Con los ni?os no se juega
La infancia es el sector que m¨¢s acusa los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene para defenderse
Podr¨ªa publicar el mismo art¨ªculo que escrib¨ª hace dos a?os. S¨®lo tendr¨ªa que cambiar alguna cifra. Por ejemplo, que en 2012 Unicef alert¨® de que dos millones de ni?os en Espa?a viv¨ªan bajo el umbral de la pobreza y ahora, en el nuevo informe que ha visto la luz esta semana, el n¨²mero ha ascendido a dos millones trescientos mil ni?os. Las cifras hay que meditarlas, porque tienen alma, en este caso, doscientas mil almas m¨¢s, con nombres y apellidos, ni?os que padecen la pobreza del primer mundo, que puede traducirse en que no est¨¢n bien alimentados, pasan fr¨ªo en invierno, no pueden incorporarse a ciertas actividades escolares por no tener dinero para afrontarlas y se ven expulsados, poco a poco, de la infancia que disfrutan sus compa?eros. Son ni?os condenados a la exclusi¨®n social. Mientras habitan los a?os de la infancia son casi invisibles a nuestros ojos, su padecimiento no perturba la convivencia y, por tanto, no suelen asomar la naricilla en los discursos pol¨ªticos. Pero la infancia es un tiempo limitado, los ni?os se convierten en adolescentes, luego en hombres y mujeres, que si antes no se remedia, recordar¨¢n con su comportamiento a la sociedad el olvido y la penuria a que fueron sometidos en el primer cap¨ªtulo de sus vidas.
Todo esto se dijo, se dijo hace dos a?os. Esta semana lo ha vuelto a repetir Carmelo Angulo, el presidente de Unicef en Espa?a. En aquel entonces se entreg¨® un informe a los medios y a algunos cronistas que desde siempre (aun sabiendo que no es el tipo de personaje que hace subir un art¨ªculo a la lista de los m¨¢s le¨ªdos) dejamos que los ni?os habiten nuestras columnas, y las organizaciones humanitarias lo saben, son muy conscientes de que los cr¨ªos ocupan poco espacio en el debate pol¨ªtico espa?ol. Se nos explic¨®, porque somos duros de entendederas y queremos titulares llamativos, qu¨¦ es lo que se quiere decir cuando se habla de miseria en un pa¨ªs europeo, que no es lo mismo que hablar de pobreza en un pa¨ªs pobre. Se se?al¨® que la infancia era y es el sector de la poblaci¨®n que m¨¢s est¨¢ acusando los rigores de la crisis y el que menos capacidad tiene siempre para defenderse. Se advirti¨®, en primer lugar, de su penuria presente; en segundo, de las consecuencias sociales que en un futuro no tan lejano devendr¨ªan de esa exclusi¨®n. No recuerdo si entonces se relacion¨® el informe con la ca¨ªda de la natalidad en Espa?a, pero dado que esta semana han vuelto a aparecer los datos de ese descenso y del pron¨®stico aterrador de convertirnos en un pa¨ªs estancado en la vejez, lo hago ahora: no se tienen hijos por miedo a no poder criarlos y educarlos como merecen.
?Qui¨¦n tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema? Todos los que nos representan
Se pidi¨® hace dos a?os al Gobierno que abordara un pacto de Estado para la infancia. Pero no se ha hecho. ?Qui¨¦n tiene la responsabilidad de que no se haga frente a ese problema de primer orden? Todos los que nos representan. Unos tienen el poder, y otros tienen la capacidad de influir y presionar. Y de alguna manera tambi¨¦n nosotros, los que opinamos y opinamos y sobreopinamos, los profesionales de esto y el propio p¨²blico que opina y sobreopina, porque con preocupante frecuencia nos dejamos seducir y arrastrar por debates que nos permiten lucirnos ideol¨®gicamente, que nos ayudan a definirnos, a sacar pecho y a expresar una preocupaci¨®n impostada sobre asuntos que de ninguna manera son los m¨¢s urgentes. En estos d¨ªas, una de esas noticias preocupantes que no aspiraba a la primera plana de nuestra ¨ªntima selecci¨®n de reivindicaciones era la perspectiva de un verano con los comedores escolares cerrados. Por fortuna, hay siempre personas que trabajan calladamente mientras los dem¨¢s expresamos nuestra sagrada indignaci¨®n. Por ejemplo, los padres y los trabajadores de la escuela infantil Las Nubes han paralizado el concurso que el Ayuntamiento de Madrid hab¨ªa abierto para la gesti¨®n de este centro. ?A qui¨¦n se est¨¢ concediendo por sistema la organizaci¨®n de las escuelas? No a las cooperativas de educadores que ofrecen experiencia, sino a las empresas que ofrecen un trabajo m¨¢s barato y menos profesional. En este caso, era una empresa de Florentino P¨¦rez. Y ya sabemos qui¨¦nes ser¨¢n los que finalmente sufran el abaratamiento de la educaci¨®n.
Tambi¨¦n esta semana se hac¨ªa p¨²blico el informe que Interm¨®n Oxfam ha publicado sobre la fiscalidad en Espa?a, Tanto tienes, ?tanto pagas?, en el que se cuenta que de momento las familias ingresan 50 veces m¨¢s que las empresas a las arcas del Estado, y advierten de que si la reforma reci¨¦n anunciada no aborda el fraude fiscal podremos seguir diciendo que se ahoga a unos para salvar a otros. Todo, todo guarda relaci¨®n, una relaci¨®n con la infancia, y esta semana ha sido abrumadora en cifras que deber¨ªan empujarnos a exigir unas medidas que no pueden esperar ya, un plan de urgencia. Las organizaciones humanitarias pasan a limpio datos que deber¨ªamos escuchar con igual claridad en la boca de nuestros representantes. Y el hecho que nos est¨¢n se?alando, no para que opinemos sino para que nos pongamos a la tarea, es que la desigualdad se ceba especialmente con los ni?os. Y con los ni?os, amigos, no se juega.
(A veces me reprochan que me he vuelto m¨¢s seria. Juro que no es cierto. Pero hay temas que no tienen gracia).
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