El ¡®hashtag¡¯ del secuestro. El secuestro del ¡®hashtag¡¯
El foco en las 'celebrities' hace perder de vista que la campa?a #BringBackOurGirls naci¨® como un grito de protesta de la sociedad civil en Nigeria
Nigeria ha atra¨ªdo la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo y de la audiencia global de las redes sociales. No lo ha hecho por llegar a ser la econom¨ªa m¨¢s pujante de ?frica, ni por ser el primer productor de petr¨®leo del continente, ni por las iniciativas sociales innovadoras que se maduran en el pa¨ªs. Nigeria aparece ante la audiencia planetaria (de nuevo) como el escenario de un hecho horrible e irracional. Con el secuestro de m¨¢s de 200 ni?as por parte del grupo Boko Haram, Nigeria se presenta como el lugar en el que se cometen atrocidades cuyo gobierno no puede combatir. Es este ¨²ltimo incidente el que puso en marcha una campa?a internacional basada en la utilizaci¨®n de la etiqueta de Twitter #BringBackOurGirls (devolvednos a nuestras ni?as). No se pueden obviar las sombras de este movimiento que la l¨®gica del espect¨¢culo puede sepultar.
El secuestro se produjo el 14 de abril, pero el hashtag no comenz¨® a utilizarse hasta nueve d¨ªas despu¨¦s. Desde ese momento, el 23 de abril, se han tuiteado tres millones de mensajes utilizando este hashtag, casi medio mill¨®n s¨®lo el pasado s¨¢bado 10 de mayo. En los ¨²ltimos d¨ªas, personajes populares de todo tipo se han sumado a la campa?a. M¨²sicos, actores, deportistas, pol¨ªticos y representantes de organizaciones diversas se han sumado a una oleada que consiste en compartir a trav¨¦s de Twitter una foto sujetando un cartel en el que se vea el lema de la campa?a #BringBackOurGirls. Personalidades que van desde la presidenta chilena Michelle Bachelet, hasta el jugador de la NBA Pau Gasol, la presentadora estadunidense Ellen DeGeneres, la activista paquistan¨ª Malala Yousafzai o la primera dama de los Estados Unidos Michelle Obama, y miles de usuarios an¨®nimos se han unido a la campa?a. Precisamente el fogonazo que desprenden estas figuras ha desviado la atenci¨®n. El enfoque a menudo ha pasado a ser el recuento de los famosos que exigen la liberaci¨®n de las ni?as.
La luz de las celebrities hace perder de vista que la campa?a naci¨® en Nigeria, es decir, que #BringBackOurGirls es, originalmente, un grito de protesta nigeriano. En un primer momento se atribuyo el nacimiento del hashtag a Ramaa Mosley, en una entrevista con un t¨ªtulo suficientemente representativo del enfoque elegido por algunos medios (¡°Una madre estadounidense empuja a los medios sociales a salvar a las v¨ªctimas nigerianas del secuestro¡±). Finalmente, la mayor parte de los medios han aceptado que el abogado nigeriano Ibrahim M. Abdullahi fue el primero en utilizar el hashtag tomando unas palabras pronunciadas por la ex ministra de educaci¨®n nigeriana Obiageli Ezekwesili.
La ciberacci¨®n se desencaden¨® en ese momento a escala nacional, de manera modesta, pero lo suficientemente atractiva como para atraer la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n internacionales como la BBC o la CNN. S¨®lo despu¨¦s de que estos medios se hicieron eco, comenzaron las adhesiones internacionales m¨¢s generalizadas, los primeros d¨ªas del mes de mayo. La archirreproducida imagen de Malala con el cartel se comparti¨® el 4 de mayo, la de Michelle Obama fue todav¨ªa m¨¢s tard¨ªa, el 7 de mayo. Y a pesar de este desfase temporal parece que lo importante es qu¨¦ nuevo famoso se ha unido a esta campa?a y no el hecho de que la sociedad civil nigeriana ha puesto en marcha una ciberacci¨®n c¨ªvica sin demasiados precedentes.
