La debilidad de la democracia
Cada vez hay m¨¢s polit¨®logos que teorizan que la distancia existente entre ¨¦lites y ciudadanos en una sociedad ha sustituido como principal contradicci¨®n a la tradicional de izquierda y derecha
Pasan los d¨ªas desde las elecciones al Parlamento Europeo sin que uno de los partidos m¨¢s perjudicado por ellas ¡ªque adem¨¢s es el partido gobernante en Espa?a, con mayor¨ªa absoluta¡ª, con p¨¦rdida de millones de votos, parezca haber tomado nota de lo ocurrido y sacado las consecuencias primero de su debacle, y luego de los enormes niveles de abstenci¨®n general. Ello debe ser motivo de preocupaci¨®n no por motivos partidistas, internos del PP, sino del propio sistema, afectado por un agotamiento acelerado, como han manifestado esos resultados y los sondeos sin excepci¨®n.
No puede ser que la reacci¨®n ante tanto desapego sea, por ejemplo, ese miniplan de est¨ªmulos aprobado hace unos consejos de ministros, del cual hoy ya nadie se acuerda y que pretend¨ªa combatir al ¨²ltimo bar¨®metro del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), en el que una inmensa mayor¨ªa de los encuestados no ve¨ªa s¨ªntoma alguno de recuperaci¨®n econ¨®mica pese a que hay datos que indican que algo se est¨¢ moviendo. El problema principal no es la econom¨ªa, aunque sea el m¨¢s urgente y las secuelas de la crisis en materia de paro, empobrecimiento de las clases medias y desigualdad sean tan estridentes y, a veces, impidan a mucha gente ver m¨¢s all¨¢. Cuando ese legado pase a segundo plano, en el medio y largo plazo, el resto de las debilidades del sistema (la crisis pol¨ªtica del bipartidismo, la corrupci¨®n estructural, la estructura territorial del Estado, la debilidad de la mayor parte de las instituciones de las que nos dotamos para convivir hace casi cuatro d¨¦cadas, etc¨¦tera) emerger¨¢n en toda su extensi¨®n y con mucha agresividad, ya que el malestar en la democracia va acompa?ado de la sensaci¨®n creciente de muchos ciudadanos de que, aprovechando la crisis econ¨®mica, han sido o enga?ados y estafados.
Nada de esto forma parte del relato del Gobierno y su partido, como si ese deterioro no existiese, aparentemente convencidos sus principales dirigentes de que si disminuyen las dificultades econ¨®micas, el resto se arreglar¨¢ por a?adidura. Por eso, la mayor¨ªa de las intervenciones p¨²blicas de ¨¦stos parecen propias de contables o de funcionarios as¨¦pticos, no de pol¨ªticos. En el ¨²ltimo debate sobre el estado de la naci¨®n ¡ªla gran oportunidad anual de analizar en el Congreso de los Diputados lo que sucede en el pa¨ªs¡ª el presidente de Gobierno ley¨® un discurso que ocupaba 20 folios a un espacio. El reparto de temas era el siguiente: 13 folios dedicados a la recuperaci¨®n econ¨®mica y a la macroeconom¨ªa; folio y cuarto, a la Uni¨®n Europea, tambi¨¦n desde el punto de vista de los grandes n¨²meros; un folio, a la corrupci¨®n, sin citar ning¨²n caso concreto; cuatro folios, a las tensiones con Catalu?a (sin propuesta concreta alguna, m¨¢s all¨¢ de los lugares comunes del di¨¢logo dentro de la ley); y un p¨¢rrafo a la inmigraci¨®n, dado que unos d¨ªas antes hab¨ªa ocurrido la tragedia de Melilla, con la muerte de un grupo de personas que intentaban entrar en el territorio nacional.
La mayor¨ªa de las intervenciones p¨²blicas del Gobierno parecen propias de contables
Ello es la demostraci¨®n m¨¢s palpable (se podr¨ªan escoger otros ejemplos) del modo de entender la pol¨ªtica por parte del Gobierno: la recuperaci¨®n econ¨®mica ha devenido en el ¨²nico relato de su pr¨¢ctica pol¨ªtica. Hemos salido de la recesi¨®n en sentido t¨¦cnico (desde el tercer trimestre de 2013 la econom¨ªa ha dejado de decrecer). No hay apenas menci¨®n a las heridas profundas con las que la gesti¨®n de la crisis (y no s¨®lo la crisis) lamina a la sociedad espa?ola, con recortes en la educaci¨®n, sanidad, dependencia, pensiones, seguro de desempleo, paro, reducci¨®n de la renta disponible, mortandad de empresas, des¨¢nimo, enfermedades de la mente¡ y se soslaya la agenda ideol¨®gica que est¨¢ aplicando el PP al tiempo que su pol¨ªtica econ¨®mica: reforma de la ley del aborto, ley de seguridad ciudadana, reforma del C¨®digo Penal, desigualdad de oportunidades en la educaci¨®n, mayor control de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, utilizaci¨®n del decreto ley en el Parlamento para evitar la confrontaci¨®n ideol¨®gica, etc¨¦tera.
