La doble memoria hist¨®rica de Ucrania
Los ciudadanos tienen percepciones opuestas sobre la II Guerra Mundial
Muchos ciudadanos espa?oles dicen estar cansados de escuchar las discusiones acerca de la ¡°memoria hist¨®rica¡±, muchos afirman no poder o¨ªr ya la palabra sin un gesto de hast¨ªo. Y, sin embargo, pocas veces nos damos cuenta de lo realmente importante que es el hecho de que una sociedad discuta sobre su pasado y llegue a ciertos consensos sobre ¨¦l, consensos que son siempre temporales y siempre contestados, pero que permiten al menos el funcionamiento cotidiano de esa sociedad.
Estas reflexiones me vienen a la memoria al seguir el conflicto ucranio. Porque ¡ªdejando a un lado el factor important¨ªsimo de la intervenci¨®n imperialista rusa¡ª lo que sucede en Ucrania es un conflicto eminentemente de memorias. No es un conflicto ¨¦tnico en absoluto, ni ling¨¹¨ªstico, ni religioso, aunque los acontecimientos vayan poco a poco transformando las ambiguas identidades de los rus¨®fonos en un sentido nacionalista.
El problema surge de la percepci¨®n distinta que los ciudadanos ucranios tienen de los acontecimientos de la II?Guerra Mundial y de la posguerra. La memoria hist¨®rica de muchos ciudadanos en el centro, el sur y el este del pa¨ªs es una memoria hist¨®rica sovi¨¦tica. En ella se habla del sufrimiento del pueblo sovi¨¦tico ucranio ante la invasi¨®n alemana de 1941, del dolor, la tragedia, las muertes y las violencias que las tropas nazis infligieron a los ucranios, los cientos de miles de personas asesinadas por la horca, el hambre o el fusilamiento. Se recalca en esta memoria hist¨®rica el esfuerzo tremendo realizado por el pueblo sovi¨¦tico ucranio para expulsar al invasor, los partisanos rojos que colaboraban con el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, el propio Ej¨¦rcito expulsando lentamente a los invasores, a costa de sangre y dolor. Se recuerda tambi¨¦n a los cientos de miles de zwangarbeiters, los trabajadores forzados ¡ªmuchos de ellos mujeres j¨®venes¡ª enviadas a trabajar a Alemania para cubrir los huecos dejados por los soldados en el frente y que vivieron en condiciones de esclavitud. Muchas murieron o volvieron tullidas, enfermas, con las vidas destrozadas.
Muchos minimizan los cr¨ªmenes de guerra cometidos por el ej¨¦rcito rojo
Pero para quienes comparten esta memoria no existen o son pecatta minuta los cr¨ªmenes de guerra cometidos por el Ej¨¦rcito rojo en su camino a Berl¨ªn, las matanzas absolutamente indiscriminadas de civiles, las violaciones masivas ¡ªno s¨®lo de mujeres pertenecientes a naciones ¡°enemigas¡± sino incluso de aliadas¡ª, la destrucci¨®n de los antifascistas no comunistas en Polonia o la imposici¨®n de un sistema econ¨®mico y social sobre unas naciones centroeuropeas que no lo quer¨ªan. Pero, claro, ?qui¨¦n escucha con agrado que su abuelo fue un violador y que, mientras liberaba el pa¨ªs de un invasor, tortur¨®, rob¨® y asesin¨® a civiles inocentes?
Y, sobre todo, en esta memoria hist¨®rica est¨¢ ausente el hecho fundamental de que fue el pacto entre Hitler y Stalin el que le diera al Ej¨¦rcito alem¨¢n la luz verde para invadir Polonia y comenzar as¨ª la II?Guerra Mundial y el Holocausto. A Stalin le regresaron en un movimiento de boomerang las consecuencias de su pacto con Hitler; su reparto de Europa y su invasi¨®n de Polonia ¡ªdos semanas despu¨¦s de la alemana¡ª se convirtieron en el reparto y la invasi¨®n de la URSS.
