Las tradiciones que no aman a las mujeres
Una ni?a de 13 a?os obligada a casarse con un hombre de 57. El titular es de febrero de 2013 y se refiere a una operaci¨®n comercial dentro del sistema tradicional del que la cultura zul¨² consagra con el nombre de ukuthwala y que no es m¨¢s que un matrimonio forzoso.
La madre aleg¨® que no pod¨ªa hacerse cargo de los gastos de la medicaci¨®n para tratar su epilepsia y negoci¨® con un sangoma, un curandero, que a cambio de 5.000 rands (350 euros) del derecho a casarse, la lobola, pas¨® a ser marido y el encargado de curar a la novia hablando con sus ancestros.
La polic¨ªa sudafricana lleg¨® a arrestar al marido pero fue puesto en libertad al conocerse que la madre de la menor hab¨ªa consentido la boda. La ni?a dej¨® autom¨¢ticamente el colegio y pas¨® a ser ama de casa.
Miles de ni?as sudafricanas, y millones en todo el continente y en el mundo, sufren abusos y da?os f¨ªsicos y ps¨ªquicos en nombre de la tradici¨®n y la cultura. No hay estudios serios que aporten una estad¨ªstica realista, en parte porque las propias familias son reacias a explicar esas pr¨¢cticas.
El Centro Legal de Mujeres (WLC, en sus siglas en ingl¨¦s) acaba de publicar un informe sobre estas pr¨¢cticas despu¨¦s de un exhaustivo trabajo de entrevistas y cuestionarios a mujeres.
No es un debate ¡°entre derechos individuales y cultura¡±, apunta Amanda Gouws, responsable de Igualdad de G¨¦nero y profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Stellenbosch, sino de que la ¡°costumbre se adapte a los nuevos tiempos y erradique las malas pr¨¢cticas¡±.
Lo cierto es que no hay una legislaci¨®n espec¨ªfica que proteja a las mujeres de estas pr¨¢cticas da?inas y en algunos casos, si la v¨ªctima se atreve a denunciar puede que sea expulsada de la comisar¨ªa acusada de ¡°no entender las tradiciones¡±.
El estudio del WLC advierte de multitud de secuestros a menores de edad que sufren violaciones y otros abusos f¨ªsicos, en muchos casos hu¨¦rfanas pobres. Aunque sin datos, se teme que la pobreza y el miedo a contraer el VIH sean dos razones del aumento de los matrimonios forzados. Una escuela contabiliz¨® en un a?o 30 adolescentes que desaparecieron de sus aulas tras una boda pactada.
El ukuthwala no es el ¨²nico de estos delitos que se siguen practicando en nombre de la tradici¨®n ancestral: la mutilaci¨®n genital, cicatrices faciales, las pruebas de virginidad, el matrimonio precoz, los cr¨ªmenes del honor o algunas costumbres en el parto o la preferencia por los hijos varones son otras de las costumbres aceptadas que el entorno tampoco denuncia.
Para combatir esta normalidad y aceptaci¨®n, la vacuna es ¡°la educaci¨®n¡±, coinciden las organizaciones. En este sentido, Jen Thorpe, abogada especializada en derechos humanos y mujer, habla de la necesidad de incidir en el ¡°tri¨¢ngulo de familia, escuela y polic¨ªa¡±.
Hay heridas f¨ªsicas como las que provoca la mutilaci¨®n genital que persisten para toda la vida. En Sud¨¢frica pr¨¢cticamente no existe esta tradici¨®n y cuenta la organizaci¨®n que ha resurgido por inmigrantes del continente establecidos aqu¨ª. Tampoco sobre esta pr¨¢ctica se sabe a ciencia cierta a quien afecta, aunque se habla de una horquilla que oscilar¨ªa entre 100 y 140 millones de mujeres y otros tres millones de ni?as en riesgo.
A pesar del panorama, hay numerosas campa?as medi¨¢ticas que han concienciado a las familias de que la mutilaci¨®n aumenta el riesgo de hemorragias y complicaciones en el parto.
La profesora Gouws afirma que todas las pr¨¢cticas da?inas (tambi¨¦n se extienden a ni?os y hombres) tienen en su origen el claro objetivo de ¡°regular la sexualidad, definir qu¨¦ es sexualidad y qu¨¦ es apropiado para la mujer¡±, en definitiva, bajo la excusa de proteger se esconde la realidad de controlar.
El control de la sexualidad y el cuerpo de las chicas es evidente en esa tradici¨®n de certificar la virginidad. En Sud¨¢frica la pr¨¢ctica pervive entre los zul¨²s rurales, y seg¨²n el informe de WLC, se extiende a las ciudades para fomentar la abstinencia como respuesta al alto ¨ªndice de embarazos adolescentes e infecciones de VIH.
En Nigeria, Malaui, Suazilandia o Zimbabue, por citar ejemplos, tambi¨¦n goza de popularidad.
