La nieta de Khalifa se vacuna hoy contra la polio

Encontramos a Alison Miyote en la calle principal de Ibba, que no es otra cosa que la carretera que atraviesa esta poblaci¨®n cabecera del mismo nombre en el Estado sursudan¨¦s de Western Equatoria, muy cerca de la frontera con la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, y que viene desde la capital del pa¨ªs, Juba (12 horas de viaje esquivando baches y atravesando r¨ªos si la altura del agua lo permite), y contin¨²a hacia a la capital del Estado, Yambio (tres horas m¨¢s de camino).

Alison es el l¨ªder de un equipo que va casa por casa vacunando a los ni?os menores de cinco a?os contra la polio. Su principal funci¨®n es asegurarse de que todo marche seg¨²n lo previsto, que la vacunadora administre las dosis prescritas a los ni?os, que el registrador anote los nombres en su libreta y marque las casas por las que han pasado y hacer el informe diario al coordinador del proyecto.

Decidimos acompa?arle. Nos internamos por una vereda franqueada de maizales y plantaciones de cacahuetes que conduce a un grupo familiar: varias chozas de barro y techo de paja agrupadas en torno a un espacio com¨²n. En el camino nos encontramos con el resto del equipo: Monica Amos, la vacunadora que carga con la peque?a nevera donde se conservan las dosis, y Charles Monko, el registrador que lleva en la mano una bolsa de pl¨¢stico verde en la que guarda la libreta donde escribe los nombres de los inmunizados y las tizas con las que marca las casas. Todos llevan camisetas y gorras amarillas con el logo de la campa?a de vacunaci¨®n que dice: "Hacer de Sud¨¢n del Sur un pa¨ªs libre de polio".

Campa?a mundial

El pasado 23 de abril, el Ministerio de Sanidad de Sud¨¢n del Sur, con el apoyo de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, lanz¨® una campa?a que tiene como objetivo vacunar a m¨¢s de 2,4 millones de ni?os y ni?as menores de cinco a?os de sarampi¨®n y polio proporcion¨¢ndoles, al mismo tiempo, un suplemento de vitamina A. Los ¨²ltimos casos de polio registrados en Sud¨¢n del Sur son de 2009.

Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas se han producido grandes progresos en el intento de erradicar la polio a nivel mundial. En 1988, la Asamblea Mundial de la Salud, ¨®rgano decisorio supremo de la OMS, lanz¨® la Iniciativa Mundial de Erradicaci¨®n de la Poliomielitis. En aquel momento la enfermedad era end¨¦mica en 125 pa¨ªses y alrededor de 350.000 personas, principalmente ni?os, quedaban paralizados cada a?o. Gracias a las campa?as de inmunizaci¨®n se han reducido los casos en todo el mundo en un 99 %, lo que significa que unos 10 millones de ni?os se han salvado de esta enfermedad. En la actualidad, la poliomielitis solo es end¨¦mica en Nigeria, Paquist¨¢n y Afganist¨¢n, donde cada vez se registran menos casos.

Las campa?as globales de vacunaci¨®n son muy caras ¨Ccuestan mil millones de d¨®lares cada a?o¨C, lo que las hace insostenibles a largo plazo. Por eso es esencial erradicar esta enfermedad durante la pr¨®xima d¨¦cada, de lo contrario se corre el riesgo de que la poliomielitis repunte y unos 200.000 menores se vean afectados anualmente de nuevo.

La actual campa?a mundial est¨¢ financiada por diversos pa¨ªses y organismos privados. Del conjunto de todos ellos, el m¨¢ximo donante es la Fundaci¨®n Bill and Melinda Gates, con un total de 1.800 millones de d¨®lares, la mayor¨ªa de los cuales se canalizan a trav¨¦s de la OMS y UNICEF. Estas organizaciones, junto con el ministerio de Salud de Sud¨¢n del Sur, han seleccionado a un grupo de ONG con presencia en el pa¨ªs para llevar a cabo la campa?a de vacunanci¨®n en distintas zonas. En el condado de Ibba, la entidad elegida es AMREF (la mayor organizaci¨®n internacional sanitaria de origen y gesti¨®n completamente africanos. El nombre corresponde a las siglas en ingl¨¦s de African Medical and Research Foundation: Fundaci¨®n Africana para la Medicina y la Investigaci¨®n.

