Es lo que ahora vuelve a exigir Montebourg a Draghi, aunque el TUE se lo proh¨ªbe a ambos.
Los descensos de precios son positivos si responden a incrementos de productividad
La fortaleza del euro refleja el creciente super¨¢vit corriente de la eurozona y los diferenciales ventajosos de inflaci¨®n, que son algunos de los determinantes a medio plazo de cualquier moneda. Si Montebourg quiere un euro m¨¢s d¨¦bil deber¨¢ actuar sobre sus determinantes a medio plazo, lo que le obligar¨¢ a convencer a sus socios de la eurozona para que aumenten costes salariales y no salariales, beneficios, impuestos y precios. No estoy muy convencido de que est¨¦n interesados, pues les obligar¨ªa a tomar medidas de pol¨ªtica econ¨®mica que seguramente no desean. Mientras esto no ocurra y la eurozona exhiba super¨¢vit por cuenta corriente (exceso de ahorro sobre inversi¨®n), inflaci¨®n cercana al cero (quiz¨¢s deflaci¨®n) y expectativas de que esta situaci¨®n va a continuar, el euro seguir¨¢ fuerte, lo que deprimir¨¢ a¨²n m¨¢s los precios, debilitar¨¢ las exportaciones y, con ellas, la recuperaci¨®n econ¨®mica.
No se llega a un euro m¨¢s d¨¦bil por la interferencia pol¨ªtica de los Gobiernos sobre el BCE, sino cuando aquellos aplican pol¨ªticas fiscales y de rentas expansivas (y el BCE, monetaria) que aumenten la inflaci¨®n tras los preocupantes descensos de los ¨²ltimos trimestres (?deflaci¨®n?). El BCE est¨¢ sopesando comprar bonos para inyectar liquidez y penalizar los dep¨®sitos que recibe de los bancos, para que as¨ª el cr¨¦dito fluya a las empresas. El debate sobre la deflaci¨®n sigue abierto. Los descensos de precios son positivos si reflejan incrementos de productividad. Pero cuando se deben al desplome de la actividad, como ahora, debilitan el consumo pues la deuda de familias y empresas es m¨¢s dif¨ªcil de devolver, al contener mayor poder de compra; adem¨¢s, los deudores tienen mayor propensi¨®n a consumir que los acreedores. Todo esto justifica pol¨ªticas expansivas de demanda.
La norma monetaria del BCE consiste en mantener el nivel de precios ¡°por debejo del, pero cercano al, 2%¡± (sic), lo que indica su compromiso para proporcionar ¡°el margen que evite la deflaci¨®n¡±. Si ajust¨¢semos los precios por la calidad (hed¨®nicamente) como los americanos, estar¨ªamos hace meses en deflaci¨®n t¨¦cnica. Aunque esto ya lo sabe de sobra el BCE, lo tiene escrito: ¡°Los ¨ªndices de precios al consumo pueden estar sujetos a errores de medici¨®n [¡]si los precios no est¨¢n ajustados a los cambios en la calidad de los componentes de los bienes¡±.
La pol¨ªtica monetaria puede ser ahora ineficaz, pero el BCE a¨²n dispone de herramientas no convencionales para expandir la demanda. Una es aumentar su balance de forma m¨¢s decidida. Otra ser¨ªa influir en las expectativas sobre tipos de inter¨¦s a corto, aunque ya lo hizo en parte cuando anunci¨® tasas de inflaci¨®n muy bajas durante mucho tiempo. Una ¨²ltima consistir¨ªa en comprar m¨¢s bonos a largo plazo que a corto plazo para hacer caer los tipos largos, y as¨ª influir en las decisiones de consumo e inversi¨®n. Estas medidas deben aplicarse antes de que los agentes noten que al BCE se le agota la potencia de fuego; de lo contrario las expectativas de deflaci¨®n arraigar¨¢n en la gente y resultar¨¢ muy complicado salir de ella. ?Queremos un euro d¨¦bil? Apliquemos pol¨ªticas expansivas de demanda.
Manuel Sanchis i Marco es profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universitat de Val¨¨ncia.
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