La fiebre contra la necesidad histo?rica
Autor invitado: Nuno Cobre (*)
Viaje a Burkina Faso (5). VER SERIE
Mohamed, el gu¨ªa burkin¨¦s del hotel, toc¨® la puerta cuatro veces y me dijo que me llevar¨ªa a la mezquita ¡°y otros sitios importantes¡±. El sol, el clima, segu¨ªan disparando. El m¨ªo era un cierto turismo forzado. La fiebre contra la necesidad hist¨®rica. Un combate donde ¨¦sta ¨²ltima acababa venciendo en el segundo asalto. Me puse en pie y acord¨¦ el precio con Mohamed al que le hab¨ªa entrado una risa contagiosa cuando le pregunt¨¦ el montante a pagar. ¡°A la mezquita se llega por aqu¨ª¡±, le dijo el gu¨ªa a Gaston dentro del Mercedes despachurrado mientras progres¨¢bamos por un Bobo concurrido. Gaston dio unos volantazos m¨¢s y ante nuestros ojos naci¨® una mezquita rodeada de pir¨¢mides blancas, estrechas y puntiagudas dej¨¢ndose atravesar por unas estacas de madera que soportaban laestructura y ayudaban tambi¨¦n con el enyesado. Construida en 1893, la Grand Mosqu¨¦e viene a ser un destacado ejemplo de la arquitectura Sahel.
¡°Y ahora vamos al barrio de Kibidwe¡±, me dijo el gu¨ªa despu¨¦s de unas cuantas fotos. ¡°Kibidwe representa la parte m¨¢s vieja de Bobo, barrio de herreros donde conviven musulmanes y animistas¡±, afirmaba un solemne Mohamed. Nos pusimos a caminar y llegamos andando a los pocos minutos. Yo miraba para el sol, rog¨¢ndole un poco de piedad, pero ?l dijo ¡°no¡±. En Kibidwe predominaban las estructuras de barro que rozabas mientras recorr¨ªas un ¨¢rea serpenteada de rincones donde se rend¨ªa tributo a distintas religiones y tribus. Uno de los clanes eran los responsables de dar el visto bueno a los matrimonios del barrio.
Seguimos caminando flanqueados por el barro y ropas que se tend¨ªan sobre los muros y pronto nos rodearon varias vasijas y calderas humeantes. ¡°Aqu¨ª¡±, me dijo Mohamed y me mostr¨® el sorgo, gram¨ªnea utilizada para hacer cerveza. Las calderas facilitaban la fermentaci¨®n. Mohamed rellen¨® una bacinilla de calabaza con un poco de cerveza y me la acerc¨®. Di varios tragos, pas¨¢ndome la lengua por laboca del disfrute. El sol segu¨ªa a lo suyo, implacable, iluminando como una sobredosis de antorcha nuestro paseo hasta la calle principal, donde Mohamed dijo,¡°mira, se juntan y hablan, conviven¡±, en referencia a los musulmanes y animistas que caminaban tranquilamente frente a nosotros.
Mohamed era un buenazo y de vez en cuando soltaba un gracioso ¡°voil¨¢¡±, muy acentuado en una ¡®a¡¯ que se acababa estirando. Uno le dec¨ªa por ejemplo, ¡°?y la mezquita es de estructura Sahel?¡±, y el gu¨ªa te contestaba con un ¡°voil¨¤aaa¡±. Risas. Mohamed dio unos pasos m¨¢s y me mostr¨® un mont¨ªculo de barro lleno de plumas, fruto de un ritual reci¨¦n culminado. Al lado, varias mujeres contend¨ªan con el ma¨ªz y las legumbres. En un riachuelo cercano retrat¨¦ a las mujeres y los ni?os limpiando la ropa junto a unos oscuros peces gato, intocables debido a su car¨¢cter sagrado. Por la zona pululaban unos cuantos turistas franceses, v¨ªctimas tambi¨¦n de un sol que lo quer¨ªa todo.
No muy lejos, presion¨¦ el bot¨®n de mi c¨¢mara para inmortalizar a una ni?a de hermosos ojos y luego dimos m¨¢s pisadas en la tierra para plantarnos en un taller de bronce donde varios burkineses trabajaban concienzudamente junto a herreros y tejedores. Observamos el acabado de varias obras durante unos minutos y luego Mohamed dijo, ¡°y ahora vamos a acabar en el mercado¡±. Segu¨ª al gu¨ªa hasta elGrand March¨¦, atestado de puestos, gente, productos, sombrillas y un infinito de sutilidades. Tras zigzaguear varias marabuntas, regresamos al hotel con el taxi deGaston. En L¡¯Aubergele pagu¨¦ con gusto a un agradecido Mohamed. La visita a Bobo-Dioulasso y su olor a cobre, a tradici¨®n y voces del m¨¢s all¨¢ hab¨ªa finalizado. Ahora era el momento de volver a Uagadug¨². Quer¨ªa conocer a Thomas Sankara.
(*) Nuno Cobre es autor del blog Las palmeras mienten
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