Las caras de la di¨¢spora (7): Nayaban Jean
Naci¨® el 6 de febrero de 1976 en Dakar, Senegal, en el seno de una familia algo at¨ªpica. Su padre era militar y su madre, una universitaria acostumbrada a trabajar en el mundo de las ONG internacionales como World Vision. Tuvieron s¨®lo dos hijos. Adem¨¢s, por deseo expreso de ella. Nayaban fue el nombre que le puso su abuelo y Jean, el que le puso su padre. Prefiere utilizar ese nombre compuesto, que tambi¨¦n es su nombre art¨ªstico, a su nombre real, casi eterno, pijo y afrancesado.
Nayaban Jean recuerda que, cuando era peque?o, su padre escuchaba siempre a Bob Marley o el trompeteo de Miles Davis, que llegaba a desquiciarle a veces. Su madre, mel¨®mana y con buena voz, les pon¨ªa todo tipo de m¨²sica en casa. Despu¨¦s llegaron los amigos de su madre, norteamericanos, con los que hizo el camino del funk y el soul hacia el rock a lomos de los vinilos de Led Zeppelin, a los que se enganch¨®, y Beatles o Rolling Stones. En casa de uno de ellos tambi¨¦n pudo ver por primera vez un piano.
"La m¨²sica es un idioma -precisa, con los ojos rasgados muy abiertos bajo las largas rastas- Todos usamos el mismo c¨®digo. Lo que a m¨ª me intriga y que siempre me pregunto y pregunto a los dem¨¢s es de d¨®nde viene la inspiraci¨®n".
Despu¨¦s recuerda su primer contacto formal con la m¨²sica, en el colegio, donde la historia y teor¨ªa de la m¨²sica eran una asignatura obligatoria. Habla del profesor, un tipo cargado de papeles que decepcion¨® al Nayaban Jean de 11 a?os, interesad¨ªsimo en la m¨²sica, cuando se puso a escribir en la pizarra y perorar sobre cuestiones que le parecieron pura ch¨¢chara. El Nayaban Jean ni?o quer¨ªa un instrumento y m¨²sica real en el aula. Algo que le llegar¨ªa al a?o siguiente, con un nuevo profesor de m¨²sica totalmente diferente, que aterriz¨® en clase cargado con un teclado. Nayaban Jean, el que fuera el ¨²ltimo de la clase en su primer curso de m¨²sica, se entusiasm¨®. Acab¨® primero de su clase aquel a?o, en el que tambi¨¦n pudo, por primera vez, tocar un instrumento en el colegio.
"Ahora me doy cuenta de la importancia de la teor¨ªa y de la historia de la m¨²sica. De las armon¨ªas, los temas, las partituras. Pero en mi primer a?o de m¨²sica, no me interesaba", reconoce.
Su profesor hizo m¨¢s por ¨¦l: consigui¨® que cantara ante Abdou Diouf, el presidente de Senegal en aquel momento, con el Coro Nacional de Senegal dirigido por Julien Jouga, un mito de la m¨²sica senegalesa, adorado entre otros por L¨¦opold S¨¦dar Senghor.
"En aquel momento, el Coro Nacional de Senegal representaba a las diez regiones que conformaban el pa¨ªs -explica- Cada regi¨®n enviaba cien alumnos y se eleg¨ªan dos solistas por cada una de ellas. Entre esos veinte solistas, se seleccionaba a los dos verdaderos solistas del coro. Fui uno de esos dos solistas. Mi profesor habl¨® directamente con mi madre, que me dio permiso para ir al ensayo general y el concierto ante Abdou Diouf. No sab¨ªa c¨®mo iba a reaccionar cantando delante de tanta gente, pero supe que me gustaba en cuanto me encontr¨¦ all¨ª".
Nayaban Jean no pudo conseguir instrumentos propios hasta 1999, cuando se vino de gira a Canarias durante un mes y medio con un grupo a capella en el que cantaba y pudo comprarse una guitarra y un piano. Despu¨¦s comenz¨® su b¨²squeda interior en el pa¨ªs, huyendo del soul que dominaba y de la mano de trovadores de pueblos senegaleses, armado con las ganas de saber y con su guitarra.
"Aparqu¨¦ el piano y cog¨ª la guitarra -rememora- Y empec¨¦ a viajar por los pueblos. Los griots de los pueblos tocan instrumentos como la kora o el balaf¨®n y no s¨®lo cantan, sino que tambi¨¦n cuentan historias, son la memoria de los pueblos. No les interesan cosas como grabar discos o viajar. Yo quer¨ªa estudiar la cultura real, olvidar el soul, buscar mi propia personalidad".
Dice que el origen de su viaje est¨¢ en unas palabras de su madre, que le record¨® la responsabilidad del m¨²sico. "Cuidado con lo que dices", le advirti¨® ella. "Con la m¨²sica puedes hacer re¨ªr, hacer bailar, hacer una revoluci¨®n -apunta Nayaban- Es el alimento del alma. El m¨²sico es solo el hilo conductor, no puede presumir de nada".
Tras cuatro a?os de b¨²squeda interior y con 27 febreros reci¨¦n cumplidos, se plant¨® de nuevo en Gran Canaria. Aterriz¨® en la isla con una monumental resaca, un contrato de dos semanas con su primo, papeles y su guitarra. Corr¨ªa el 7 de febrero de 2003.
"Vine a trabajar, con un contrato. Despu¨¦s ped¨ª la prolongaci¨®n del visado. Y hasta hoy".
En Gran Canaria ha pasado por varios proyectos propios, como Mystic Vibes, Afro Accoustic Experience, Xibar y Nayaband. Considera que todos ellos tienen cabida en ¨¦l y ¨¦l en todos ellos. Hablamos cuando retorna de Holanda, donde estuvo tocando, y habla de la vida del m¨²sico profesional, de una jornada de un m¨ªnimo de tres horas al d¨ªa pegado al instrumento, del miedo a repetirse, de la m¨²sica como un potaje en el que hay que tener buen gusto y vista para saber qu¨¦ productos frescos y de calidad pueden mezclarse con otros. "Es como cocinar", y sonr¨ªe.
Tambi¨¦n habla de la tradici¨®n democr¨¢tica de Senegal, m¨¢s larga que la espa?ola, de los dirigentes que quieren a pueblos ignorantes a los que manipular, de las atrocidades de la guerra en Casamance que conoce de primera mano por su pasado como militar, de su familia, de unas influencias que van desde Chris De Burgh a los AC/DC, de esa inspiraci¨®n cuyos mecanismos no logra descifrar y que le obsesiona. Sobre todo de m¨²sica y escuch¨¢ndole se comprende que para ¨¦l pr¨¢cticamente todo es m¨²sica.
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