Esa tendencia abominable
A Del Bosque y a esos jugadores ahora execrados se les deber¨ªa tener un agradecimiento inamovible
No es la primera vez que escribo de esto y me temo que no ser¨¢ la ¨²ltima, dado que la abominable tendencia, lejos de remitir, no hace sino ir en aumento e invadir todos los campos. Empez¨® siendo algo propio del deporte. En cuanto un compatriota gana algo, lo primero que hacen prensa y buen n¨²mero de aficionados no es felicitarlo y congratularse, sino preguntarle por la pr¨®xima haza?a, como si la que acaba de lograr, por ya lograda, no valiera de nada. Una vez m¨¢s lo vimos hace poco, cuando Nadal obtuvo su noveno t¨ªtulo de Roland Garros, algo que ning¨²n tenista hab¨ªa conseguido nunca.
S¨ª, claro, hubo unos parabienes someros y una hinchaz¨®n de elogios huecos, pero en seguida se pas¨® a pedirle un d¨¦cimo campeonato dentro de un a?o; a hacer c¨¢lculos sobre si podr¨ªa, con la edad que tiene, alcanzar las suficientes victorias en torneos de Grand Slam como para batir el r¨¦cord de Federer, que ha acumulado diecisiete (mientras que Nadal ¡°s¨®lo¡± lleva catorce). Otro tanto sucedi¨® con el Real Madrid cuando se alz¨® con su d¨¦cima Copa de Europa, doce a?os despu¨¦s de la novena. Los periodistas e hinchas imb¨¦ciles, los que jam¨¢s hacen nada de m¨¦rito, tardaron unos diez minutos en agobiar a los jugadores inquiri¨¦ndoles por la und¨¦cima. As¨ª ocurre casi siempre. Estoy harto de ver a ciclistas que llegan muertos a la meta tras vencer en un Tour o en un Giro, a los que, sin dejarles ni recobrar el aliento, una pandilla de cretinos con micr¨®fono azuzan: ¡°Qu¨¦, y ahora a por el siguiente, ?no?¡± Me maravillan la educaci¨®n y la paciencia de la mayor¨ªa de deportistas, que en lugar de mandarlos a la mierda (lo que se merecen), dan un sorbo a una botella y contestan a duras penas lo obvio: ¡°Bueno, vamos a disfrutar un poco de este triunfo¡±. Si yo fuera uno de ellos estar¨ªa seguramente en la c¨¢rcel, tras haber estrangulado a alg¨²n reportero con el manillar de la bici.
Cuando ustedes lean esto habr¨¢ terminado la fase de grupos del Mundial de Brasil, y se sabr¨¢ qu¨¦ ha sido de la selecci¨®n. Yo lo escribo poco despu¨¦s de su derrota por 1-5 ante Holanda, la cual ha llevado a medio pa¨ªs a escarnecer a Del Bosque y a sus futbolistas, a jubilarlos a todos, a hablar de humillaci¨®n, rid¨ªculo mundial y dem¨¢s exageraciones. Lo que no veo es que nadie se haya parado a pensar lo que yo pens¨¦ en cuanto acab¨® ese partido y empezaron a correr los comentarios del tipo: ¡°Holanda y Robben se vengan con sa?a¡±. Porque veamos, ?ustedes creen que Robben y cualquier holand¨¦s no habr¨ªan firmado gustosos ganarle a Espa?a la Final de 2010 en Sud¨¢frica, por 1-0 y en la pr¨®rroga, y a cambio perder por 1-5 el primer encuentro del Mundial siguiente, el actual de Brasil? A m¨ª no me cabe duda de que s¨ª. Aquel partido de cuatro a?os atr¨¢s supon¨ªa un t¨ªtulo, el mayor entre selecciones, mientras que el de ahora son s¨®lo tres puntos, con posibilidad de enmienda. Vencer en aquella Final significaba que Espa?a pasase a engrosar la exigua lista de naciones que alguna vez han sido Campeonas del Mundo, algo que a¨²n le falta a Holanda, con sus tres finales perdidas a lo largo de la historia. ?Creen que Holanda y Rob?ben estaban en condiciones de ¡°vengarse¡±? Por seguir con el t¨¦rmino, la ¨²nica ¡°venganza¡± posible por la p¨¦rdida de un t¨ªtulo es un enfrentamiento en el que ese mismo t¨ªtulo est¨¦ otra vez en juego. Y no ha sido el caso.
A Del Bosque y a esos jugadores ahora execrados se les deber¨ªa tener un agradecimiento inamovible. Aunque hayan sido eliminados a las primeras de cambio ¨Cespero que no, lo ignoro¨C y con tres goleadas. Da lo mismo. Hay cosas tan dif¨ªciles y admirables que bastan para justificar una existencia, y nada puede anularlas. La ¨²ltima novela que public¨® Garc¨ªa M¨¢rquez en vida, Memoria de mis putas tristes, era bastante irrisoria y cursi, aunque los cr¨ªticos no se atrevieron a decirlo y la pusieron por las nubes. Pero ese borr¨®n ni salpic¨® al autor: diez novelas igual de malas no habr¨ªan menoscabado El amor en los tiempos del c¨®lera ni Cr¨®nica de una muerte anunciada. Quien las escribi¨® merece gratitud y admiraci¨®n infinitas. Flaubert public¨® muy pocas novelas, pero bastan dos de ellas para que conserve hasta el final de los libros un lugar de honor en la historia de la literatura. Ahora hay la abominable tendencia a considerar que s¨®lo cuenta el presente. O ni siquiera: lo venidero. As¨ª, de un escritor que ha hecho obras maestras se exclama con alborozo ¡°Est¨¢ acabado¡± si las m¨¢s recientes no llegan a tanto. Como si Shakespeare o Conrad, Cervantes o Faulkner hubieran estado siempre a la misma altura (todos tienen alg¨²n patinazo, pero eso, al lado de sus cimas, no importa nada; son ¨¦stas las que contin¨²an iluminando a una generaci¨®n tras otra, y van unas cuantas).
Los futbolistas de la selecci¨®n han ganado dos Eurocopas y un Mundial seguidos. ?No basta? No, en este pa¨ªs est¨²pido, deshonesto, perezoso y desagradecido no basta. Aqu¨ª nunca nada es suficiente, ni siquiera lo que acaba de acontecer, que se ve ya como ¡°pasado¡±. La maldita pregunta ¡°?Para cu¨¢ndo la pr¨®xima?¡± delata a una sociedad insaciable, es decir, descontenta consigo misma y mezquina con casi todos. Si cada uno hiciera lo suyo con honradez y competencia ¨Clo suyo modesto y an¨®nimo¨C, probablemente no habr¨ªa tanto desprecio ni tanta ansia de revancha contra los que destacan. Parece que aqu¨ª nada brindara m¨¢s placer que ver a los mejores ¡°darse el batacazo¡±, desprestigiados y ca¨ªdos.
elpaissemanal@elpais.es
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