Invenci¨®n de la naturaleza
La introducci¨®n de un nuevo par de bases enteramente artificiales en el ADN de una bacteria altera el lenguaje b¨¢sico de la biolog¨ªa
La variedad de formas vivas ha causado admiraci¨®n por su riqueza y opulencia, de la superficie terrestre a las simas de los oc¨¦anos, de microorganismos imperceptibles a gigantes arb¨®reos, del rob¨®tico sistema nervioso de los insectos al cerebro humano que ha creado la poes¨ªa y la ciencia. Pero, si ha habido una constante en sus 3.500 millones de a?os de evoluci¨®n, esa ha sido la naturaleza de la informaci¨®n hereditaria, basada en la doble h¨¦lice y un c¨®digo gen¨¦tico de cuatro letras o bases del ADN apareadas dos a dos. Mejor dicho, esto ha sido as¨ª hasta esta semana, cuando un equipo cient¨ªfico de California ha introducido un nuevo par de bases enteramente artificiales en el ADN de una bacteria. Y ha comprobado que son capaces de replicarse y transmitirse de manera estable generaci¨®n tras generaci¨®n, justo como sus cuatro colegas naturales.
Esta es la primera vez que el lenguaje b¨¢sico de la biolog¨ªa se ha visto alterado en sus fundamentos gramaticales, en su l¨®gica interna m¨¢s profunda. Pese a todo el v¨¦rtigo metaf¨ªsico que pueda producir este avance, los objetivos de sus creadores no pueden estar m¨¢s pegados a la tierra. Se trata de construir una plataforma ¨®ptima para mejorar la producci¨®n de f¨¢rmacos y unos biocombustibles m¨¢s sostenibles para el medio, tambi¨¦n para generar microbios capaces de restaurar los entornos m¨¢s da?ados por los vertidos qu¨ªmicos y otras actividades industriales.
Como explica el jefe del equipo cient¨ªfico, Floyd Romesberg, ninguna de estas bacterias sabr¨¢ c¨®mo sintetizar sus nuevas bases artificiales ¡ªnecesitar¨¢n que los t¨¦cnicos se las aporten como un nutriente externo¡ª, lo que elimina la posibilidad de que puedan escaparse, evolucionar por su cuenta y generar un apocalipsis de los que tanto gustan los novelistas del g¨¦nero.
Si hay horrores, m¨¢s bien pueden venir de los despachos de abogados y oficinas de patentes. Porque si hasta ahora todas las resoluciones han sido contrarias a que las empresas patenten productos de la naturaleza ¡ªel ¨²ltimo ejemplo ocurri¨® anteayer con la difunta oveja Dolly¡ª, el nuevo ADN de seis letras es cualquier cosa menos un producto natural. Y los cient¨ªficos necesitan patentarlo para atraer fondos de la industria y crear f¨¢rmacos. He aqu¨ª otra idea para los novelistas.
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