M¨¢s democracia, mejor
La elecci¨®n del europe¨ªsta Juncker para la Comisi¨®n Europea rompe malos augurios del 25-M
La oleada populista en las elecciones europeas del 25 de mayo desencaden¨® augurios catastrofistas. Pero la designaci¨®n del candidato socialcristiano, Jean-Claude Juncker ¡ªrepresentante del partido ganador¡ª, a la presidencia de la Comisi¨®n constituye una novedad positiva de cara a la nueva legislatura de la Uni¨®n.
Lo es porque la propuesta del Consejo Europeo (a ratificar ahora por el Parlamento) ha sido r¨¢pida. Tras las dudas iniciales, la candidatura ha sido formulada en la primera cumbre del Consejo Europeo en que era posible hacerlo. Ello indica que la introducci¨®n de mayores dosis de democracia institucional no est¨¢ necesariamente re?ida con la eficacia y celeridad aconsejables en los procesos de toma de decisiones.
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Es positivo tambi¨¦n que se haya puesto a prueba, con ¨¦xito ¡ªy contra algunas interpretaciones restrictivas o recelosas¡ª la virtualidad del nuevo Tratado de Lisboa y el car¨¢cter semiautom¨¢tico de las elecciones para la designaci¨®n del cabeza de filas del nuevo Ejecutivo. Lo es porque se ha impuesto la racionalidad del principio democr¨¢tico, y su concreci¨®n en el sistema de doble mayor¨ªa (Consejo Europeo y Parlamento) arbitrado: baste pensar en su negativo. Hurtar a los ciudadanos la candidatura del m¨¢s votado habr¨ªa lesionado gravemente la ¡ªya fr¨¢gil¡ª confianza popular en las instituciones.
La elecci¨®n tambi¨¦n refuerza el principio representativo directo. Algunos Gobiernos, celosos de sus prerrogativas hist¨®ricas y reticentes ante el creciente poder de la (sin duda mejorable) C¨¢mara tuvieron que aceptar el designio de ¨¦sta: no por una inclinaci¨®n especial, sino por consciencia de la autonom¨ªa de sus eurodiputados, que, aunque sorprenda en Espa?a, mantienen su independencia frente a los aparatos de sus partidos.
Asimismo, la acusaci¨®n de ser demasiado europe¨ªsta se revuelve contra quien la formul¨®, el brit¨¢nico David Cameron. Eso es lo que ¡ªcreen la mayor¨ªa de los l¨ªderes¡ª se necesita ahora: una profundizaci¨®n de la construcci¨®n europea, que no excluye eliminar lastres innecesarios. La capacidad de establecer una gran coalici¨®n ¡ªdemocristianos y socialdem¨®cratas, ampliada a los liberales¡ª habla a favor de la (siempre criticada) gobernanza europea.
Cameron, con la vista puesta en la pol¨ªtica brit¨¢nica, se aisl¨® en la voz discordante. Cr¨ªtico con la idea de poner al frente de la Comisi¨®n a quien considera parte del problema de la UE, recrimin¨® a sus colegas la elecci¨®n de Juncker: ¡°Vivir¨¢n para lamentarlo¡±. Quiz¨¢ ¨¦l podr¨ªa lamentar no haber aprobado el Tratado Fiscal (lo que no impidi¨® su humillaci¨®n a cargo de los antieuropeos de Nigel Farage). En todo caso, sus socios no deben renunciar a los prop¨®sitos de incrementar la integraci¨®n. El prometedor acuerdo, a¨²n gen¨¦rico, sobre la suavizaci¨®n de la pol¨ªtica de austeridad, no es el menor de ellos. Tiempo habr¨¢ de analizar su concreci¨®n: por el propio Juncker, y en los pr¨®ximos ¡ªy ya m¨¢s despejados¡ª tr¨¢mites institucionales.
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