Certificado de virginidad que expende el rey zul¨².
Son las mujeres m¨¢s viejas las encargadas de comprobar que el himen de las jovencitas est¨¢ intacto, asumiendo as¨ª que la chica es virgen y sin tener en cuenta las roturas accidentales.
A sus 17 a?os, Khanyisile Zuma ha pasado ya cinco ex¨¢menes sobre su virginidad a los que se somete ¡°en privado¡± como parte de una celebraci¨®n de comunidad donde solo participan mujeres. Luego, en su caso, le dar¨¢n una especie de diploma que firma el pastor de su iglesia. Asegura estar ¡°orgullosa¡± y aunque dice no pensar en casarse, sabe que con su virginidad la lobola que tendr¨¢ que pagar la familia de su futuro novio doblar¨¢ el precio. ¡°Creo que ser¨¢n 16 vacas, por las ocho que se pagan si has mantenido relaciones sexuales¡±, afirma esta joven zul¨².
Los contrarios a estos certificados se echan las manos a la cabeza. Hablan de violaci¨®n de su intimidad, de ¡°estigmatizaci¨®n¡± de las chicas, se?aladas como objetivos para satisfacer la creencia de que tener sexo con v¨ªrgenes cura el sida.
En uno de los talleres que WLC realiz¨® para el informe una de las participantes explic¨® que durante a?os su abuela le planchaba el pecho para ¡°protegerla¡±, asumiendo que presionando o quemando las mamas retrasaba su desarrollo y, por tanto, la nieta mantendr¨ªa un aspecto de ni?a, reduciendo el deseo masculino o su propio inter¨¦s por los chicos.
El informe se?ala que es una de las pr¨¢cticas con menos incidencia en los medios de comunicaci¨®n, aunque acarrea importantes secuelas f¨ªsicas y emocionales. En Camer¨²n, una cuarta parte de las adolescentes son forzadas a ese inhumano planchado.
Otra de esas tradiciones que machacan a las mujeres es el secado de las vaginas con detergentes, hierbas o antis¨¦pticos antes de tener relaciones. Algunas mujeres explicaron que sus maridos les obligaban a introducirse vapor mentolado, tabaco o vinagre. Un estudio en la provincia de Gauteng, la m¨¢s industrializada de Sud¨¢frica, revel¨® que el 60% de hombres y el 46% de mujeres escogidos al azar hac¨ªan referencia al sexo seco, una pr¨¢ctica dolorosa para ellas que satisface la creencia masculina de que la lubricaci¨®n femenina es sucia.
Sin embargo, una vagina seca aumenta el riesgo de enfermedades de transmisi¨®n sexual, inflamaci¨®n o lesiones en la pelvis de la mujer. No hay castigo para quien obligue o intimide a someterse a esta pr¨¢ctica, apunta el informe de WLC.
La organizaci¨®n tambi¨¦n menciona las pr¨¢cticas alrededor de las viudas, obligadas a ¡°limpiarse¡± manteniendo sexo con alg¨²n familiar de su marido, un discapacitado, casarse con su cu?ado para alejar su ¡°mala suerte¡±. WLC alerta de que tienen m¨¢s posibilidades de contraer el VIH.
En los talleres previos al informe, algunas viudas detallaron que la obligaci¨®n de vestirse de duelo durante meses les hac¨ªa f¨¢ciles presas ¡°de hombres malos y ladrones¡± as¨ª como no ten¨ªan otra opci¨®n de que salir acompa?adas o llegar a casa antes del atardecer.
A las que obligan a casarse de nuevo, en algunas comunidades se las exhibe semidesnudas delante de su futura familia para que llore. De lo contrario, los parientes tienen derecho a pegarla hasta que se le salten las l¨¢grimas. En muchos casos, la viuda tendr¨¢ que ser una especie de esclava de su cu?ada, se encargar¨¢ de la comida y de las tareas dom¨¦sticas.
En algunas culturas a¨²n existe la caza de brujas, la persecuci¨®n, tortura y discriminaci¨®n de mujeres que la comunidad entiende que tienen poderes sobrenaturales o son una fuente de infortunios.
En la d¨¦cada de los 90 se contaron centenares de asesinatos de mujeres (muchas de ellas, ancianas) acusadas de practicar brujer¨ªa, por lo que en 1995 se cre¨® una comisi¨®n para investigar las muertes e involucrar a los l¨ªderes tradicionales en la eliminaci¨®n de esta creencia.
Sud¨¢frica, un pa¨ªs tan multirreligioso como multirracial, tiene otras pr¨¢cticas aceptadas por grandes religiones, como por ejemplo, la prohibici¨®n de usar contraconceptivos, matrimonios precoces, o relaciones sexuales sin protecci¨®n. En todas, el WLC observa que la mayor¨ªa de mujeres las acepta y asume como parte de su cultura y su tradici¨®n.
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