Un mapa sobre la actividad del hashtag en los primeros d¨ªas muestra c¨®mo el ciberespacio nigeriano se incendi¨® mucho antes de que el resto del mundo se hiciese eco. El contagio a Europa y Estados Unidos no llega hasta el mes de mayo y no sustituye, en realidad, la actividad en el pa¨ªs africano.
Esa misma falta de perspectiva obv¨ªa que esta campa?a no ha surgido de la nada, que la sociedad civil nigeriana ya ha recurrido a las redes sociales en otros momentos para mostrar su rechazo a la violencia de Boko Haram. En febrero una oleada de violencia del grupo armado en el estado de Borno, donde tambi¨¦n se encuentra Chibok, la localidad en la que se produjo el secuestro, provoc¨® una ciberrespuesta. #BornoMassacre trataba de visibilizar unos hechos que parec¨ªan no despertar la conciencia de los nigerianos. Aquel hashtag se desdobl¨® en otras etiquetas como #YobeMassacre, #AdamawaMassacre (en referencia a otros escenarios de atentados) o #BallForBorno (aludiendo a un partido de baloncesto solidario) y consigui¨® cierta repercusi¨®n, evidentemente, limitada al entorno nigeriano. Precisamente, en aquel momento, otras etiquetas relacionada #AbductedGirls o #AbductedBornoGirls se revelaban contra el secuestro de una veintena de ni?as en otro colegio.
En lo que va de a?o, el enfrentamiento entre Boko Haram y el gobierno nigeriano (o las acciones de Boko Haram sobre las poblaciones) han provocado m¨¢s de 1.500 muertos y desde que se iniciaron las acciones violentas del grupo armado las v¨ªctimas mortales ascienden a m¨¢s de 4.000. Sin embargo, parece que el conflicto acaba de comenzar y, sobre todo, esta fiebre ¡°activista¡± ha llevado a que se hable, en ocasiones, demasiado superficialmente de la situaci¨®n en Nigeria.
El destello de los personajes populares se ha apoderado de la capacidad de transformar del movimiento generado por el hashtag y ha atra¨ªdo hacia s¨ª la atenci¨®n ti?¨¦ndolo de lo que se considera slacktivismo, como una forma de adherirse a campa?as que no requiere ning¨²n esfuerzo y que provocan una implicaci¨®n d¨¦bil. Estas adhesiones tienen un car¨¢cter impulsivo y carecen de an¨¢lisis. El contenido de la mayor parte de los mensajes va poco m¨¢s all¨¢ de la imagen que se comparte o de proposiciones simples al estilo ¡°exigimos la liberaci¨®n de las ni?as¡±. Con los ¨¢nimos encendidos se ha reclamado la intervenci¨®n de la ONU, la actuaci¨®n inmediata de la comunidad internacional y la ¡°presi¨®n¡± ha llevado a l¨ªderes mundiales como Barak Obama a comprometerse a encontrar a las v¨ªctimas del secuestro, sin entrar en consideraciones como la soberan¨ªa nacional, la legitimidad del gobierno nigeriano o las futuras consecuencias de una acci¨®n armada a gran escala en la zona del norte de Nigeria.
La campa?a ha tomado una deriva caritativa, m¨¢s que solidaria y f¨¢cilmente puede transmitir la idea de que los nigerianos no son capaces de ocuparse de sus asuntos y necesitan la ayuda de la comunidad internacional. La antrop¨®loga Lola L¨®pez ha se?alado refiri¨¦ndose al tratamiento de los ni?os africanos en las campa?as de las ONG: ¡°Los occidentales que cada vez renuncian m¨¢s a la paternidad, se autonombran responsables de los ni?os africanos, a los que protegen de su entorno y de sus propias familias (que en algunos casos son claramente estigmatizadas). En muchas campa?as, las ONG del Norte, presentan a las sociedades del Sur como una amenaza para sus ni?os, lo que se atribuye a incompetencia o a mala fe. Los europeos se consideran mejores padres para los ni?os africanos que los propios africanos¡±. Esta conclusi¨®n parece perfectamente atribuible al caso del secuestro de las ni?as de Chibok.