No todos est¨¢n de acuerdo

Acompa?ando al equipo de Alison llegamos al primer grupo familiar y junto a una de las chozas encontramos a cuatro ni?os jugando, ninguno de ellos tiene m¨¢s de cinco a?os, mientras que por la puerta entreabierta de la misma se escapa el llanto desesperado de un beb¨¦. El jefe del equipo interroga a los menores en zande, la lengua local. Estos responden que sus padres se han ido al campo a trabajar. Me aclara Alison que no pueden vacunar sin los padres presentes, as¨ª que Charles, el registrador, anota esto en su cuaderno para acordarse de que tienen que volver y marca la casa con su tiza con el mismo objetivo.

All¨ª mismo se nos une Musa Jospeh Suwaya, enfermero del centro de salud de Ibba, que visita a los distintos equipos para asegurarse de que cumplen con todos los protocolos. Uno de los menores de la casa presenta una herida en la pantorrilla derecha y Musa, tras examinarle, le dice al registrador que escriba una nota para recordarles a los padres que es importante que lo lleven al ambulatorio para curarle bien.

Nos internamos de nuevo por una de las veredas que nos acerca, a trav¨¦s de plantaciones, al siguiente grupo familiar. Esta vez hay m¨¢s suerte. Encontramos a Grace Martin, de 23 a?os y a dos de sus hijos, uno de tres y otro de uno. El mayor, de seis, anda en el colegio. Hace pocos meses que Grace enviud¨® y ha tenido que regresar a vivir a casa de su padre. Trabaja por horas limpiando la casa de una familia india que vive en el pueblo.

Alison coge en brazos al m¨¢s peque?o de los dos y Monica abre su nevera azul, saca uno de los botes de vacuna, le quita la tapa y, con mucha agilidad, introduce varias gotas en la boca del bebe, que asustado rompe a llorar. Con mucho cuidado guarda el bote vac¨ªo. A continuaci¨®n, coge un rotulador de tinta indeleble y marca con ¨¦l la u?a del dedo me?ique de la mano derecha del ni?o. Una prueba de que ha sido vacunado. Luego repite la operaci¨®n con el mayor de los dos. Esta vez es la madre la que sostiene al peque?o.

Mientras, Charles se ha sentado en una de las sillas de pl¨¢stico que hay en el recinto y ha sacado la libreta donde anota los datos necesarios. A continuaci¨®n, usando una de las tizas que saca de su bolsa verde, marca la casa. Tras despedirnos de la familia nos encaminamos al siguiente recinto y despu¨¦s a otro y vamos repitiendo la misma operaci¨®n una y otra vez.

En uno de ellos no se puede inmunizar a uno de los ni?os, porque tiene fiebre. Musa, el enfermero, discute con la madre y luego me comenta que le hab¨ªa dicho que deber¨ªa llevarlo al Centro de Salud para que lo examinaran y le dieran la medicaci¨®n apropiada. ¡°A veces es dif¨ªcil hacer entender a esta gente la necesidad de buscar los medios adecuados, se excusan en que no tienen dinero, que muchas veces es verdad, pero tienen que hacer el esfuerzo¡±, me comenta.

Uno de los recintos que visitamos es mucho m¨¢s grande que los dem¨¢s. En el centro, sentados en sillas de pl¨¢stico, hay varios hombres contemplando como uno de ellos repara una moto. Unos seis ni?os revolotean por all¨ª. Tras los saludos y la explicaci¨®n de Alison se establece una discusi¨®n entre este y uno de los hombres. Todos los dem¨¢s miran sin decir nada. Observo que Monica solo vacuna a uno de los ni?os, ayudada por una mujer sentada fuera del c¨ªrculo masculino.

Tras abandonar el lugar, Musa y Alison me cuentan que el hombre con el que discut¨ªan es Zanga, un comerciante con dinero y que por eso se cree superior al resto de los aldeanos. Les ha prohibido vacunar a sus hijos alegando que las vacunas hacen a los ni?os m¨¢s d¨¦biles y les provocan todo tipo de enfermedades. Han intentado convencerle pero no ha sido posible.