Y es de aqu¨ª sobre todo de donde surge la otra memoria hist¨®rica ucrania. Buena parte de las regiones polacas invadidas por la URSS el 17 de septiembre de 1939 se convirtieron en la Ucrania Occidental. Para muchos de sus ciudadanos hoy d¨ªa, Moscovia ¡ªidentificada con la Rusia de los zares, la URSS de Stalin y la Federaci¨®n Rusa de Putin¡ª invadi¨® Ucrania y la someti¨® a un r¨¦gimen colonial de explotaci¨®n y sometimiento. Ucrania ¡ªrepartida desde antiguo entre varios imperios¡ª fue sometida por Stalin a un holocausto de hambre ¡ªel llamado Holomodor¡ª, donde murieron varios millones de ucranios y a una colectivizaci¨®n forzosa de la agricultura que caus¨® varios millones m¨¢s, entre muertos y deportados. Los patriotas ucranios ¡ªque hab¨ªan estado luchando durante los a?os treinta contra el Estado polaco¡ª se vieron entonces entre dos fuegos; lucharon contra los nazis y contra los soviets, desesperadamente, hasta el ¨²ltimo hombre. Es cierto que en 1941 y 1945 colaboraron ¡ª¡°brevemente¡±¡ª con los nazis y que hasta formaron una divisi¨®n propia de la SS, pero se trat¨® ¡°tan s¨®lo¡± de una necesidad estrat¨¦gica para luchar por la libertad de Ucrania.
La participaci¨®n del fascismo ucranio en el Holocausto es innegable
Esta memoria hist¨®rica contempla la acci¨®n de los partisanos de la UPA, el Ej¨¦rcito Rebelde Ucranio, que pervivi¨® hasta principios de la d¨¦cada de los cincuenta, como una lucha heroica contra un enemigo exterior. Pero no asume ¡ªo s¨®lo en muy peque?a medida¡ª, el hecho de que los ¡°patriotas¡± ucranios que prevalecieron fueron la fracci¨®n m¨¢s nacionalista, un movimiento fascista culpable de cr¨ªmenes horrendos, que asesin¨® a decenas de miles de polacos y de ucranios que no se somet¨ªan a sus dictados. Y de jud¨ªos. La participaci¨®n del fascismo ucranio en el Holocausto es innegable, su consideraci¨®n del jud¨ªo como enemigo en todos los aspectos, no muy distinta de la de los nazis.
Durante los 20 a?os de independencia ucrania cada parte de la sociedad ha alimentado su propia memoria hist¨®rica sin aceptar la del otro. Los poderes p¨²blicos, que son los que tendr¨ªan que haber tendido puentes entre ambas visiones, no lo han hecho: cuando gobernaban los m¨¢s ¡°prorrusos¡± ¡ªcomo el depuesto presidente Yanuk¨®vich¡ª, se aliment¨® la memoria sovietizante; cuando gobernaron los m¨¢s nacionalistas ucranios, se elevaron a h¨¦roes nacionales a los fascistas ucranios y se santific¨® el Holodomor. S¨®lo en un aspecto mejor¨®, casi por sorpresa, esta memoria hist¨®rica: se produjo una reconciliaci¨®n con Polonia en la que ambas partes, incluso los nacionalistas ucranios, fueron capaces de reconocer buena parte de sus culpas. Algo que recuerda a la reconciliaci¨®n germano-francesa y que se debi¨® sobre todo a los esfuerzos de Polonia.
Las dos memorias son ciertas, aunque parciales. Las dos dejan fuera a la otra y olvidan las propias culpas. Ninguna de ellas ha intentado ¡ªhasta ahora¡ª comprender a la otra. La rebeli¨®n de algunos grupos de ciudadanos en el este de Ucrania ¡ªtras la revoluci¨®n del Maid¨¢n y contra esta¡ª se explica y se justifica por la negativa a aceptar aquella memoria hist¨®rica percibida como contraria. Y viceversa.
Ucrania no es un Estado fallido. Durante 20 a?os, aunque con muchos problemas, Ucrania ha pagado los sueldos y las pensiones, ha organizado ¡ªsi bien con una corrupci¨®n inmensa¡ª las vidas de sus ciudadanos y ha alcanzado un grado de consenso importante como pa¨ªs. Incluso hoy d¨ªa las encuestas muestran que la mayor¨ªa de los ciudadanos del este de Ucrania no quieren separarse del pa¨ªs. Pero tambi¨¦n las mismas encuestas muestran persistentemente que las dos memorias hist¨®ricas no se han encontrado. Es urgente, pues, tender puentes.
Jos¨¦ M. Faraldo es profesor de la Universidad Complutense. Especialista en Europa Oriental.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.