?frica crece y muere de hambre
Mejora la econom¨ªa en el continente como nunca pero tambi¨¦n la desnutrici¨®n: 223 millones de personas pasan hambre. La paradoja se explica en el informe hecho p¨²blico hoy por el equipo internacional del Africa Progress Panel La brecha es creciente y peligrosa pues los beneficios se concentran en s¨®lo unos pocos sectores de la poblaci¨®n en detrimento de la mayor¨ªa
La revista The Economist dedic¨® en marzo de 2013 un n¨²mero especial a ?frica que llevaba entonces un t¨ªtulo improbable: Un continente con esperanza. Hasta hace bien poco, cualquier referencia optimista a una regi¨®n asociada desde hace medio siglo con el hambre, la guerra y la corrupci¨®n hubiese sido una frivolidad propia de las ONG. Pero hoy las cosas parecen haber cambiado. ?frica ha vuelto al mapa de la actualidad internacional y esta vez no es (solo) para mostrar desgracias. ?Podemos lanzar las campanas al vuelo?
Los indicadores macroecon¨®micos de los ¨²ltimos a?os har¨ªan salivar a cualquier ministro europeo de finanzas: 20 naciones africanas copan la lista de los 25 pa¨ªses que m¨¢s han crecido entre 2008 y 2013, sorteando la crisis financiera global con un nivel medio anual de crecimiento del PIB cercano al 6% en el caso de ?frica subsahariana. El dinamismo econ¨®mico alcanza por igual a naciones peque?as y grandes (con excepci¨®n de Sud¨¢frica) y se extiende tanto a econom¨ªas que dependen de la extracci¨®n de recursos energ¨¦ticos como a aquellas que est¨¢n forjando su futuro gracias a los servicios y la agricultura.
Estos datos son parte de un informe hecho p¨²blico hoy por el Africa Progress Panel, una iniciativa de influencia internacional encabezada por el antiguo Secretario General de la ONU, Kofi Annan, y en la que participan otros nueve destacados l¨ªderes en los campos de la econom¨ªa, la pol¨ªtica y el activismo, como el expresidente de Nigeria Olusegun Obasanjo, el exdirector general del FMI Michel Camdessus o el rockero Bob Geldof.
Grano, pescado, dinero es una fotograf¨ªa ambiciosa y actualizada del estado del desarrollo en ?frica y de las oportunidades y los riesgos a los que se enfrenta. Uno de los principales es confundir los indicadores macroecon¨®micos que hemos descrito con la realidad en la que se desenvuelven cada d¨ªa la mayor parte de los africanos. A pesar del dinamismo del crecimiento y de los niveles paup¨¦rrimos de los que parten, 32 de los 47 pa¨ªses de la regi¨®n tardar¨¢n al menos una generaci¨®n en doblar su capacidad adquisitiva. Uno de cada tres pobres del mundo sigue siendo africano y los niveles de desnutrici¨®n han alcanzado el r¨¦cord absoluto de 223 millones de seres humanos, lo que deja en papel mojado cualquiera de los objetivos internacionales.
La principal explicaci¨®n de esta paradoja resulta dolorosamente familiar para los espa?oles: los beneficios del crecimiento se concentran de manera desproporcionada en unos sectores de la poblaci¨®n en detrimento de la mayor¨ªa. ?frica es la segunda regi¨®n m¨¢s desigual del planeta, solo por detr¨¢s de Am¨¦rica Latina. La inequidad es injusta y frustrante, pero adem¨¢s lastra las econom¨ªas en la medida en que debilita la credibilidad de las instituciones y castiga la capacidad de consumo de las capas m¨¢s pobres. Un escenario en el que los niveles de crecimiento con desigualdad se mantengan como hasta ahora dejar¨ªa a un 20% de la poblaci¨®n africana atrapada en la pobreza extrema en 2030, pero esa cifra podr¨ªa caer al 8% si un esfuerzo decidido estimula la redistribuci¨®n de la riqueza y los beneficios macroecon¨®micos asociados a ella.
La pregunta que se har¨¢n los 413 millones de africanos que viven todav¨ªa en la pobreza es c¨®mo lograr ese modelo de crecimiento inclusivo que les acerque al resto del mundo. Dejando a un lado las zonas que sufren todav¨ªa la tragedia de la guerra y los conflictos violentos, la mayor parte de los pa¨ªses de la regi¨®n tienen a su favor las tendencias demogr¨¢ficas, la tecnolog¨ªa y la expansi¨®n de las democracias. Una ola sobre la que gobiernos nacionales y donantes internacionales deben auparse para transformar el modelo de desarrollo. Tres sectores resultan prioritarios, de acuerdo con el informe: el desarrollo rural, la protecci¨®n de los recursos renovables y la generaci¨®n de ingresos fiscales internos.
