Koolhaas y la arquitectura ficci¨®n
?Apunta la Bienal de Venecia el camino hacia la arquitectura del futuro? ?Reflexiona sobre la del presente? ?O m¨¢s bien permite entrever los ¨²ltimos coletazos de quien se resiste a dejar el cetro? En la reci¨¦n inaugurada edici¨®n, comisariada por fin ¨Cse resisti¨® a varias ofertas de hacerlo alegando falta de tiempo- por el holand¨¦s Rem Koolhaas, el arquitecto m¨¢s influyente del mundo ha tachado la arquitectura actual de ficci¨®n. Tambi¨¦n ha declarado que, bas¨¢ndose en tres valores -la seguridad, el confort y la sostenibilidad (que, seg¨²n ¨¦l han remplazado a la libertad, la igualdad y la fraternidad)- la arquitectura tiene un futuro poco prometedor. Merece la pena recordar que Koolhaas, que ha decidido aprovechar esta edici¨®n de la Bienal para investigar (la evoluci¨®n del retrete por ejemplo) y ha descartado ¨Cdice- la presencia de los ¨²ltimos trabajos de los arquitectos estrella es, ¨¦l mismo, una estrella.
Hace una semana, en Barcelona, el que fuera primer ministro holand¨¦s entre 1982 y 1994, Ruud Lubbers, dio una importancia muy distinta a la sostenibilidad en el foro organizado por la asociaci¨®n Arquitectes per l¡¯ Arquitectura celebrado en Roca Gallery. El economista y alto comisionado de la ONU para los refugiados preside hoy el centro de investigaci¨®n energ¨¦tico de su pa¨ªs y, tras dejar claro que ¨¦l s¨ª considera la sostenibilidad un asunto esencial para la arquitectura ¨Cy por ende para la vida, claro- dio un ¨²nico consejo: ¡°apartar la sostenibilidad de cualquier idea de negocio, esto es, apartar el control de manos de los empresarios y de los pol¨ªticos¡±, dijo el pol¨ªtico holand¨¦s.
La advertencia del ex primer ministro contrasta con la pataleta de Koolhaas por la reducci¨®n del campo de actuaci¨®n de los arquitectos a una superficie de dos cent¨ªmetros (la que oculta los componentes industriales de los edificios) en contraposici¨®n a la solidez de la antigua construcci¨®n. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, hemos visto argumentar a Koolhaas con gran elocuencia a favor de una cosa y su contraria. A favor del caos como condici¨®n sine qua non de las ciudades y a favor de los edificios monumentales ¨Ccomo su rascacielos con bucle para la sede de la televisi¨®n China en Pek¨ªn- como elemento ordenador capaz de contribuir a la democratizaci¨®n de un pa¨ªs.
As¨ª las cosas, esta indagaci¨®n realizada por Koolhaas en Venecia -que busca recuperar la huella de proyectistas y personajes raros que, como ¨¦l, fueron m¨¢s all¨¢ de las convecciones proponiendo vivir en un plano inclinado, por ejemplo- enlaza con los intereses defendidos por su arquitectura de ir m¨¢s all¨¢ de lo esperable y evitar perpetuar modelos tipol¨®gicos. Sin embargo, criticar la p¨¦rdida de control del arquitecto frente a la factura industrial ser¨ªa, parad¨®jicamente, criticarse a s¨ª mismo por haber defendido tambi¨¦n esa investigaci¨®n o por haberla utilizado para levantar sus ¡°mensajes¡± arquitect¨®nicos. ?Se puede hacer una arquitectura y defender otra por escrito? ?Contribuye eso a la riqueza de la disciplina? Puede que s¨ª. Pero puede tambi¨¦n que, con 70 a?os, una obra atrevida y controvertida en varios pa¨ªses y, sobre todo, a la cabeza del club de las estrellas, Koolhaas ¨Cque ha sido un arquitecto fundamental para el siglo XX- ya no sirva como gu¨ªa para el siglo XXI. La impresi¨®n que da ¨Cdedicando m¨¢s tiempo que nadie (4 a?os) a preparar una Bienal y solicitando m¨¢s tiempo que nadie (6 meses) para poder exponer los resultados- es que sigue haciendo y opinando lo que m¨¢s le conviene en cada ocasi¨®n. Es evidente que ese discurso que viste el inter¨¦s privado de inter¨¦s colectivo juega con fuego. La diferencia con otras frases incendiarias que buscaron epatar antes es que ya no est¨¢ el mundo para fuegos de artificio. As¨ª, decir que la sostenibilidad no importa es tan nocivo como llamar a cualquier inmueble bioclim¨¢tico o ecol¨®gico sin que este lo sea. Ambas actitudes c¨ªnicas recuerdan a la m¨ªtica de Frank Lloyd Wright cuando le hablaban de las goteras sobre el comedor: ¡°que cambien la mesa de sitio¡±. Los tiempos han cambiado y puede que no sea de arquitectos tan imaginativos como al margen de la sociedad de quienes convenga recibir (quien la necesite) doctrina
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