?Qu¨¦ se hace en un caso como este?, pregunto. Alison me dice que como l¨ªder del equipo tiene que informar al coordinador de la campa?a y este visitar¨¢ a Zanga para intentar convencerlo de nuevo, si todav¨ªa se niega a vacunar a sus hijos habr¨¢ que alertar a las autoridades locales, las cuales tomar¨¢n las medidas convenientes para proteger a los menores. ¡°No es normal encontrar personas que se nieguen, los pocos casos que vemos son fruto de la ignorancia o de la arrogancia de qui¨¦n se cree que lo sabe todo por tener dinero, como nos acaba de pasar¡±, a?ade Musa.

La ¨²ltima visita que hacemos es a la familia de Wilson Khalifa, un abuelo que cuida de dos nietos porque el padre trabaja en Juba y la madre en el pueblo. Se trata de un ni?o peque?o y una ni?a que aparece con una peluca vieja sobre la cabeza. Mientras estamos all¨ª se acerca una vecina a visitar. Se llama Silvia Bayaza y trae un ni?o a la espalda y otro, que tendr¨¢ poco m¨¢s de dos a?os, la sigue a pie; cierra la fila otra peque?a de unos cinco a?os. Comentan que est¨¢ bajo la protecci¨®n de Khalifa porque su marido trabaja en Juba. El equipo, que conoce muy bien cada caso porque, como comenta Alison, ¡°en este pueblo nos conocemos todos¡±, decide vacunar a los ni?os en esa casa, por ejercer en este caso Wilson de cabeza de familia. Cuando la vacunadora intenta suministrar la vacuna a los m¨¢s peque?os estos se asustan y lloran, pero la pericia de Monica consigue romper su resistencia.

As¨ª nos dan las 16:30, hora de terminar el ejercicio por hoy e ir a comer.

Voluntarios

Los tres componentes del equipo son voluntarios de la campa?a de vacunaci¨®n contra la polio. No reciben ning¨²n salario por este trabajo, solo 20 ssp al d¨ªa (unos seis d¨®lares) para comida y transporte.

Alison tiene 21 a?os y acaba de terminar la escuela secundaria. Los a?os de la guerra le hicieron perder alg¨²n curso y por eso, como la mayor¨ªa de los j¨®venes de la zona, se ha graduado m¨¢s tarde de lo que le correspond¨ªa. Est¨¢ esperando la oportunidad de continuar sus estudios, para lo que busca alguna beca o ayuda que le permita ir a la universidad, mientras hace trabajo voluntario para la comunidad porque piensa que es necesario ayudar a su propia gente mientras pueda.

Monica es abuela, no sabe su edad y no sabe leer ni escribir, pero desde hace a?os colabora en todas las campa?as de sensibilizaci¨®n o vacunaci¨®n que se organizan en la zona. Dice que su gente ha sufrido mucho y que est¨¢n muy olvidados de todos porque viven aislados en una regi¨®n remota y, adem¨¢s, la guerra se ha cebado en ellos. Ahora quiere que las cosas sean distintas y sobre todo ayudar a reducir el n¨²mero de ni?os que mueren en la zona. Se siente orgullosa de su contribuci¨®n hacia su propia gente.

Charles tambi¨¦n es veterano de estas lides, hace a?os que participa en la campa?a contra la polio me dice, pero no me da una raz¨®n especifica, solo que le gusta ayudar a su propia gente.

Todos los voluntarios reciben formaci¨®n durante un d¨ªa, antes de ser enviados a vacunar. No importa que ya hayan participado en otras campa?as, cada vez que se organiza un ejercicio de vacunaci¨®n tienen que acudir a los seminarios.

Los tres trabajan de 8:00 a 16:30 durante los cuatro d¨ªas que dura el ejercicio. El objetivo es vacunar 120 ni?os cada d¨ªa. Hay seis equipos m¨¢s como el de Alison para cubrir la totalidad del condado de Ibba, en el cual se estima que vive una poblaci¨®n de 54.898 personas de las cuales 11.523 son menores de cinco a?os. La zona cuenta con una media de 3.078 nacimientos al a?o.

Este ejercicio de vacunaci¨®n contra la poliomielitis se repite varias veces al a?o, para asegurarse que todos los ni?os del pa¨ªs est¨¢n protegidos contra ella. El pr¨®ximo est¨¢ programado para noviembre.

