Violencia sexual en conflictos
La violaci¨®n es una t¨¢ctica de guerra intencionada que puede ser objeto de disuasi¨®n, prevenci¨®n y castigo
Imagina que eres testigo de c¨®mo unos hombres armados se llevan a un miembro de tu familia de tu casa, para luego violarlo, venderlo como esclavo sexual o encarcelarlo para torturarlo sexualmente. Imagina que eso le pasa a decenas de miles de mujeres, hombres y menores de tu pa¨ªs, durante a?os y a?os, y que vives en un entorno as¨ª de peligroso y traum¨¢tico.
Nos hemos unido porque ten¨ªamos en com¨²n la cercan¨ªa con un pa¨ªs en concreto: Bosnia. All¨ª, cerca de 50.000 mujeres y no sabemos cu¨¢ntos hombres fueron violados. Han pasado veinte a?os sin que se haya hecho justicia para la inmensa mayor¨ªa de estas v¨ªctimas.
La violaci¨®n se ha empleado reiteradamente como arma de poder y el deseo de conquistar y humillar en guerra s en nuestra ¨¦poca. Sin la aceptaci¨®n social, a muchas v¨ªctimas les consumen la verg¨¹enza y el sufrimiento mental, adem¨¢s de quedar marcadas por las lesiones f¨ªsicas.
Sin un reconocimiento jur¨ªdico, muchas veces no encuentran el apoyo econ¨®mico, sanitario o psicol¨®gico que necesitan de cara a recuperarse de esta experiencia.
Con frecuencia, las v¨ªctimas son ni?os y ni?as de corta edad, cuyos cuerpos, mentes y futuro pueden quedar da?ados irremediablemente.
Tan corrosivo puede llegar a ser el estigma que en ocasiones contin¨²a afectando a la siguiente generaci¨®n: a los beb¨¦s que nacen de la violaci¨®n, o a las familias de los supervivientes.
Con frecuencia, las v¨ªctimas son ni?os y ni?as de corta edad
Hemos unido nuestras fuerzas porque compartimos varias convicciones inquebrantables.
En primer lugar, estamos convencidos de que la violaci¨®n y la violencia sexual no son inevitables, sino que integran una t¨¢ctica de guerra intencionada que puede ser objeto de disuasi¨®n, prevenci¨®n y castigo.
En segundo lugar, creemos que el tema fundamental aqu¨ª es la justicia. Cada vez que ocurre uno de estos cr¨ªmenes y el mundo se queda cruzado de brazos, se establece el precedente de que la violencia sexual se puede llevar a cabo con impunidad: ya sean las ni?as raptadas en los colegios en Nigeria o las refugiadas en Siria.
En tercer lugar, se trata de una responsabilidad moral. Ning¨²n pa¨ªs puede afirmar que cree en los derechos humanos y luego mirar a otro lado cuando se trata de la violencia sexual en el conflicto. Pero adem¨¢s, es un asunto crucial de pol¨ªtica exterior, que propaga la inestabilidad y el conflicto. Ponerle fin es un imperativo nacional de seguridad.
En cuarto lugar, aunque los hombres y los ni?os tambi¨¦n son v¨ªctimas, la violencia sexual en el conflicto es un lastre para los derechos de las mujeres en el mundo entero. Si conseguimos destruir la impunidad en los casos de violencia sexual en el conflicto, entonces podemos acelerar el cambio en la actitud hacia las mujeres en muchos otros ¨¢mbitos.
En quinto lugar, ambos nos negamos a aceptar que la violencia sexual en el conflicto sea simplemente un problema demasiado extenso y complejo para ser abordado. Algo parecido se dijo sobre el comercio de esclavos, o sobre la prohibici¨®n del comercio ilegal de las armas de fuego. Cuando se despierta a la opini¨®n p¨²blica y los gobiernos se ponen en marcha, el cambio puede ser r¨¢pido.
Existen pruebas de que esto es as¨ª ahora. M¨¢s de tres cuartas partes de los pa¨ªses del mundo entero ya han firmado la ¡°Declaraci¨®n de compromiso para erradicar la violencia sexual en el conflicto¡± que propusimos el a?o pasado. Esta semana hemos sido los anfitriones de una conferencia internacional en Londres en la que se reunieron m¨¢s de 100 gobiernos, los directores de ocho agencias de Naciones Unidas y casi un millar de expertos.
Cuando se despierta a
la opini¨®n p¨²blica, los Gobiernos
se ponen en marcha
Hemos presentando por primera vez en la historia un Protocolo Internacional para documentar e investigar la violencia sexual en conflictos armados. Durante m¨¢s de un a?o, cientos de expertos han trabajado para elaborar este documento, que ayudar¨¢ a los investigadores a proteger y preservar la informaci¨®n y las pruebas tras un ataque, mejorando as¨ª la posibilidad de que los juicios lleguen a buen fin, y protegiendo a las v¨ªctimas del trauma.
Seguiremos pidiendo a los pa¨ªses que armonicen sus leyes sobre la violaci¨®n y la violencia sexual con los est¨¢ndares internacionales. Tambi¨¦n seguiremos pidiendo que se entrenen a soldados y fuerzas de paz para que comprendan y prevengan la violencia sexual en zonas de guerra. Queremos que se adopten medidas sencillas, desde la instalaci¨®n de alumbrado en los campos de refugiados hasta acompa?ar a las mujeres que van en busca de le?a, pero son medidas que pueden reducir de manera dr¨¢stica el n¨²mero de asaltos, y queremos que estas medidas b¨¢sicas de protecci¨®n se hagan universales.
Durante la conferencia hemos instado a los pa¨ªses a que nunca concedan amnist¨ªas a delincuentes de violencia sexual, y a perseguir a aquellos infames m¨¢s buscados, como por ejemplo Joseph Kony. Y pedimos m¨¢s financiaci¨®n para los supervivientes y los grupos que trabajan con ellos, los h¨¦roes desconocidos que sientan los cimientos sobre los que trabajamos nosotros.
No existe ninguna ley o tratado que erradiquen la violencia sexual en zonas de guerra de la noche a la ma?ana. Los gobiernos no pueden conseguir esto por s¨ª mismos.
Angelina Jolie es enviada especial de Naciones Unidas y William Hague es ministro de Asuntos Exteriores brit¨¢nico.
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