El escritor nigeriano Teju Cole compart¨ªa la semana pasada, en plena fiebre de ¡°apoyos¡± a la campa?a, un tuit en el que dec¨ªa: ¡°Recuerden: #bringbackourgirls, un momento vital para la democracia nigeriana, no es lo mismo que #bringbackourgirls, una ola de sentimentalismo global¡±. Planteaba as¨ª una realidad doble, para una campa?a ¨²nica. Seguramente, este es el motivo por el que la actividad de los usuarios nigerianos se ha mantenido bajo este mismo hashtag pero con caracter¨ªsticas muy diferentes.
El ciberespacio nigeriano acompa?a la protesta por el secuestro de las escolares de Chibok con otras reivindicaciones. Por eso y porque la solidaridad hacia las v¨ªctimas de estas acciones es incuestionable no se puede criticar el hashtag, pero si algunos enfoques y algunas interpretaciones. Junto a los abiertos reparos mostrados por Teju Cole a la expansi¨®n internacional de la etiqueta, se pueden encontrar otros. La escritora nigeriana Chibundu Onuzu, por ejemplo, recordaba c¨®mo el movimiento Occupy Nigeria hab¨ªa despertado esperanzas de cambio que se hab¨ªan diluido ante la consecuci¨®n de un objetivo concreto y esperaba que la energ¨ªa despertada por #BringBackOurGirls provocase transformaciones m¨¢s profundas. Su art¨ªculo se titulaba muy expresamente ¡°#BringBackOurGirls (Devolvednos a nuestras ni?as) y devu¨¦lvanos nuestro pa¨ªs, Presidente Jonathan¡±.
En una l¨ªnea similar planteaba reticencias la editora Jumoke Balogun que un art¨ªculo titulado ¡°Queridos americanos, sus hashtags no van a #BringBackOurGirls (devolvernos a nuestras ni?as). En realidad podr¨ªan provocar cosas mucho peores¡±, que ha sido reproducido por diversos medios internacionales. Balogun apelaba a la soberan¨ªa nigeriana y apuntaba a los efectos secundarios de este tipo de campa?as. Primero daba las gracias por las muestras de solidaridad, pero despu¨¦s afirmaba: ¡°Cuando usted presiona a las potencias occidentales y, en particular, al gobierno de los Estados Unidos a implicarse en los asuntos africanos y cuando usted reclama una intervenci¨®n militar, en realidad, se est¨¢ convirtiendo en parte de un problema mucho m¨¢s grave. Se est¨¢ convirtiendo en c¨®mplice de la agenda militar expansionista en el continente africano. Eso no es bueno¡±. La editora lo planteaba de una manera muy clara: ¡°Quiz¨¢ usted no sea consciente, pero los militares estadounidenses aman sus hashtags porque les dan la legitimidad para invadir y aumentar su presencia militar en ?frica¡±.
Balogun hac¨ªa referencia a una relaci¨®n que han tratado otros comentaristas: la similitud entre #BringBackOurGirls y #Kony2012, una campa?a de una ONG estadounidense que pretend¨ªa favorecer la intervenci¨®n de los Estados Unidos en Uganda para capturar a Joseph Kony, el l¨ªder del LRA (Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or) otro grupo armado. Salvando distancias como el hecho de que la iniciativa de #Kony2012 fue absolutamente ajena a la sociedad ugandesa y que #BringBackOurGirls ¡°s¨®lo¡± ha sido abducida por el espect¨¢culo global a la sociedad nigeriana.
Si la campa?a #BringBackOurGirls pasa por alto el contexto, el an¨¢lisis m¨¢s profundo, la serenidad que requiere una acci¨®n importante y se deja deslumbrar por el destello de los famosos, el episodio de las ni?as secuestradas en Chibok corre el riesgo de convertirse en la reedici¨®n de #Kony2012. Que sus consecuencias sean una intervenci¨®n militar que arregle mucho menos de lo que estropee y que, con un poco de suerte, sea valorada negativamente cuando pasen unos meses. Con un poco de suerte, eso s¨ª, si la atenci¨®n no se extingue por completo y las redes sociales y los famosos que hoy se hacen fotos con el manido cartel nunca m¨¢s vuelven a hablar ni de Borno, ni de Chibok, ni de las ni?as secuestradas y, quiz¨¢, ni siquiera de Nigeria.
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