Bienvenidos a la Feria del ba?o

Zapatos altos de sal¨®n, para estilizar las piernas. Falda de tubo, para lucir m¨¢s alta y delgada. Americana negra, para aparentar seriedad. Pelo bien recogido, para despejar el rostro. No, no son trucos de belleza para exhibir en la Pasarela Cibeles, es la indumentaria que me obligan a llevar mis jefes para trabajar como azafata de congresos, o m¨¢s bien, como mujer florero.

Se exige que midamos como m¨ªnimo 1,70, usemos una talla 36-38 y tengamos buena imagen. Adem¨¢s, se requiere que seamos licenciadas y dominar varios idiomas. Todo esto, para colocar botellas de agua en salas, entregar obsequios o posar junto a un WC en la Feria del Ba?o, eso s¨ª, siempre con una encantadora sonrisa de oreja a oreja.

¡°Menudo chollo; cobr¨¢is por no hacer nada¡±, pensar¨¢ alguno. Claro que cobramos, nos dan palos por todos lados. Nuestro salario es muy inferior al de una empleada del hogar, el trato que recibimos por parte de nuestros coordinadores es vejatorio y, en ocasiones, machista. En uno de los eventos tuve la ocasi¨®n de hacer amistad con arquitectas, profesoras, m¨¦dicas¡­ que, como yo, forman parte del 57% de j¨®venes en paro tras a?os hincando los codos en busca de un futuro prometedor.

Y me pregunto: ?qu¨¦ hacen los sindicatos, los institutos de la mujer, los defensores del pueblo¡­ para denunciar esta discriminaci¨®n laboral y machista?¡ª Paula Santolaya del Burgo.