La pobreza es una enfermedad que nos amenaza a todos
Esta entrada ha sido escrita porIgnacio Uriarte, portavoz adjunto del Partido Popular en la Comisi¨®n de Cooperaci¨®n del Congreso de los Diputados.
En las ¨²ltimas semanas hemos vivido uno de los mayores ejemplos de sensibilidad globalizada de los ¨²ltimos a?os, tras el rapto de las ni?as nigerianas por parte de un grupo islamista radical. Sorprende y esperanza ver que el sufrimiento ajeno, en una parte del mundo constantemente castigada, ha conseguido generar esta solidaridad global, tan honda, que ha sacudido las conciencias de l¨ªderes y sociedades de todos los pa¨ªses.
Se ha escrito mucho sobre la velocidad del fen¨®meno en las redes sociales, algo menos de las causas que originan este drama y muy poco de lo que hay que hacer a partir de ahora para que no se vuelva a repetir. Yo quiero contribuir humildemente a poner el foco de atenci¨®n en un debate que la humanidad a¨²n no ha logrado afrontar con decisi¨®n: las interrelaciones directas del desarrollo humano global. Lo que ha sucedido en Nigeria nos debe interpelar y hacer actuar, no solo porque seamos personas buenas y solidarias, sino porque es el s¨ªntoma de una enfermedad que nos amenaza a todos.
El economista y fil¨®sofo indio Amartya Sen, Premio Nobel de Econom¨ªa en 1998, impuls¨® la Teor¨ªa del Desarrollo Humano que inspir¨® despu¨¦s el ¨ªndice de desarrollo humano (IDH) que hoy utiliza Naciones Unidas para medir la verdadera situaci¨®n socioecon¨®mica de los pa¨ªses, reflejando su realidad m¨¢s all¨¢ de los cl¨¢sicos indicadores macroecon¨®micos como el producto interior bruto (PIB) o la renta per c¨¢pita. Este cambio supuso una nueva forma de medir las necesidades de un pa¨ªs, su situaci¨®n real y el dise?o de las pol¨ªticas p¨²blicas de desarrollo que se deben implementar. El IDH que utiliza Naciones Unidas mide de 0 a 1 el desarrollo, teniendo en cuenta tres par¨¢metros: la salud, la educaci¨®n y el nivel digno de vida.
En el caso de Nigeria podemos ver un gran ejemplo del significado de este nuevo paradigma. En los ¨²ltimos meses son muchos los expertos o periodistas que hablan de Nigeria como una de las mayores econom¨ªas de ?frica y un ejemplo de crecimiento econ¨®mico. De hecho, seg¨²n el Banco Mundial el crecimiento del PIB per c¨¢pita en los ¨²ltimos a?os ha sido vertiginoso pasando de un PIB per c¨¢pita en 2005 de 804,2 d¨®lares a 2711,3 d¨®lares en 2012. El reflejo de este crecimiento en lo econ¨®mico no ha tenido en cambio un reflejo tan pronunciado en el ¨ªndice de desarrollo humano que, seg¨²n Naciones Unidas, pas¨® de 0.434 en 2005 a 0.471 en 2012. Para que podamos ampliar el an¨¢lisis de la situaci¨®n desde una comparativa con Espa?a, en 2012 nuestro PIB per c¨¢pita fue de 28.273,7 d¨®lares y nuestro IDH de 0,885, y ya en 1980 era 0,766, muy superior al IDH actual de Nigeria. Deber¨ªamos aprovechar ese crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs para ayudarles a poner los esfuerzos en mejorar la situaci¨®n humana de sus ciudadanos. A Europa y a Espa?a le beneficia el crecimiento econ¨®mico de Nigeria, pero deber¨ªamos ser m¨¢s consciente de los beneficios de lograr aumentar el IDH de estos pa¨ªses.
El caso de las ni?as secuestradas en Nigeria nos debe hacer caer en la cuenta tambi¨¦n de la situaci¨®n real que est¨¢n viviendo muchos pa¨ªses en t¨¦rminos de desarrollo humano y de qu¨¦ manera esos temas globales afectan potencialmente a Espa?a y a Europa, traducidos en mafias internacionales, trata de seres humanos, explotaci¨®n sexual, migraciones forzosas, seguridad alimentaria o salud global.
Esa sensibilidad globalizada tan cautivadora de estos d¨ªas debe ser el preludio de una responsabilidad global que obligue a organizarse a los pa¨ªses para acabar definitivamente con los dramas que asolan al planeta como el hambre y la falta de agua, y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que a partir del 2015 pasaremos a llamar Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los nuevos liderazgos exigen personas con una gran capacidad de entender la amplitud relacional que vivimos en estas sociedades globales y comprender que nuestra seguridad y bienestar dependen hoy de que exista seguridad y bienestar en otras zonas del mundo. Los organismos supranacionales y la Uni¨®n Europea deben coordinar la responsabilidad global que tienen los pa¨ªses y obligar a estos a responder con recursos y experiencias t¨¦cnicas para acabar con las peligrosas pandemias sociales del siglo XXI. Un gran experto y brillante acad¨¦mico como Jos¨¦ Mar¨ªa Larr¨², Doctor en Econom¨ªa Internacional y Desarrollo por el CEU, nos dec¨ªa que los tres problemas para entender las relaciones entre el desarrollo humano de los pa¨ªses y la necesidad de cooperar eran las tres ¡°¨ªes¡±: ignorancia, ideolog¨ªa e inercia. Conf¨ªo en que nuestra generaci¨®n sea capaz de superarlas en favor de pol¨ªticas de desarrollo global como una verdadera pol¨ªtica de Estado.
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