El Gobierno conf¨ªa en la visibilidad de la recuperaci¨®n econ¨®mica casi como ¨²nica baza para ganar las elecciones de 2015, dado, adem¨¢s, el hundimiento del principal partido de la oposici¨®n. Por tanto necesita tiempo y tranquilidad para que esa recuperaci¨®n se asiente y entre en los hogares. Este es su ¨²nico objetivo y su se?a de identidad: democracia sin pol¨ªtica. Lo ha teorizado el propio Rajoy: ¡°Si 2012 ha sido el a?o del ajuste y 2013 ha sido el a?o de las reformas, 2014 ser¨¢ el a?o del inicio de la recuperaci¨®n econ¨®mica¡±. As¨ª, los meses pasados habr¨ªan sido un periodo puente, el a?o de transici¨®n en una legislatura con dos partes: una primera, en la que todo estar¨ªa justificado (promesas electorales permanentemente incumplidas, sacrificios ciudadanos en casi cualquier tipo de materia, devaluaci¨®n interna¡) y en la que el valor de la acci¨®n de gobernar descansar¨ªa no tanto en los resultados como en la preparaci¨®n de la segunda parte de la legislatura, en la que la econom¨ªa empezar¨ªa a crecer y se crear¨ªa empleo neto. Y todo ello por culpa de la anestesiante herencia recibida de los socialistas, de la cual Espa?a s¨®lo se repondr¨¢ por la acci¨®n eficaz de un Ejecutivo que ha sabido aguantar sobriamente, silentemente, heroicamente, las inclemencias para, al final, sacar al pa¨ªs de la crisis.
Se trata de sustituir un clima de opini¨®n muy pesimista y de ganar tiempo para que la ciudadan¨ªa ¡ªy dentro de ella especialmente los antiguos votantes del pasado, 11 millones de papeletas¡ª pueda percibir cierta mejora de su situaci¨®n econ¨®mica y ¨¦sta sea el principal condicionante del voto. Para ello, el Gobierno contribuy¨® al cuando peor, mejor cuando en abril de 2013 aprob¨® un cuatro macroecon¨®mico aterrador (m¨¢s recesi¨®n, m¨¢s desempleo), dado el cual no ten¨ªa m¨¢s remedio entonces que actuar en contra de lo que predicaba y cre¨ªa (por ejemplo, la subida de tantos impuestos). Poner las cosas tan feas significaba activar el viejo truco de que no se hab¨ªa tocado fondo sino que a partir de un determinado momento (segunda parte de la legislatura, proximidad de las elecciones generales) todo lo que hiciese el Gobierno ser¨ªa vencer sus propias previsiones. Con su gesti¨®n, cualquier mejora, por peque?a que resulte, ser¨¢ debida a su tit¨¢nica acci¨®n pol¨ªtica, a sus reformas, a sus ajustes. Adem¨¢s, acentuar el pesimismo ayudaba a ampliar los m¨¢rgenes de maniobra para implantar otras medidas impopulares con m¨¢s legitimidad (por ejemplo, una nueva vuelca de tuerca a las pensiones o al mercado laboral).
El Ejecutivo cree que la recuperaci¨®n ser¨¢ p¨®cima suficiente para eclipsar todos los dem¨¢s problemas
Resumiendo: el Gobierno entiende que, dadas las dificultades operativas de su principal oposici¨®n, la recuperaci¨®n econ¨®mica ser¨¢ p¨®cima suficiente para eclipsar todos los dem¨¢s problemas estructurales cuando lleguen las elecciones generales. As¨ª, al mismo tiempo que se facilita el debate sobre el final de la crisis no hay el menor indicio de mejora en la calidad de la democracia en t¨¦rminos pol¨ªticos, institucionales, sobre la redistribuci¨®n de los sacrificios, sobre el uso del poder, sobre la p¨¦rdida de inclusividad que hasta ahora hab¨ªa sido una de las se?ales m¨¢s fuertes de la identidad de la democracia espa?ola¡ que permanecer¨¢n entre nosotros a pesar de que la tasa de crecimiento aumente.
Hay una distancia cada vez m¨¢s perceptible entre gobernantes y gobernados, entre ¨¦lites y ciudadanos (hasta el punto de que ya hay polit¨®logos que teorizan que esta contradicci¨®n est¨¢ sustituyendo como principal a la m¨¢s cl¨¢sica de derechas e izquierdas). Existe el malestar citado en la democracia y se cuestionan sus reglas y sus instituciones, al tiempo que sus prestaciones son decepcionantes para un n¨²mero cada vez mayor de personas. La paradoja est¨¢ en que al tiempo que ocurre esto, la democracia como ideal es reivindicada en todas partes: se demanda m¨¢s democracia. De momento, la legislatura est¨¢ contribuyendo a ese malestar profundo, y no corrige sino que aumenta sus efectos m¨¢s lacerantes. Hasta el punto que podr¨ªa darse el mejor escenario posible imaginado por el PP (ganar las elecciones, cambiar las peores tendencias de la econom¨ªa) y paralelamente estar en peor posici¨®n y con menor margen de maniobra para paliar los problemas estructurales de la sociedad espa?ola.
Joaqu¨ªn Estefan¨ªa ha dirigido el Informe sobre la democracia en Espa?a 2014, titulado Democracia sin pol¨ªtica, de la Fundaci¨®n Alternativas.
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