Verg¨¹enza

No pierdas ni una palabra de lo que voy a decir porque es importante. Zahra Abdallahi Lefdil tiene 31 a?os y es saharaui. De ni?a, en los campamentos de refugiados, la atropell¨® un cami¨®n que la dej¨® coja. M¨¢s tarde lleg¨® a Espa?a en 1995 para pasar el verano: "Fui acogida por una familia espa?ola tan generosa como muchas otras". La operaron aqu¨ª varias veces, su pierna mejor¨®. Hasta aqu¨ª, todo bien. Ahora Zahra es enfermera y trabaja en un hospital de Madrid. Pero, aunque lleva 18 a?os viviendo en Espa?a, y aunque es hija de ciudadanos espa?oles, no ha podido obtener esa nacionalidad espa?ola a la que tiene derecho, tanto por filiaci¨®n familiar como por residencia. Esta clamorosa injusticia la sufren todos los saharauis: "?Por qu¨¦ personas como yo, simples inmigrantes que trabajan y pagan sus impuestos, tenemos que sufrir estas represalias?". A los saharauis se les exige una partida de nacimiento "de un pa¨ªs reconocido" por Espa?a. Y todos los documentos expedidos por las autoridades saharauis, aunque lleven el sello del Ministerio de Exteriores de Argelia y del Consulado de Espa?a en Argel, son rechazados aqu¨ª como no v¨¢lidos. La estrategia consiste en aplastar a los saharauis con eternas respuestas de "en tr¨¢mite", con d¨¦cadas de colas, pagos de tasas, papeleos in¨²tiles. Mientras tanto ofrecemos la nacionalidad a los sefard¨ªes: estupendo, pero es una discriminaci¨®n a?adida. Harta de burocracia e "indignada con la paralizaci¨®n intencionada de todos los expedientes de nacionalidad de saharauis", Zahra puso una querella contra los responsables del Registro Civil Central. No ha sido admitida y ha presentado recurso. Adem¨¢s de traicionar, vender y abandonar a los saharauis, encima les perseguimos administrativamente, incumplimos la ley, nos comportamos como sucios y tramposos trileros. Hagamos de este caso un esc¨¢ndalo.