Concienciaci¨®n

Tras despedirme de Monica y Charles, Alison y Musa me acompa?an hasta el centro de salud de Ibba. En nuestro camino pasamos por el mercado donde encontramos a Rosa Mamarabia que recorre la ciudad con un meg¨¢fono hablando de la importancia de vacunar a los ni?os menores de cinco a?os y explicando en que consiste el ejercicio para que todo el mundo se entere de lo importante que es proteger a los ni?os contra la polio y otras enfermedades.

Dice que a veces es dif¨ªcil convencer a la gente de la importancia de vacunar a sus hijos, pero que poco a poco la idea va entrando y la mayor¨ªa de las mujeres llevan a sus hijos al Centro de Salud y siguen el calendario de vacunas marcado. ¡°Adem¨¢s, aqu¨ª nos conocemos todos, y si alguna mujer se niega a vacunar a sus hijos ya me encargo yo de hablar con ella¡±, dice con un tono muy serio.

No solo polio

Cuando llegamos al centro de salud me siento con Gackson Bakoo Charles, coordinador del Proyecto de Polio de AMREF para el condado de Ibba. Tiene 32 a?os y es nativo de esa aldea. Estudi¨® enfermer¨ªa y tras trabajar varios a?os en el Centro de Salud, en 2007 fue al Instituto Nacional de Formaci¨®n de Recursos Humanos Sanitarios, de Maridi, tambi¨¦n gestionado por AMREF, donde tras tres a?os de estudio se gradu¨® como encargado cl¨ªnico, un grado intermedio entre enfermero y m¨¦dico.

Me comenta que no solo coordina las campa?as de vacunaci¨®n contra la polio, sino que tambi¨¦n supervisa las vacunaciones generales que todo ni?o debe recibir durante los cinco primeros a?os de su vida. Musa, el enfermero que nos ha acompa?ado por la ma?ana, es el vacunador del centro de salud y todos los d¨ªas est¨¢ disponible para vacunar a los ni?os que llegan a su consulta. Luego, un d¨ªa al mes, el equipo se traslada a distintas localizaciones del condado donde acuden las madres con sus hijos para ser vacunados. Es una forma de facilitar el acceso a las vacunas b¨¢sicas, lo cual est¨¢ ayudando a salvar muchas vidas en el pa¨ªs que tiene la mayor tasa de mortalidad infantil del mundo, como remarca Gackson

En esa ocasi¨®n no se hace puerta por puerta, como en el caso de la polio, porque, me comenta Gackson, es muy dif¨ªcil transportar las vacunas, las jeringas y todo el material que se necesita para estos ejercicios, por eso hay establecidos puntos fijos por todo el condado para que las madres sepan d¨®nde acudir.

El miedo a la reca¨ªda

La firma de los acuerdos de paz de 2005 que pon¨ªan fin a la larga guerra de independencia de Sud¨¢n del Sur, dio paso a un periodo de estabilidad y permiti¨® que la mayor¨ªa de los refugiados por causa de la guerra pudieran regresar a sus aldeas. Esta situaci¨®n ha sido crucial para erradicar la poliomielitis del pa¨ªs y ha contribuido a que la rutina de la vacunaci¨®n de los menores de cinco a?os se instale en todas las familias.

Sin embargo, la nueva crisis que se inici¨® en diciembre de 2013 entre los seguidores del presidente Salva Kiir y los del ex vicepresidente Riek Marchar ha obligado a miles de personas a abandonar sus hogares y refugiarse de nuevo en pa¨ªses vecinos o en los campos de desplazados. Adem¨¢s est¨¢ en el origen de una alerta de hambruna para los pr¨®ximos meses. Todo esto hace temer que la situaci¨®n pueda cambiar y poner fin a los logros conseguidos hasta el momento.

Pero el personal de AMREF y los voluntarios de la campa?a en el condado de Ibba son optimistas, piensan que todo el trabajo que llevan a?os haciendo est¨¢ dando sus frutos y la zona est¨¢ libre de polio y otras enfermedades que antes eran end¨¦micas en la regi¨®n, por lo que no piensan permitir que nadie arruine su trabajo.