Epidemia de c¨®lera en Sud¨¢n del Sur
Encuentro a Anna Pita Jacob en el porche del centro de salud de Hai-Jebel, una ciudad a las afueras de Juba, la capital de Sud¨¢n del Sur. Viste una falda negra amplia, una blusa blanca y lleva el pelo recogido en una especie de redecilla gruesa. Debe tener unos cuarenta a?os. Muestra unos carteles, con los logos de UNICEF y Organizaci¨®n Mundial de la Salud, y habla a un grupo de madres con ni?os muy j¨®venes que han acudido a la cl¨ªnica para vacunas o por enfermedad de los peque?os.
Con la ayuda de los dibujos del cartel explica a su audiencia qu¨¦ es el c¨®lera, c¨®mo se transmite, c¨®mo prevenirlo y qu¨¦ hacer en caso de sospechar de alg¨²n caso. M¨¢s tarde, cuando termina la charla y nos sentamos en la oficina del centro, me explica que utiliza el ¨¢rabe local para comunicarse con las mujeres, ya que es la lingua franca del pa¨ªs. Les ha hablado de la necesidad de cuidar la higiene, tanto personal como del entorno en el que se vive, de hervir el agua que beben o utilizar los pozos existentes y del uso de las letrinas. Si sospechan de un caso de c¨®lera, deben correr al hospital o traerlo al centro de salud.
Anna tiene seis hijos y lleva trabajando en esta peque?a cl¨ªnica desde que se inaugur¨® en julio de 2011. Es encargada m¨¦dica, un paso intermedio entre enfermera y m¨¦dico y est¨¢ al cargo de este ambulatorio. Mientras nos muestra las instalaciones que sorprenden por su limpieza, orden y el silencio que impera en ellas, hasta los ni?os enfermos o a los que les inyectan la vacuna parecen tener miedo de romperlo, nos dice que todos los d¨ªas, mientras los enfermos esperan para ser atendidos, aprovecha para dar su peque?a charla, por que no hay que desaprovechar ninguna oportunidad.
Orgullosa comenta que hasta ahora no se ha detectado ning¨²n caso de c¨®lera en la zona quiz¨¢s debido a que disponen de un pozo, que aparece muy bien cuidado y protegido por una cerca de ca?as de bamb¨², que les surte de agua limpia y fue construido junto con el centro de salud. Adem¨¢s, el haber empezado a sensibilizar la poblaci¨®n desde que recibieron las primeras noticias de la epidemia, ha ayudado tambi¨¦n a su control en la zona.
El primer caso de c¨®lera en Sud¨¢n del Sur se detect¨® en el campo de desplazados conocido como UN Juba House III, en la capital, el seis de mayo, y tras ser confirmado por los laboratorios de AMREF en Nairobi, Kenia, el gobierno sursudan¨¦s junto con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) declar¨® la epidemia de c¨®lera en Juba.
Hasta el momento, 14 personas han muerto de esta enfermedad en un pa¨ªs que sigue sufriendo las consecuencias del conflicto que comenz¨® el pasado 16 de diciembre cuando los seguidores del ex vicepresidente Riek Machar quisieron deponer por las armas al Presidente del pa¨ªs Salva Kiir.
Conversaciones de paz en la capital etiope, Adis Abeba, llevaron a un alto el fuego que las dos partes se acusan de incumplir. Las hostilidades siguen vigentes en algunos de los estados del norte. Casi seis meses de guerra han obligado a miles de personas a huir de sus hogares e interrumpido las operaciones de distribuci¨®n de alimentos y los servicios m¨¦dicos.
Hasta el momento, se han registrado 395 casos de c¨®lera y el 66 % de ellos han sido tratados en el Hospital Universitario de Juba, donde, alrededor de los ya congestionados pabellones de lo que una vez fue un cuartel militar brit¨¢nico construido en los inicios del siglo XX, se han instalado tiendas suministradas por UNICEF. Junto a ellas, la agencia humanitaria ha donado equipos sanitarios, agua limpia y sales de rehidrataci¨®n. Adem¨¢s, ha contratado el personal m¨¦dico que atiende a los enfermos, dada la carencia del mismo en el hospital universitario.
Por su parte, los Estados Unidos, pa¨ªs que est¨¢ vigilando muy de cerca todo lo que sucede en este pa¨ªs con grandes yacimientos petrol¨ªferos, han donado 50 millones de d¨®lares para responder a las necesidades humanitarias consecuencia del conflicto sursudan¨¦s, entre ellas la lucha contra la epidemia de c¨®lera.
Los 50 millones de d¨®lares se canalizar¨¢n a trav¨¦s del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y ser¨¢ de gran ayuda para las m¨¢s de 300.000 personas que han cruzado las fronteras con Etiop¨ªa, Kenia, Sud¨¢n o Uganda, as¨ª como a las desplazadas en el interior del pa¨ªs.
Una de las principales consecuencias del actual conflicto es que alrededor de 1.3 millones de sursudaneses se han visto obligados a huir de sus casas. M¨¢s de 79,000 civiles se han refugiado en las ya por s¨ª superpobladas bases de las tropas de paz de la ONU, de los cuales, unos 45.000 se encuentran en los campamentos que estas tropas tienen en la capital.
El inicio de la estaci¨®n de las lluvias ha supuesto un nuevo obst¨¢culo para la distribuci¨®n de la ayuda humanitaria y favorecido la propagaci¨®n de la epidemia, que se ceba en los m¨¢s vulnerables y ya de por s¨ª d¨¦biles por falta de alimentos y acceso a servicios sanitarios.
En los ¨²ltimos d¨ªas est¨¢n llegando informaciones, a¨²n sin confirmar, desde los estados de Upper Nile y Jonglei donde parece que en varios campamentos militares se han detectado posibles casos c¨®lera.
Una de las causas de la propagaci¨®n de la enfermedad en la capital es que la poblaci¨®n consume el agua directamente del Nilo blanco, sin hervir ni purificar. Es f¨¢cil ver camiones cisternas que recogen el agua del r¨ªo y la distribuyen por la ciudad.
Muy cerca del puerto provisional de Juba se encuentra el gran mercado de Konyokonyo donde la suciedad se mezcla con el barro y las decenas de personas que venden, comprar o simplemente pasan por all¨ª. En torno a ¨¦l se han detectado muchos casos de c¨®lera. La falta de higiene en las comunidades y personal (lavarse las manos), la escasez de letrinas que obliga a la poblaci¨®n a defecar en abierto o la falta de seguridad de los lugares de enterramiento, son elementos que est¨¢n contribuyendo a la r¨¢pida propagaci¨®n de la epidemia y son indicativos de la situaci¨®n a la que ha quedado reducida la ciudad, y el pa¨ªs, despu¨¦s de meses de lucha.
A pesar de que los seminarios organizados por ONG para informar al personal humanitario y sanitario y las campa?as de sensibilizaci¨®n que se est¨¢n llevando a cabo por toda la ciudad y alrededores, todav¨ªa no se logra controlar la epidemia.
Pero hay esperanza, la visita al ambulatorio de Hai-Jebel que ten¨ªa como objeto conocer el trabajo de AMREF en Sud¨¢n del Sur visitando algunos de los pozos y centros de salud construidos por la organizaci¨®n, ha representado una gran sorpresa al demostrar que con las infraestructuras necesarias, especialmente el pozo y la instalaci¨®n sanitaria, el personal adecuado y la participaci¨®n de la comunidad las cosas pueden ser distintas.
Fotos: Chema Caballero
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