La ley es suficiente
Los desmanes cometidos en las redes sociales pueden perseguirse sin ampliar el C¨®digo Penal
El lamentable asesinato de la presidenta de la Diputaci¨®n de Le¨®n, Isabel Carrasco, ha dado lugar a una situaci¨®n de evidente abuso y desmesura en las redes sociales. Al calor del suceso se han vertido mensajes en muchos casos insultantes y denigratorios para la v¨ªctima y, en otros, claramente favorables al uso de la violencia contra los pol¨ªticos, y en particular contra los del PP. Estos excesos han llevado al ministro de Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, a defender la necesidad de perseguir ¡°la apolog¨ªa del delito e incitaci¨®n al odio¡± en Internet, mediante ¡°instrumentos legales adicionales que permitan hacer compatible la libertad de expresi¨®n y el derecho de informaci¨®n con el derecho de los ciudadanos a su honor y su seguridad¡±. Por ahora es solo una declaraci¨®n de intenciones, pero hay que lamentar que el ministro reaccione a una situaci¨®n que causa un leg¨ªtimo malestar con una propuesta de endurecimiento penal seguramente poco meditada y en caliente, algo que debe evitarse. No hay que legislar nunca a golpe de esc¨¢ndalo.
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Pero en este caso, adem¨¢s, las leyes vigentes disponen de instrumentos suficientes para perseguir las conductas que resulten lesivas para terceros o vulneren derechos fundamentales. Solo hay que aplicarlas. Diferentes figuras tipifican en el C¨®digo Penal los delitos de injurias, calumnias, amenazas, coacciones, incitaci¨®n a delinquir, apolog¨ªa del terrorismo o de la violencia, incitaci¨®n al odio, y dem¨¢s, con penas suficientemente disuasorias. Las recientes detenciones de dos j¨®venes por celebrar la violencia o incitar a usarla a trav¨¦s de las redes sociales, as¨ª lo demuestran. El hecho de que hasta ahora no se hayan perseguido estas conductas, mas que en ocasiones puntuales, ha propiciado una cierta percepci¨®n de impunidad que ha contribuido en gran medida a la espiral de degradaci¨®n en la que nos encontramos. Es probable que la aplicaci¨®n de la ley surta ahora el efecto de aviso para navegantes, pues muchos internautas no son suficientemente conscientes de que sus actos en Internet pueden tener consecuencias penales. En cualquier caso, las redes sociales no deben ser tratadas de forma diferente a cualquier otro medio de difusi¨®n. Es cierto que la viralidad que las caracteriza y su enorme extensi¨®n amplifican los da?os, pero incluso para esto tiene respuesta la actual legislaci¨®n, al contemplar el agravante de publicidad.
Aparte de la respuesta penal cuando est¨¦ justificada, existen otras formas de combatir los excesos. En primer lugar, mediante la concienciaci¨®n c¨ªvica, vehiculada en forma de reproche moral. Pero tambi¨¦n cabe y debe ejercerse el reproche pol¨ªtico cuando el exceso es cometido por personas con responsabilidades p¨²blicas. Ser¨ªa de agradecer que las fuerzas pol¨ªticas adoptaran un c¨®digo de autorregulaci¨®n para erradicar insultos y amenazas a trav¨¦s de la Red, cuya vulneraci¨®n obligara a dimitir a los infractores. No hay necesidad, pues, de cambiar la ley y debe evitarse un tratamiento del problema que tienda a criminalizar el uso de Internet o pueda suponer una amenaza para la libertad de expresi¨®n.
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