¡°La agricultura contin¨²a siendo el tal¨®n de Aquiles de la exitosa historia del desarrollo africano¡±, se?ala el Africa Progress Panel. Lo que para muchos constituye una debilidad estructural de la econom¨ªa regional ¨Cla abundancia de campesinos y la relevancia del sector rural- para los autores del informe es ¡°una fortaleza¡± y una fuente potencial de buenas noticias. Proponen una ¡°revoluci¨®n verde¡± adaptada que replique en ?frica los incrementos de productividad y competitividad agraria que han conocido pa¨ªses como Vietnam y Bangladesh, pero que considere las particularidades ecol¨®gicas y productivas de la regi¨®n. Los campesinos africanos necesitan la inversi¨®n, la tecnolog¨ªa y la seguridad jur¨ªdica para desarrollarse en un entorno peligrosamente definido por el cambio clim¨¢tico, la volatilidad de precios y el acaparamiento de recursos naturales. Se trata de un esfuerzo cuya rentabilidad resiste pocas comparaciones: ofrecer medios de vida a la poblaci¨®n m¨¢s numerosa y empobrecida de ?frica; garantizar el abastecimiento alimentario de sus pa¨ªses y de otras zonas del mundo; y reducir la costosa dependencia de las importaciones de alimentos, que solo en 2011 supuso para la regi¨®n una factura de 35.000 millones de d¨®lares.
Los sectores de la pesca y la madera ilustran el grave problema de los mercados de recursos renovables, caracterizados por niveles insoportables de irregularidad. Una estimaci¨®n conservadora para el caso de la pesca en ?frica occidental sugiere que las actividades ilegales y fuera de control cuestan a sus sociedades unos 1.300 millones d¨®lares anuales. El grueso de este fiasco se concentra en la p¨¦rdida de ingresos de las comunidades de pescadores artesanales, las consecuencias para la nutrici¨®n de las familias y los impuestos no recaudados por el Estado. Aunque las compa?¨ªas nacionales y extranjeras que participan en este negocio sucio son mucho menos conocidas que las que operan en sectores como la extracci¨®n de diamantes y el petr¨®leo, las consecuencias de sus actividades para los africanos son equiparables a las peores formas de evasi¨®n fiscal y contaminaci¨®n de los espacios naturales.
El tercer ¨¢mbito que aparece destacado en el informe del Africa Progress Panel es el fiscal y financiero. La trayectoria media del continente en este campo es poco menos que impresionante: atr¨¢s quedan las d¨¦cadas en las que la deuda y su renegociaci¨®n lastraron las expectativas de buena parte de los pa¨ªses africanos, muchos de los cu¨¢les colocan hoy sus bonos en los mercados de fondos soberanos. Pero las necesidades de financiaci¨®n de la econom¨ªa (incluyendo los servicios sociales que la sostienen) superan todav¨ªa con mucho los recursos disponibles. Para 19 pa¨ªses de la regi¨®n la ayuda internacional supone hoy m¨¢s del 10% del PIB, lo que la sigue haciendo imprescindible. Sostener esta cooperaci¨®n, liberar el potencial de otros mecanismos de financiaci¨®n ¨Cpor ejemplo, reduciendo el coste de las remesas que env¨ªan los emigrantes, como sugiere Kevin Watkins en la pieza que acompa?a este texto¨C y adaptar los sistemas fiscales a la creciente capacidad contributiva de las clases medias y altas: no hay retos peque?os para ?frica en este campo.
¡°Siempre parece imposible hasta que est¨¢ hecho¡±, dijo Mandela en una ocasi¨®n. Y ?frica parece empe?ada en darle la raz¨®n. Paso tras paso, el continente est¨¢ convirtiendo su vieja imagen tr¨¢gica en un clich¨¦ que dif¨ªcilmente refleja el optimismo de los nuevos tiempos. Pero el despegue de ?frica sigue dejando en tierra a la mayor parte de la poblaci¨®n, condenada a la miseria y la frustraci¨®n que conocieron sus padres. El mensaje de este informe es que no hay un ?frica con esperanza si no hay africanos esperanzados.
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